Angélica Dass, la fotógrafa que ha hecho el retrato de más de 5 mil personas de 19 países en el mundo para mostrar la diversidad humana y combatir el racismo. (Foto tomada de angelicadass.com).
Angélica Dass, por la belleza de la diversidad
Dice que nació en una familia multiplicada por el color. Y desde esa vastedad propia ha construido un registro Pantone de pieles humanas que nos enseña que somos iguales, infinitamente iguales en la diferencia.
A pesar de su origen lastimado porque parte de su obra nace “desde el dolor personal”, el espíritu de Angélica Dass ilumina. Es entusiasta y risueña en su propio color chocolate que heredó junto con otros matices y sabores de sus ancestros: de vainilla y fresa por su abuelo; con la piel de porcelana y los cabellos de algodón de su abuela matriarca; de canela, avellana y miel por su madre brasileña; con la tonalidad del café con leche y el maní por sus tías.
Cuando abrió sus ojos al mundo en 1979 en Río de Janeiro no sabía que su origen afroamericano la determinaría; que el color tendría muchos significados en su acontecer personal. La gama multiplicada de la propia piel le era natural hasta que comenzó a crecer y a ser vista por y en los otros. Para empezar, en la escuela no entendió la división en blanco, negro, rojo y amarillo que se le otorgaba a la dermis humana y menos comprendió de niña cuando su maestra le ofreció un lápiz de “color carne” —o sea rosita— que se distanciaba en mucho de su propia tesitura.
Entonces decidió romper con todo ese desbarajuste y construyó una obra visual que es un abanico de posibilidades para destruir los estereotipos acerca de la raza —una construcción social— y mostrar las gradaciones del color carne, ese que nos da cuerpo, rostro y alma a los humanos tan deshumanizados.
Contaba con una formación en artes y en fotografía adquirida en Brasil (donde nació y creció) y en España (donde reside) junto con una labor en revistas de moda como Marie Claire, así que a su temperamento curioso y a su capacidad natural de “conectar con las personas” sumó la rebeldía ante el racismo que vivía y decidió buscar la manera de “contar a los otros cómo veo el mundo”.
En 2012 inició el proyecto (en proceso) Humanae, concebido como una obra colectiva que, al menos a ella, le ha ayudado “a transformar el miedo y el temor que sentía de niña en amor” de y hacia los demás. Se trata de una colección de retratos con los rostros y los hombros desnudos de cerca de 5,000 personas de 19 países, que ha expuesto en más de 30 ciudades de seis continentes.
Este catálogo cromático, al tener el formato de la guía Pantone, le da “una horizontalidad jerárquica” que diluye el concepto de superioridad en función del color de la piel. Cada toma está antecedida por un intercambio de historias entre la fotógrafa y la persona retratada que genera cierta confianza y empatía entre las partes; sin embargo la foto final muestra una expresión neutra de centenares de mujeres, niños, ancianas y hombres del mundo que han ocupado muros en la entrada del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza (2017); en el Seminario National Geographic (2017); en revistas como Foreign Affairs; en la Science Gallery del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York (2017); en muros públicos, escuelas, calles y favelas en Río de Janeiro, Quito, Córdoba y Sao Paulo; en museos y varios festivales en Madrid, San José (Uruguay), Valencia, Nueva York, Milán, Ohio, Bilbao, Dubái, Houston, Zagreb y otros destinos.
La instalación de Humanae dio la bienvenida a los líderes mundiales en el Foro Económico Mundial en Davos en 2017. Aquí su creadora habla en el Museo Amparo en el marco del festival FotoMéxico el 26 de octubre en la ciudad de Puebla. (Fotos: Angélica Abelleyra).
También las caras con su respectivo control numérico Pantone han sido vistas en video por millones, ya que la plática en el TED2016 que Dass ofreció en febrero de aquel año ha sumado casi dos millones y medio de vistas. Se denomina “La belleza del color de la piel humana” y ha sido replicada en otras charlas TED en Sao Paulo (2016) y Río de la Plata (2017).
En México, Dass ya estuvo con su cámara para agrandar su mosaico de pieles. Varios rostros captados recientemente en las ciudades de Puebla, México y Oaxaca formarán parte del proyecto Humanae que sigue creciendo y tiene presencia física por ser parte de la colectiva Africamericanos con exhibición vigente en el Museo Amparo en Puebla. Es un amplio proyecto transmedia de investigación, exhibición y producción visual que pretende apoyar e incidir en la construcción de los imaginarios asociados a las comunidades afrodescendientes en América Latina y el Caribe, a decir de su curador, el catalán Claudi Carreras.
