El Bosque de Chapultepec;
de todos, no de AMLO y Orozco

Bosque de Chapultepec Primera Sección (Fotos: Adriana Malvido).

Extraño sería que los árboles no recordaran. Más aún los ahuehuetes que tienen más de 300 años ahí. Viejos y testigos mudos de la historia. Son más de 55 mil, entre fresnos, cedros, troenos y fotolacas centenarios, hijos y nietos de los primeros, cuya historia se remonta a tiempos inmemoriales. Con sus 686 hectáreas es el parque más antiguo de América, dicen los que saben. El Cerro del Chapulín, sagrado para nuestros ancestros, era morada de los dioses Tlaloc y Chalchitlicue. El poeta Nezahualcóyotl lo intervino en el año 1460 para realizar un acueducto que llevaría agua desde el Cerro hasta Tenochtitlán. Fue jardín del emperador Moctezuma, casa de Maximiliano y Carlota. Ha sido símbolo de poder, fuente inagotable de mitologías y de temas para las artes, la poesía y la literatura. Una maravilla botánica, un espacio único, el ombligo cultural y natural de México. El Bosque de Chapultepec tiene, en pleno siglo XXI y en medio de una pandemia aún indescifrable, mucho que decir.

Desde que se anunció en campaña que Los Pinos sería transformado en “uno de los complejos culturales más importantes de América”, Morena abrió una página web en la que preguntaba a la gente: “Ahora te toca a ti: ¿Qué quieres que incluya el complejo cultural más grande del mundo?”. Ahí quedó, entre miles de comentarios, el de Jimena Torre que se preguntaba: “¿Por qué todos los proyectos en México tienen que ser mega?”. Aún se ignoraba que el proyecto iría mucho más allá hasta cubrir las cuatro secciones del bosque. Que el presidente Andres Manuel López Obrador invitaría personalmente a Gabriel Orozco para hacer del espacio “el parque más grande del mundo” con todo un nuevo complejo biocultural y al menos doce nuevos espacios museísticos, puentes flotantes y deprimidos… En términos de biodiversidad cultural “será incomparable con ningún otro sitio en el mundo”, en palabras del artista visual.

Si algo nos ha enseñado la pandemia del coronavirus es que la supervivencia de la humanidad depende de qué tanto sabremos reconciliarnos con el medio ambiente, reconocer que no somos dueños sino parte de la naturaleza, que el cambio climático y sus estragos en la vida de miles de millones de personas, se debe al antropocentrismo y que, de la voluntad política y el compromiso internacional para mitigar los efectos del calentamiento global, depende el futuro de nuestras vidas. En ese contexto, emerge el tema de Chapultepec.

Junto con los árboles, mudos y resistentes, hay organizaciones ciudadanas que trabajan día y noche en la defensa de la conservación del Bosque de Chapultepec y en la elaboración de propuestas para que el proyecto presidencial “Chapultepec, naturaleza y cultura”, cuyo Plan Maestro se presenta el 7 de noviembre, respete la voz del parque y el derecho ciudadano a un medio ambiente sano.

La sociedad civil levanta la voz por Chapultepec. Lo saben aquellos viejos árboles testigos, hace 18 años, del nacimiento del Consejo Rector Ciudadano (CRC) y del Fideicomiso Pro-Bosque de Chapultepec, creados para involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones junto a las autoridades del gobierno de la ciudad de México, en torno al parque. La idea de reunir ciudadanos, intelectuales, periodistas, amas de casa, cantantes, científicos, empresarios y académicos, partía de una auténtica preocupación por el lugar, de la necesidad de atender las plagas, la vegetación enferma, la sobreocupación de vendedores ambulantes, la infraestructura obsoleta, los lagos con aguas estancadas, la escasa iluminación nocturna, la urgencia de un mantenimiento… Curiosamente esta organización tripartita se formó con Andrés Manuel López Obrador como jefe de gobierno y Claudia Sheinbaum como su secretaria de Medio Ambiente. En medio de todo el debate actual ni el CRC ni el Fideicomiso Pro-Bosque (que ha conseguido, al menos 500 millones de pesos en donativos para el parque) ha expresado su punto de vista públicamente.

