Bitácora de un cautiverio: Paisaje poblano

La tarde del lunes 23, la cuarentena era casi un hecho. Paulatinamente la ciudad de Puebla se había ido apagando. Como en otros lados, nada de escuelas ni universidades. Dejaban de operar los museos y las zonas arqueológicas. En el centro, era notoria la baja de afluencia, aunque algunos bares y restaurantes se resistieran a cerrar a pesar de no tener clientes. Sin embargo, en lo alto del cerro de Acueyametepec, en el Fuerte de Guadalupe, pude observar en la explanada dedicada a los héroes del 5 mayo un contingente de padres con sus hijos, parejas así como deportistas negados a detener sus entrenamientos. Eso sí, todos con cubrebocas. El encierro llegó. (Raúl Nivón-Ramírez).
Foto: Raúl Nivón-Ramírez

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