El primer año de gestión de Ana Gabriela Guevara al frente de la Conade ha sido conflictivo. Aquí, la funcionaria en la inauguración del Campeonato Nacional de Béisbol en San Luis Río Colorado en octubre. (Foto: Instagram de @conadeoficial).

Homo Ludens

Conade, año 1

Raúl Nivón-Ramírez

Tiempo de evaluación

En una entrevista reciente se le preguntó a Ivar Sisniega, secretario general de Panam Sports y director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) en el sexenio 1994-2000, su opinión sobre la gestión de Andrés Manuel López Obrador durante su primer año de mandato. La respuesta de Sisniega, quien también presidió el Comité Organizador de los Juegos Panamericanos de 2011, fue diplomática al afirmar que le resultaba difícil hablar de avances con solo un año de administración. Sin embargo, sí comentó que le quedaban claras tres cosas: 1) “al señor” le gusta el béisbol, al cual le está dando un “énfasis exagerado”; 2) no entiende la reticencia para organizar eventos de magnitud como la Fórmula 1, partidos de la NFL o la NBA, y 3) no hay un plan sexenal que permita perfilar el camino del deporte en la 4T.

Los señalamientos del extitular de la Conade son compartidos por quienes seguimos la política deportiva en México. También compartimos la idea de que es muy pronto para ver resultados. No obstante, la máxima instancia del deporte nacional ha colaborado poco o nada para dotar a la ciudadanía de mecanismos que permitan vislumbrar la ruta que seguirá el deporte durante este sexenio, así como sus mecanismos de evaluación. Aun así, me propongo apuntar lo más trascendental que, en mi opinión, dejó en su primer año la política deportiva de la Cuarta Transformación.

Cambios e inercias

La designación de Ana Gabriela Guevara como directora de la Conade se presentó como un cambio positivo. En su momento se habló de un gabinete con paridad de género, al cual se sumaba el prestigio como deportista de la exatleta. Por demás está decir que las administraciones anteriores contaron con titulares con poca o nula cercanía con el deporte, como en su momento fueron Bernardo de la Garza (2009-2012) y Alfredo Castillo (2015-2018).

Sin embargo, lo anterior dista de ser un cambio en la dependencia, ya que no es la primera vez que un exatleta ocupa este cargo. Recuérdese que las primeras administraciones fueron encabezadas por el medallista olímpico en marcha Raúl González (1988-1994) y el ya mencionado Sisniega (1994-2000), quien fue pentatleta olímpico. Aún más, habría que recordar que tanto De la Garza como Castillo llegaron para sustituir a dos exatletas (Carlos Hermosillo y Jesús Mena), cuyas administraciones pasaron con más pena que gloria.

Sí trascendieron, por otro lado, las modificaciones que la Secretaría de Educación Pública (SEP) realizó a los estatutos de la Conade para el nombramiento de su titular. Antes de estos cambios realizados en febrero, los reglamentos de la dependencia estipulaban que su director debía contar con un grado universitario, requisito que Guevara no cumplía (solo acreditó la secundaria). Por ello, la Junta Directiva de la SEP “subsanó” esta carencia de tal forma que, de ahora en adelante, el máximo dirigente del deporte nacional precisa de “requisitos mínimos” para ocupar el cargo.

Respecto a las proyecciones de la Conade, como ya se señaló antes, no se cuenta con un plan sexenal. La dependencia se ha limitado a consignar en su Programa Anual de Trabajo 2019 que sus objetivos se basan en la directriz 2 del Plan Nacional de Desarrollo: “Bienestar social e igualdad”, a través de la línea de acción: “Contribuir al deporte como esparcimiento, como componente de salud pública y con apoyo al alto rendimiento”. Amén de la ambigüedad de esta intención, resulta preocupante el abismo que separa al deporte como parte de la salud pública (¿un medio para prevenir enfermedades?) del alto rendimiento. De igual forma, parece orientar su esfuerzo hacia dos objetivos que no parecerían ser parte de la SEP. Sin embargo, esta nueva orientación hacia la directriz 2 no se ve reflejada en el organigrama ni en los programas de la dependencia, los cuales siguen siendo los mismos del sexenio anterior.

Probablemente, el único cambio perceptible en cuanto al diseño de una política de detección de talentos y de alto rendimiento es la eliminación de la Olimpiada Nacional (ON). La ON se proponía la formación de deportistas adaptando el modelo canadiense; fue implementada por Sisniega en 1996. La crítica de Ana Guevara hacia la ON se centró en dos argumentos. Por un lado, señaló en una entrevista con TUDN, sus ciclos competitivos no resultaban compatibles con eventos nacionales e internacionales; y por otro, consideró que en vista de que la olimpiada representaba una de las vías más importantes para acceder a estímulos y becas, tanto atletas como entrenadores daban prioridad al evento en detrimento de competiciones de mayor envergadura.