Pero muchas organizaciones ciudadanas más defienden a Chapultepec de los planes emprendidos desde el poder para un proyecto faraónico de más de 10 mil millones de pesos, en plena emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19 y en medio de una crisis económica que ha golpeado severamente a las instituciones que velan por el patrimonio cultural y natural del país. El Frente Ciudadano por la Defensa y Mejora del Bosque de Chapultepec y el Movimiento Colectivo por la Cultura y el Arte en México han sido incansables en su activismo. Les inquieta, por ejemplo, el costo del mantenimiento a largo plazo ¿está contemplado? Preocupa también, que del presupuesto asignado al sector Cultural para 2021 (13 mil 367 millones de pesos) el 25 por ciento (3mil 508 millones) sea para un proyecto de Orozco.

Vista actual del canal al interior del Jardín Botánico que precisa rescate inmediato. (Foto: FYJA).

“Las amazonas” del Jardín Botánico

Así se conoce a un grupo de mujeres que desde 2014 le dieron nueva vida al Jardín Botánico. Encabeza el movimiento Patricia Elías Calles quien sostiene: “Si algo nos ha enseñado la pandemia es a establecer prioridades. Y una de ellas es que es tiempo de valorar la importancia de los espacios verdes, de preservarlos, conservarlos y mejorarlos. México es uno de los países más megadiversos del planeta y merece ese gran jardín botánico en el corazón de la Ciudad de México. El actual, en la primera sección de Chapultepec ya tiene esa ubicación privilegiada, espacio ideal para que habitantes y visitantes disfruten de la gran biodiversidad del país y aprendan de ella”.

Ahí donde Gabriel Orozco anuncia la construcción de un Pabellón de Arte Contemporáneo, se encuentra el Jardín Botánico “un oasis en medio de este monstruo urbano, un refugio para quienes vivimos en la ciudad, incluidos polinizadores, aves, mamíferos y hasta axolotes, así como distintas especies de plantas y árboles, algunas en peligro de extinción y difíciles de encontrar como ‘el árbol de la manita’”.

Socióloga, nieta de una profesional del paisajismo e hija de una integrante de la Federación Mexicana de Jardinería, Patricia visitó festivales de flores y jardines que se llevan a cabo alrededor del mundo y se propuso organizar uno en la ciudad de México. En esas estaba cuando encontró el Jardín Botánico de Chapultepec prácticamente abandonado. Así nace, en 2014, la idea de revivirlo que se concretó en una iniciativa ciudadana en la que participaron paisajistas, biólogos, arquitectos, jardineros y botánicos. El proyecto de rehabilitación cobra forma en 2016 cuando se rescatan seis jardines. En 2017, con aprobación del CRC y el Fideicomiso Pro-Bosque se realiza el primer Festival de Flores y Jardines con 14 espacios recuperados y 38 mil asistentes en tres días. Además de la exposición floral se realizan talleres gratuitos de composta y reciclaje que reúnen a 38 mil personas. Cuentan con 136 voluntarios capacitados por CONABIO (Comisión Nacional para el Uso y el Conocimiento de la Biodiversidad) y el gobierno se da cuenta del enorme interés de la gente por el conocimiento de las plantas y los árboles. Así, para 2018, con apoyo gubernamental, se realiza la segunda edición del Festival cuando ya había 18 jardines restaurados y un nuevo invernadero de manejo, hecho de bambú, que incluía el canal de desagüe del lago y la rehabilitación del Orquideario. Los talleres logran la participación de 3 mil 700 personas y la asistencia al festival alcanza en tres días la cifra de 70 mil visitantes.

