Arte y sensualidad en movimiento

 

Giro tras giro, el aro recorre sutilmente todo su cuerpo: de la cabeza hasta los pies, con el movimiento rítmico de las caderas como su motor. De pronto, es lanzado unos segundos al aire para que vuelva a embonar con los brazos, piernas, torso y cintura de la chica en un crucero de la ciudad.

Xania, a sus 28 años, se dedica al hula hula para completar su gasto, pues en las mañanas tiene un trabajo asalariado en una conocida aplicación de compras de supermercado y farmacia. Y aunque en algún momento tomó clases de danza contemporánea y danza aérea, ella es autodidacta en el también llamado hula hoop, sólo con la ayuda de videos que vio en YouTube.

 

 

Cada vez que se para en un semáforo para hacer su rutina, tiene que torear todo tipo de peligros, desde el acoso sexual hasta evitar que la atropellen: “Trato de estar segura y no equivocarme, tengo que estar atenta de los carros, la gente y el semáforo para que no me pase del tiempo y, además, se escuchará un poco supersticioso, pero me gusta pensar en el dinero para atraerlo”.

Para Xania, el hula hula “es una forma de expresión muy padre, en donde el juego se convierte en baile, y cuando el cuerpo se conecta con el hula, sale el ´flow´, estado en el que estamos tan inmersos en una actividad que somos capaces de parar, alargar o acelerar el tiempo… Se siente muy bien, es muy estimulante”.

 

23 de noviembre, colonia Tabacalera, Ciudad de México.

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