La cultura no descansa. Incluso en el inminente periodo de receso y distanciamiento social al que nos orilla la pandemia del coronavirus, la cultura no para y refuerza su posición como núcleo social indispensable. Ya sea en forma musical, pictórica, fotográfica, audiovisual y en redes sociales, todo se basa en las interacciones que conforman comunidad en contra de una amenaza más grande.
Quizá es momento de bajar el ritmo y entender a la cultura como un sistema que nos entrelaza y que conforma una visión conjunta en una sociedad, una reflexión que bien podemos ver en los vestigios que quedan en cada elemento que se comparte en internet en tiempo real, una arqueología digital necesaria contra del nerviosismo y la incertidumbre.
Hemos sido testigos de momentos de gran empatía y tranquilidad: Yo-Yo Ma y otros músicos ofreciendo canciones bajo el hashtag #SongsOfComfort, esfuerzos de concientización para quedarse en casa a través de reinterpretación de pinturas célebres, o compartir conocimientos varios con la etiqueta de #TwitterCultural y muchas otras manifestaciones que continuarán hasta que podamos transitar libremente de nuevo.
En México apenas comienza la cuarentena y ya fue secundada por una cascada de cancelaciones o postergación de eventos, cierres o contención de centros culturales o museos para evitar conglomeraciones. Sin embargo, es interesante observar que las expresiones de apoyo también han estado a la orden del día, la cultura ha estado presente.
Siguiendo los pasos de museos y usuarios en otras latitudes, que mantienen un encierro estricto, los recursos virtuales y digitales han resurgido y se vislumbran como una opción latente ante la imposibilidad de experiencias presenciales.
El centro de las experiencias e interacciones pandémicas ha sido el compartir conocimientos para atenuar el tiempo, pero también extendiendo una red de colaboraciones y ayuda muy necesaria en la comunidad cultural y la población en general.
Torrente de opciones
En las redes sociales locales ya inició este movimiento, como bien señala Mónica Mateos-Vega. Así que para darle continuidad, abrir un panorama de arqueologías digitales, aquí se ofrece una lista de recursos disponibles por un buen trabajo de repositorios de memoria virtual.
Tenemos un proyecto paradigmático: la Mediateca INAH. Es un repositorio institucional con una basta colección de fotografías, publicaciones, medios audiovisuales y básicamente toda la producción cultural que tiene que ver con el patrimonio. Importante porque es un esfuerzo de concentración de memoria.
Partiendo de ese mismo esfuerzo se tiene la visita a recintos museísticos y zonas arqueológicas, aunque no es de todos los complejos que mantiene el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), si hay una importante cantidad de ellos.
Para todos aquellos que quieren ser más detallistas, pueden revisar la interesante iniciativa de Giga Pixel, que muestra a detalle de alta definición muchas de las piezas arqueológicas. Similar al recurso anterior, está la consulta de Códices donde incluso se dan sus explicaciones puntuales. Finalizando con la revisión de materiales de consulta, a las revistas INAH se puede acceder libremente para estar al día en los avances y debates antropológicos, históricos y arqueológicos.
Para los que gusten de un acercamiento más directo y personal, pueden revisar todo el contenido audiovisual en plataformas como YouTube donde se pueden seguir los canales de INAH TV y Radio INAH, donde las presencias y voces de los protectores del patrimonio es constante. Complementando, se puede ver los contenidos de otras instituciones, como El Colegio Nacional, o incluso coproducciones entre diversos medios como la excelente serie Antropológicas del Canal Once.
Al navegar se encuentra arqueología, los contenidos son rebosantes y actuales. Dejando de lado la postura institucional, hay varios investigadores que son asiduos usuarios de redes y comparten sus vivencias durante la pandemia que nos cierra el paso. Habrá que ver con atención a algunos de ellos, ya que pueden registrar sistemáticamente los sucesos desde otro punto de vista y siempre es interesante acercarse para abrir una conversación.
Aunque hay muchos problemas que aquejan al sector cultural y a las instituciones patrimoniales, este momento se presta para observarnos y analizar los recursos que ya existen, consultar qué esfuerzos e iniciativas se han logrado y quizá plantear a la arqueología digital de otra manera, entre especialistas y un comunidad más general. Como dicen por ahí, en este momento más que nunca debemos hacer comunidad, porque finalmente todos somos cultura y no pararemos.
Omar Espinosa Severino
Arquéologo de profesión, docente de vocación y geek por convicción.