En octubre de 2019, la asociación ciudadana que encabeza Patricia Elías Calles se ve obligada a salir del Jardín Botánico. Intentan un diálogo con Gabriel Orozco. No prospera. Comenta: “Es un lugar privilegiado, si el proyecto gubernamental realmente apuesta por una de cultura ecológica en lugar de construir un Pabellón de Arte Contemporáneo ¿por qué no mejor convertir el espacio en un Museo Nacional de Plantas Vivas? ¿Por qué no invertir en el saneamiento de los árboles, la regeneración del suelo, la recuperación de su canal, la rehabilitación de su orquideario siendo México uno de los países con mayor diversidad de esta especie?”.

Festival de Flores y Jardines. (Imágenes: FYJA).

Según ha escrito el arquitecto Mario Schjetnan, lo que se denomina hoy Primera Sección (configurado por Avenida Campos Elíseos, el Anillo Periférico al Poniente, Avenida Constituyentes al sur y el Circuito Interior Bicentenario al oriente) es la visión que se tuvo en la época de Porfirio Díaz (1907) de la creación de un parque público “moderno” inspirado en el Bois de Boulogne de París.

El paisajista tuvo a cargo el Plan Maestro de Rehabilitación del Bosque de Chapultepec en la Primera Sección y advierte “una maravilla botánica en si misma” con sus 55 mil árboles y más de 160 ahuehuetes patrimoniales mayores a los 300 años; una enorme variedad faunística en aves, mamíferos y anfibios; con amplios servicios ambientales en términos de captación y recarga al acuífero y en cuanto a la producción de oxígeno y humedad a la atmósfera de la ciudad de México.

Hay que visitar el Jardín Botánico para entender por qué, cuando se anuncia en agosto que será trasladado a un nuevo Centro de Cultura Ambiental que se diseñará en la segunda sección, organizaciones ciudadanas, trabajadores del arte y la cultura, escritores, poetas, artistas… se movilizan, convocan a reuniones con Gabriel Orozco y con las autoridades, hacen circular una adaptación de “Escándalo” que bailan y cantan, y junto con profesionales de museos y entidades culturales organizan un maratón nacional vía streaming.

Los viejos árboles guardan en su memoria cuando el Jardín Botánico se instaló en los años 70 junto al Museo de Arte Moderno y Paseo de la Reforma con énfasis didáctico para mostrar la riqueza botánica del altiplano de México, entonces también se restauró y se recuperó el Orquideario con el esplendoroso vitral Art Decó de los años 20.

Y si retroceden más en el tiempo, esos viejos árboles recordarán, como hizo recientemente el escritor Fernando Fernández en su blog Siglo en la Brisa, un episodio revelador que la pintora Teresa Velázquez, inmensa voz en la defensa del bosque, leyó recientemente en público. Se trata de un texto de Gerardo Deniz. Lo saca a luz Fernando y dice: “Casi nadie lo sabe o lo recuerda, pero en el lugar donde hoy se alza el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México hubo un singular invernadero, el cual fue destruido sin ningún miramiento en 1964”.

La cita procede del volumen de prosa reunida de Gerardo Deniz, De Marras (pág. 844): “Un mediodía (quién sabe cuál mes, 1964), hora de comer […] en lugar de correr a la Franklin o masticar revistas o hacer alguna traducción odiosa, malpagada y necesaria, volé no sé cómo a Chapultepec, a tiempo de asistir, en pleno, a la demolición inesperada de mi invernadero esencial. Arriba, entre el esqueleto metálico, los bestias –siempre ellos (a veces tienen título de doctorado)– martillaban para destrozar los grandes vidrios, que caían alrededor, frente a mis pies. Los pedazos puntiagudos se clavaban en la tierra. Adentro –ya se veía el interior que yo tan bien conocía– los vegetales, otrora sagrados, despidiéndose estoicos. Las plantas, los recodos, los recovecos. Donde anduvo el cocodrilo, donde la martucha o los peces. La melaleuca, el cafeto, la mano de león, la dombeya; mil cactos. Química del indol, rotador rígido, alcaloides de la cicuta –y dientes quebrados contra la membrana vibrante, contra la termodinámica estadística de Glasstone, contra la perturbación y la variación. Donde el olfatear una flor rara me desencadenó una crisis mortífera. En fin… Al carajo. Todo al carajo. Cuán simbólico. Ahora allí se alza el Museo de Arte Moderno. Nada tengo en su contra –salvo recordar lo que antes hubo en el mismo espacio. Donde ahora es el estacionamiento estuvo la Island of the Fay. En ella analicé favorablemente la posibilidad de comprar un microscopio. No, no me hagan más pendejo de lo que soy. Yo sé de sobra que hoy no es como 1964, ni 1964 como 1950. Sé que hacen falta estacionamientos. Nada más: ¿por qué han de construirse donde ‘estaba bien’? ¿Por qué no demuelen –a 100 metros– este o aquel edificio de mierda para hacer museos con estacionamientos, dejando simplemente en paz lo que estaba bien?”.

