“El lenguaje de la danza es el de los cuerpos,
que prescinde de las palabras, que se establece
más allá de los idiomas particulares, las posiciones
sociales, las diferencias nacionales y políticas”. [1]
Audrey Azoulay
Desde 1982, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) instauró el 29 de abril como el Día Internacional de la Danza, fecha en que se conmemora el nacimiento del destacado coreógrafo y bailarín francés Jean-Georges Noverre (1727-1810), considerado el padre del ballet moderno.Carlos Mérida[2] definió la danza como “una concreción de todas las artes” que vive en el tiempo y espacio: ligada al tiempo con la música y al espacio por sus cualidades plásticas, sin ser una suma de otras artes. La danza tiene su esencia y autonomía; existe por sí sola y nos dice “lo que la música, la pintura y la poesía no pudieron”.
Si bien esta festividad se extiende a cualquiera de las especialidades dancísticas, me referiré en este espacio específicamente a la danza contemporánea. Demos un breve recorrido por su historia.
Los inicios
El siglo XX trajo consigo múltiples cambios, la danza no fue la excepción. Obedeciendo a sus propias necesidades de desarrollo, la danza moderna es una respuesta al liberarse de los tutús y las zapatillas de puntas de la danza clásica o ballet. Este movimiento surge principalmente en Estados Unidos y Alemania.
Una de las precursoras más significativas de la danza moderna fue la estadounidense Isadora Duncan,[3] su trabajo artístico no se limitó únicamente a “liberarse”, sino a desarrollar una búsqueda constante de un lenguaje propio de movimiento.
Algunos de los principales exponentes de la danza moderna fueron: Mary Wigman, Kurt Jooss. Loïe Fuller, Ruth Saint Denis, Ted Shawn, Doris Humprey, Martha Graham y el mexicano José Limón.
Merce Cunningham, quien fuera bailarín de Martha Graham, en 1953 crea su propia compañía, marca un antes y un después con sus creaciones, dando un giro a la danza moderna para dar paso a la contemporánea, al incluir en su obra elementos de vanguardia como el uso de música electrónica y la tecnología.
Aunque no hay un momento específico, se considera el término danza contemporánea a partir de la década de los años 60. Como parte de sus características podemos resaltar que la escena no se desarrolla necesariamente en un teatro; se representa igual en la calle, en los vestíbulos, en las plazas, o en cualquier espacio público o privado. Además, el vestuario puede ser desde ropa de calle hasta el más elaborado, con o sin escenografía. Otros de los coreógrafos importantes de este movimiento fueron: Pina Bausch y Alvin Nikolais.
Nuestro país
En México, la danza moderna y contemporánea tuvieron su propio progreso. A finales de los años treinta llegaron a México dos grandes figuras que marcaron el inicio de la denominada Época de Oro de la Danza Moderna. Anna Sokolow, quien trabajó con Martha Graham, llegó en 1939 invitada a nuestro país por Carlos Mérida. En 1940 formó el ballet La Paloma Azul, con las bailarinas Ana Mérida, Martha Bracho, Carmen Gutiérrez, Alicia Ceballos y Delia Ruiz. A partir de entonces, Sokolow dividiría su tiempo entre Nueva York y México. También en 1939 llegó Waldeen von Falkeinstein a ofrecen una serie de presentaciones en el Palacio de Bellas Artes. Tras el éxito obtenido, el Departamento de Bellas Artes la invita a organizar un ballet moderno. Waldeen se queda definitivamente a vivir en México.
Antonio Luna Arroyo refirió: “Lo que en Anna Sokolow fue apuntamiento de rumbo, fermento de inquietud, atisbo de posibilidades, en Waldeen fue consolidación, aseveración, verdadera guía rectora.”[4] Guillermo Arriaga describió el grupo de Waldeen como el primero en “concebir danza moderna con esencia mexicana”.
Ambas coreógrafas norteamericanas se relacionaron con grandes artistas de la música y plástica mexicana, quienes contribuyeron en sus obras: Diego Rivera, Silvestre Revueltas, Blas Galindo y Gabriel Fernández Ledezma, entre otros. La coronela, creada por Waldeen en 1939, marca el inicio de la danza moderna nacionalista, siendo una de las características de esta época.
En el artículo que escribí sobre Ana Mérida, pueden conocer más sobre esta época.
En la segunda mitad del siglo XX tres compañías marcaron en México una etapa especial de la danza contemporánea en México: Ballet Nacional de México, fundado en 1948 por Guillermina Bravo; Ballet Independiente de México, iniciado en 1966 por Raúl Flores Canelo, y Ballet Teatro del Espacio, organizado en 1983 por Gladiola Orozco y Michel Descombey. Las tres compañías contaban con subsidio del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), todas con espacio de ensayo propio y presupuesto para producciones y sueldos para bailarines. Fue una época de opulencia para la danza contemporánea. Lamentablemente, por diversas razones, las tres compañías han desaparecido.
El legado de Ballet Teatro del Espacio se encuentra en el sitio web de la compañía; en lo personal La opera descuartizada es mi favorita. Disfrútenla.
En los años ochenta y noventa surgieron varios grupos independientes, tanto en la capital del país como en la provincia, algunos de ellos aún existen: Forion Ensamble, Contradanza, Danza Libre Universitaria, Utopía, Barro Rojo, Ballet Danza Estudio, Teatro del Cuerpo, Contradanza, U. X. Onodanza, Pilar Medina, Contempodanza, Antares y Púrpura, entre otros.
Asimismo, se crean nuevos espacios, como la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se instituyen varios premios y festivales, como el Premio Nacional de Danza, auspiciado por la Universidad Autónoma Metropolitana y el Festival de Danza Contemporánea de San Luis Potosí. También se inaugura el Centro Cultural Los Talleres, espacio para la formación y entrenamiento de grupos independientes.
Con la instauración del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) inicia una nueva forma de producción en las artes concluyendo así, de alguna manera, con la independencia de estos grupos artísticos ya que volvieron a depender de los fondos federales para la realización de sus proyectos. Esto ahora es historia.
En la siguiente parte, hablaremos más sobre lo acontecido en el país en relación a la danza contemporánea.
Hasta el próximo Vuelo del ticús.
Referencias
[1] Mensaje de la Directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, 2018
[2] y [4] Luna, A. (1959). Ana Mérida en la historia de la danza mexicana. México: Publicaciones de danza moderna. Recuperado el 20 de Octubre de 2016
[3] Rodríguez , B. (2005). Isadora Duncan. Madrid: Perymat. Recuperado el 5 de Octubre de 2016
Marcela Flores Ruvalcaba
Bailarina, gestora cultural, docente con especialidad en danza contemporánea; empresaria y productora cultural. Miembro del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Colima, donde forma parte de la mesa directiva. Maestra en Promoción y Desarrollo Cultural, licenciada en Artes Escénicas y egresada de la Escuela Nacional de Danza Contemporánea del INBAL. Fue docente del Instituto Universitario de Bellas Artes de la Universidad de Colima y de varios grupos de danza y teatro de Colima y la CDMX. Productora de obras de teatro, danza y música. Colabora como dictaminadora de artículos para la revista Estudios sobre las Culturas Contemporáneas de la Universidad de Colima.