El año pasado la colectiva se exhibió en el Centro de la Imagen de la Ciudad de México y en Puebla permanecerá hasta el 13 de enero de 2020, por lo que resulta muy recomendable visitarla. Es un calidoscopio de 70 agudas miradas de carácter artístico pero con un profundo anclaje histórico, antropológico y político para relatar la diáspora de los pueblos africanos en América Latina, su descendencia, y lo que han construido en México, Cuba, Haití, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Surinam, Guyana, Guadalupe, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Argentina y Uruguay.
Dos aspectos de la exposición colectiva Africamericanos que incluye obra de Dass y de 69 artistas más. Está abierta en el Museo Amparo hasta el 13 de enero próximo.
El contexto poblano de Africamericanos propició la estancia de Dass por primera vez en México. Ofreció la conferencia “La fotografía como una herramienta para generar empatía”; impartió un taller para educadores y artistas en el Museo Amparo; posó con gentileza para decenas de selfies con custodios, estudiantes de arte y público que se lo solicitaba. Y junto con las artistas Karina Aguilera (Ecuador/Estados Unidos), Marta María Pérez Bravo (Cuba) y Mara Sánchez-Renero (México) platicó sobre género, raza, clase e interculturalidad en el marco del Encuentro Internacional de Fotografía FotoMéxico 2019, “Extendida como una mujer”, a finales de octubre.
280 latigazos en Twitter
Una disertación informal con cargas de poesía fue el marco para que Dass relatara sus orígenes brasileños signados por un racismo soterrado, como el que combate mediante Humanae y que resulta lastimosamente integrado en otra de sus piezas: 280 Chibatadas. “Todo brasileño se siente una isla de democracia racial, cercada de racistas por todos lados”, señala en la obra surgida de los 280 caracteres que hacen un tuit.
Chibatada significa latigazo. Dass los sintió con las interacciones en la red social de Twitter, plenas de racismo, clasismo y odio cuando compartió su álbum fotográfico personal. Para ella, bastaron los tuits para poner de manifiesto la deshumanización de sus usuarios al alardear de su racismo o al considerar “natural” la concepción de supremacía de alguna raza sobre otra; para comprobar que en el mundo seguimos caminando bajo algunos esquemas conceptuales del siglo XVI, cuando Brasil era el mayor importador de esclavos africanos y se convirtió en el último país que abolió la esclavitud en 1888.
Detalle de la pieza 280 Chibatadas, en la que Dass muestra el racismo que existe en Brasil mediante las interacciones en Twitter, a partir de la exposición virtual de su álbum fotográfico personal.
En una especie de línea de tiempo visual, en 280 Chibatadas construye su biografía con fotos: desde el parto de su madre —cuando ella asoma la cabeza al mundo—, pasando por momentos de gozo y juego, el crecimiento con raspones, los amigos, la escuela. Y entre las imágenes coloca los tuits en portugués: “Dios me libre, no soy racista, al contrario, me encantan los negros. Pero para casarse y comprometerse, nunca”; “No soy racista, pero algunos negros apestan, no todos, algunos son limpios, aunque el color demuestre otra cosa”; “Sirvientes, los mejores tipos de negros”; “Muy raro ver una negra que no sea ‘naca’”; “Yo no soy racista, hasta iba a ligar con una morena hoy. Pero como estaba con una camisa blanca, me ha dado miedo ensuciarme”.
Platicar sobre ello le duele a Dass y sus ojos grandes se nublan un poco al aceptar esa vulnerabilidad frente a la discriminación que no hace distingo de países ni de condición social, sexual o religiosa. Y es quizás por el reto enorme que significa diseminar la empatía en el mundo y aminorar la intolerancia y el racismo persistentes que fundó el Humanae Institute, una plataforma educativa sin fines de lucro con el objetivo de “posicionar la diversidad como un valor en el proceso educativo”. Se plantea el apoyo a “educadores globales para oponerse a la discriminación mediante la creación de espacios lúdicos para los estudiantes y las comunidades”, en donde se discuten temas tan complejos y vitales como la intolerancia relacionada con la etnia, la religión y el color de la piel.