Lo mismo se preguntan hoy quienes se resisten a que se construyan once espacios más en un bosque donde ya habitan 16 museos.

Rehabilitación de los Parreres Colorados, antes (izq.) y después (der). (Foto: FYJA).

Los paisajistas

Para la Sociedad de Arquitectos Paisajistas de México (SAPM) “es esencial conservar y fomentar la vocación de este sitio como jardín botánico y que pueda albergar la maravillosa diversidad biológica con la que cuenta nuestro país, sobre todo la flora y la fauna misma del Bosque de Chapultepec”. Así lo expresan sus integrantes en una carta dirigida al presidente Andrés Manuel López Obrador a principios de septiembre.
La construcción de otros museos relacionados con la cultura como el Pabellón Contemporáneo Mexicano “pudieran tener cabida en otras instalaciones del bosque. Nos preocupa el impacto que las obras (…) puedan tener sobre el actual jardín botánico”.

Los paisajistas recuerdan que Chapultepec es una Área Natural protegida por ley y citan la Carta Mexicana del Paisaje firmada en 2011 y la Carta del Paisaje de las Américas de 2018: son cinco los estratos definidos para el paisaje, naturaleza, cosmovisión, cultura, ética e identidad “que de manera imperiosa habrán de ser considerados para su propuesta”. La ética, explican “se refiere a la relación entre ética ambiental y estética”.

En un detallado documento, la SAPM pone especial atención en la propuesta del Proyecto Ambiental, pide plan de manejo, plan de mantenimiento por sección y por zona. Considerar mínimas intervenciones constructivas y conservar la misma cantidad de metros cuadrados de área verde por habitante y que tiene el Bosque de Chapultepec y evitar la sobrecarga de visitantes. Salvaguardar las zonas de agua, vestigios y ruinas arqueológicas, así como infraestructura hidrológica prehispánica como apantles, baños y estanques. Advierten que si bien el área de captación de agua de la cuenca de las cañadas de la tercera sección es de 400 hectáreas, la absorción es mínima ya que el torrente va a dar a la presa de Dolores y de ahí a la segunda sección donde se entuba y luego va a dar al drenaje profundo con escasa infiltración en el subsuelo.

En su carta piden al presidente que se tome en cuenta al “Proyecto de Rehabilitación de la Tercera sección del Bosque de Chapultepec” aprobado en marzo de 2018 por el Consejo Rector Ciudadano.

Comparativa de recuperación en el Jardín de Dalias. A la izquierda, apariencia del espacio en 2015, a la derecha, espacio rehabilitado. (Fotos: Marcela Álvarez).

Protectoras de las barrancas

Desde hace una década las barrancas del poniente de la ciudad de México las han visto luchar por su rescate. Por delante Marcela Álvarez, una de las líderes de este grupo de participación ciudadana, cuenta en entrevista los encuentros con Gabriel Orozco y con las autoridades, para insistir: “Antes que construir infraestructuras el proyecto Chapultepec debe sanear y recuperar el bosque como área de conservación; hay gente muy preparada en el taller del artista, pero falta una visión integral que de atención prioritaria al tema ambiental; si van a invertir y tienen recursos que sea en lo más necesario”.

