Arráncame los miles de millones de pesos

 

 

Los miles de millones de pesos mexicanos que circulan en una economía los atrapa el Sistema de Cuentas Nacionales. La tarea no es solamente asunto de banqueros, fondos monetarios internacionales, de celosos ahorradores, de la bendita UNESCO o de abuelitas que guardan fajos de billetes en un cofre.

Hablamos de un montón de dinero que tiene su reservado VIP cuando se habla del sector cultural. De ahí la importancia de la Cuenta Satélite de la Cultura y de numerosas herramientas de conteo a las que acude para cumplir su importante labor desde 2014, año de su nacimiento.

Justamente 20 años antes de la Cuenta Satélite está el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN). Viene de 1994 y fue uno de los frutos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (el difunto TLCAN, reencarnado en el TCMEC).

De una u otra manera, no siempre amable a la vista como a las entendederas, la captación de información económica se acomoda en uno de los más de mil casilleros del neoliberal como feliz cuatroteista SCIAN (cosas de la buena fama).

Dicho de otra manera, todo lo monetizable cabe en 20 sectores de la producción en los que se divide el SCIAN. En cada uno de ellos hay subsectores, ramas, subramas y clases de actividad.

Lo que esta segunda gráfica nos entrega, gracias a la colaboración del INEGI, el GRECU y Paso libre, es el chorro de millones de pesos mexicanos que se generaron en el año 2021 en cada uno de los sectores donde es posible ubicar actividades económicas vinculadas a bienes y servicios culturales.

Conforme sigan las entregas de este serial, podrán apreciar que estas cifras corroboran a quienes se llevan el podio de los dineros. A la vista el campeón del número 51, secundado por el 31-33 y como tercer coronado el tenor de “Otros bienes y servicios”. Este último reúne a otras actividades dispersas que no se nombran directamente por un sector. ¿Fácil, verdad?

Hay variadas conclusiones solamente para sus ojos. Dejo por ahora que en términos del número 23, es muy baja la inversión en infraestructura a pesar del Nuevo Reino de Chapultepec; o que en materias primas de esa naturaleza, con el 21, se cantan pocos pesos. También que los miles de millones del número 93, léase subsidios a la gestión pública, se antojan bien poquitos para el año que canta la Cuenta.

Ni cómo arrancarle dinero al 51.

 

 

 

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