Finalmente, la titular de la Conade afirmó que la ON se asentó como un modelo que, en algunos casos, regionalizaba algunos deportes (como el béisbol), y otras veces incrementaba las desigualdades entre los estados. En sus declaraciones se advierte que la olimpiada, lejos de favorecer el crecimiento en entidades con poca presencia deportiva, incrementaba la hegemonía de los estados que siempre son protagonistas (Nuevo León, Jalisco y Baja California). En suma, la exvelocista ha sentenciado que la ON desaparece “porque se prostituyó, perdió su esencia y ya no genera talento”.

Contrastes y conflictos

El primer año de gestión de Guevara puede describirse como contrastante y conflictivo. Desde mi perspectiva, los tres temas trascendentales fueron: 1) los estímulos al alto rendimiento; 2) el presupuesto y rendición de cuentas, y 3) la imagen de la titular de la dependencia.

Con respecto al primero, los excelentes resultados obtenidos en los Juegos Panamericanos de Lima del presente año contrastan con los estímulos a la alta competición. Esto se resume en el ajuste de las becas de algunos deportistas (junio) y el cierre del laboratorio de control de dopaje (17 de julio). Las razones aludidas por la titular fueron que era necesario poner orden “porque había muchas fallas”. Señalaba además que muchos deportistas no cumplían con los requisitos estipulados por las reglas de operación.

Sobre la decisión de cerrar el laboratorio de control de dopaje (el cual estaba avalado por la Agencia Mundial Antidopaje –WADA, por sus siglas en inglés—), se argumentó la falta de recursos para su mantenimiento, que ascendía a 35 millones de pesos al año, de los cuales se recuperaban apenas 3 millones de pesos por servicios de control antidopaje, siendo la Liga MX el principal cliente. Ambos temas generaron críticas y descontento mediático que lograron apaciguarse con la entrega de becas a los 544 deportistas que participaron en los Juegos Panamericanos, así como estímulos extra para los medallistas.

El tema del presupuesto también presentó contrastes. Habría que recordar una tendencia a la reducción de los montos desde 2011. Para 2019 se habían asignado alrededor de 1,718 millones de pesos, cifra aún menor que los 2,100 millones de 2018. Sin embargo, la cantidad final de la dependencia se cerró en 2,631 millones de pesos. No obstante, de acuerdo con la exvelocista, incluso con este aumento, se preveía que a partir de agosto no se contara con recursos ni “para pagar la luz”, por lo que solicitó 500 millones de pesos adicionales para cerrar 2019, cantidad que fue autorizada en julio.

La rendición de cuentas resultó ser un tema de conflicto, particularmente con las comisiones de Juventud y Deporte de la Cámara de Diputados y el Senado. Las comparecencias, que se atendieron después de varios llamados, fueron ríspidas y Guevara se mostró desafiante con los legisladores. Los cuestionamientos giraron en torno a la asignación de becas y a las cuatro investigaciones a Conade por presunta corrupción abiertas por la Secretaría de la Función Pública. Estas, de acuerdo con medios impresos, giran en torno a acusaciones sobre corrupción, usurpación de funciones, conflicto de intereses y colusión con empresas beneficiadas de forma indebida por el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar). Sobre estos asuntos, la titular de la Conade se negó a proporcionar detalles argumentando que las investigaciones se encontraban en curso.

Finalmente, sobre la imagen de Guevara, la dirigente se ha mostrado dura e incluso intransigente con temas como el de las becas de los atletas. En este sentido, la medallista no ha dudado en hablar de “berrinches” o de referirse a las administraciones anteriores como la “caca del pasado”. Este mismo tono fue el que prevaleció en su comparecencia con los diputados, situación que sin duda resulta preocupante considerando las facultades del Congreso para la aprobación de los presupuestos.

La directora de Conade fue vista también recientemente haciendo compras en el Palacio de Hierro de Polanco durante sus horas de trabajo. Al respecto, Beatriz Pereyra (revista Proceso, 4 de diciembre) escribió que, además de la mala imagen proyectada por Guevara al “no estar atendiendo asuntos del deporte nacional”, ha quedado claro que tiene otras prioridades en oficinas distintas a las de la Conade, donde rara vez se le encuentra. Estas, de acuerdo con la periodista, se ubican en la sede nacional del Partido del Trabajo, donde la medallista prepara su candidatura al gobierno de Sonora.

¿Cuál es el balance final de este primer año? ¿Cuáles son las proyecciones para 2020, por demás año olímpico? Por el momento dejaré indicadas estas preguntas para atenderlas con mayor extensión en la siguiente entrega.

nivon2099@gmail.com

Twitter: @ra_niv

16 de diciembre de 2019.

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