Con su Humanae Institute, Dass ofrece talleres de capacitación a educadores, niños, adolescentes y adultos para diluir las concepciones racistas y discriminatorias con base en el color de la piel. Las imágenes proceden de talleres realizados en Puebla y en Santiago de Chile. (Fotos: A. Abelleyra y Humanae Institute).
Dass pone atención especial en los jóvenes y en las aulas porque en ellas “la intolerancia se convierte en discriminación y en eliminar la capacidad de ver el valor en uno mismo y en los demás”, señala la fotógrafa sobre una de las piedras angulares del instituto. Porque una de sus prioridades es enaltecer “la belleza de la diversidad mediante una educación auténtica, cargada de empatía”.
La tarea del organismo se realiza a través de talleres de capacitación para maestros, trabajadoras sociales, tutores y educadoras en pos de alimentar un pensamiento incluyente que combata la discriminación.
La artista ha dirigido talleres en primarias y secundarias del sistema de educación pública española en ciudades como Algeciras, Málaga, Madrid y Granada. Ha sido su mayor radio de acción porque reside en aquel país donde implementa múltiples estrategias como la donación de su instalación Humanae con el material necesario para establecer las dinámicas escolares, o plantea la posibilidad de que los centros educativos obtengan la Guía DIY (Do It Yourself, Hágalo usted mismo) para que cada sitio pueda trabajar con sus alumnos y crear autorretratos inspirados en su proyecto.
Además de España y 35 países más, el Instituto Humanae ha incursionado en Chile con un impacto en 75,000 estudiantes de más de mil escuelas durante 2018. En la capital chilena de Santiago, por ejemplo, Dais impartió talleres en el Laboratorio de Arte Lóbulo Temporal para ofrecer dinámicas a estudiantes con deficiencias auditivas, es decir, que además de debatir y reflexionar sobre la discriminación racial se abordó el audismo, la marginación de las personas con discapacidades en su audición. Por otra parte, en República Checa trabajó en 15 escuelas que contemplaron a 2,000 estudiantes de entre 6 y 12 años.
Iguales en la diferencia. Detalle de la pieza Humanae y testimonios de niños que han tomado el taller de Angélica Dass. (Fotos: Humanae Institute).
En tiempos en los que el odio impregna tantos rincones lo mismo en México que en Estados Unidos, Francia, Israel, Italia, Brasil, Argentina y la nación que usted diga, es un resquicio de esperanza leer algunas frases infantiles que aportan estos cursos de Humanae.
“Tengo 10 años pero entiendo lo que es el racismo. Todos tenemos un color. Yo soy frappuccino”.
”Cuando era pequeña, me gustaba la gente con la piel blanca y el pelo rubio, pero ahora me doy cuenta de que soy bonita tal cual soy”.
Y la mejor de las sentencias para cerrar este cúmulo de líneas:
“Pienso que si el mundo tuviera menos gente prejuiciosa y más humana, este sería un mejor lugar”.
Por cierto, ¿saben si son 70-5 C o 58-7 C? ¿Quizás un 66-3 C o el 58-6 C? ¿Tienen idea de a qué Pantone corresponde su color de piel? Pues vamos a averiguarlo. Pero con todo y el resultado de un registro numerado, la noticia es que somos iguales.
Gracias a Angélica Dass por el mosaico.
aabelleyra@gmail.com
11 de noviembre de 2019.
Angélica Abelleyra
Periodista cultural especializada en artes visuales y literatura tanto en medios impresos como digitales y en televisión. Es licenciada en Comunicación por la UAM Xochimilco y es autora entre otros libros de Se busca un alma. Retrato biográfico de Francisco Toledo (Plaza & Janés, 2001) y Mujeres Insumisas (UANL, 2007). Hizo la coordinación editorial y la curaduría de la retrospectiva en el Centro Cultural Tlatelolco/UNAM, Rogelio Naranjo, Vivir en la raya (Ed. Turner, UNAM, 2013). Es coautora de los libros Héctor Xavier, el trazo de la línea y los silencios (junto a Dabi Xavier, UV, IVEC, 2016) y De arte y memoria. Bela Gold, una propuesta visual desde los archivos desclasificados de Auschwitz (UAM). Integra el consejo consultivo del Museo de Mujeres Artistas, MUMA.