Decretada como Área de Valor Ambiental, la Tercera Sección de Chapultepec es la parte más degradada del Bosque. Ahí, la Barranca de Dolores brinda importantes servicios ambientales en una ciudad tan contaminada como la de México: mitigación del cambio climático, captura de bióxido de carbono, recargo de mantos acuíferos, regulación de temperatura y humedad, control de ruido, hábitat de flora y fauna invaluable para el bienestar de todo el mundo. Se pregunta Marcela: “¿Cómo interconectar las cuatro secciones sin sanear antes el bosque? ¿Por qué construir antes de restaurar?”. Explica que una parte de la sección se encuentra gravemente afectada por invasiones, apropiaciones indebidas, irregularidades en los permisos de construcción. Hay zonas llenas de plagas, altos índices de inseguridad. De las 216 hectáreas que comprenden la Tercera Sección, 144 son áreas verdes “y sólo van a intervenir 40, nosotros pedimos que sea un proyecto más integral”.

De la inversión estimada para el “Chapultepec Naturaleza y Cultura”, lo asignado a la restauración ambiental de la Tercera Sección constituye únicamente el 0.26 por ciento por lo que “pedimos transparentar los costos de la infraestructura de conectividad y recreativa en relación con los presupuestos para restauración ecológica”.

Hace diez años, ella misma inició un proyecto de rehabilitación de un área verde cercana a su casa: Barrilaco. La barranca estaba abandonada, era un basurero. Hoy, sus 20 hectáreas están saneadas y funcionan como espacio público con servicios ambientales. Lo que comenzó como una tarea vecinal se convirtió en una organización ciudadana en 2015. Les decían “Las cuatro fantásticas”, luego “Las locas de la barranca”, ahora reúnen a un grupo mucho mayor cuyo compromiso consiste en proteger, rescatar y cuidar las barrancas y áreas verdes de la zona poniente de la ciudad de México y preservar el patrimonio ambiental que representan.

A la izquierda, Islas de fertilidad en la zona biocultural Joaquín Clausell de la Tercera Sección de Chapultepec, técnica agroforestal que forma parte del nuevo proyecto “Chapultepec”. En el centro, zona de la Tercera Sección que requiere rehabilitarse. A la derecha, Chapultepec en su esplendor, zona ubicada en la Tercera Sección. (Fotos: Cortesía de Marcela Alvarez y el Grupo de Rescate de Barrancas y Áreas Verdes del Poniente).

El Grupo de Rescate de Barrancas y Áreas Verdes del Poniente, en voz de Marcela Álvarez se pronuncia acerca de la Tercera Sección de Chapultepec: “A pesar de que hemos dialogado con Orozco, lo que vemos es que de ambiental el proyecto tiene muy poco: sólo el 28 por ciento del bosque queda como área de conservación en toda la Tercera Sección, ojalá que Claudia Sheinbaum retome la causa verde y atienda, porque es el área más dañada”.

Aclara: “No queremos parar el proyecto sino contribuir, visibilizar, incidir. Nuestro activismo es propositivo y tenemos el conocimiento técnico”. En una carta dirigida a Claudia Sheinbaum, José Alfonso Suárez del Real y Marina Robles, autoridades del gobierno de la ciudad de México, y al artista Gabriel Orozco, el grupo presenta un impecable y detallado diagnóstico ambiental de la Barraca de Dolores y la Tercera Sección, su potencial y sus necesidades más apremiantes. Hacen observaciones puntuales al proyecto oficial, por ejemplo, en torno a las denominadas “islas de fertilidad” que requieren de pruebas antes de implementarse a gran escala, rechazan el derribo de árboles indiscriminado “sin distinción” entre individuos sanos, muertos o enfermos y la poda masiva de pastizales. En pocas palabras: “No necesitamos más museos sino el rescate del pulmón de nuestra ciudad”.

Los viejos árboles del Bosque de Chapultepec abren sus ramas y abrazan a sus aliados. Guardan en su memoria las palabras de Ferdinand Bac que alguna vez escucharon: “Un buen jardín contiene en sí mismo al universo entero” y se preguntan si hoy podemos darnos el lujo de conservarlo.

 

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