Jorge Volpi llegó a la Coordinación de Difusión Cultural (CDC) de la UNAM, tras la renuncia de María Teresa Uriarte, en diciembre de 2016 y —se dice— con el empuje de Rafael Tovar ante el rector Enrique Graue. La historiadora enfrentó sonados escándalos, como la renuncia de José Felipe Coria al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), acusado por su comunidad de violencia de género; la salida de Nicolás Alvarado de TV UNAM como consecuencia de su artículo sobre el cantautor Juan Gabriel; la polémica del edificio H, arquitectura acusada de atentar contra el paisaje universitario aledaño al Espacio Escultórico, y los ajustes en el Taller Coreográfico tras la muerte de su fundadora, Gloria Contreras. En aguas hasta ahora mansas, la gestión de Volpi ha sido poco observada por la crítica y mucho menos cuestionada sobre el monto y distribución del ejercicio presupuestal de su área. Son al menos 15 las dependencias vertebrales de la CDC. En conjunto rebasan los mil millones de pesos de presupuesto, si partimos de las cifras que se pueden ver a través de transparencia sobre la asignación de 2019 en el Ramo 600 Entidades y Dependencias de Extensión Universitaria (gráfica que acompaña esta nota). No son precisamente los 80 millones de los que habló Volpi en días pasados en una conferencia de prensa… Y no es para menos. Difusión Cultural de la UNAM es un sistema de enorme peso que nos llena de orgullo. Por ejemplo, en cifras redondas, la dirección de Música contó con 139 millones de pesos (mdp), Artes Visuales con 120 mdp, Televisión Universitaria con 159 mdp, la Casa del Lago con 45 mdp, el CUEC con 24 mdp y la oficina del coordinador (con las instancias que dependen directamente) con 371 mdp. Al anunciar programas de trabajo, así como cambios de funcionarios, sería deseable pronunciarse sobre la composición y ejercicio del presupuesto de manera detallada.