Uriel Martínez Venegas (1950-2020);
In memoriam de un poeta en azotea

Uriel Martínez Venegas (Foto: Alex Neri).
Nota de la redacción

La mañana del jueves 24 de septiembre, nuestra querida colega Grecu y editora en la primera etapa de Paso libre, la periodista Angélica Abelleyra, nos envió a los ahora editores responsables, un conjunto de poemas que su amigo el zacatecano Uriel Martínez Venegas le hacía llegar para valorar su publicación en nuestra sección Otros territorios. Por razones de programación, le pedimos a Angélica unas semanas para tomar de la muestra unos ejemplos del arte poético de Uriel, quien falleció el martes 6 de octubre. Fue así que Angélica entabló el diálogo que hace posible esta bella remembranza de quien fue su amiga, la escritora Ana Clavel, a quien agradecemos profundamente su colaboración en este homenaje póstumo.

Cuando conocí al poeta Uriel Martínez Venegas en su paso por la Ciudad de México, durante unas vacaciones de diciembre en que buscaba alejarse de ese congelador de ciudad que era su Zacatecas natal, me obsequió su libro Lubricantes (Juan Pablos Editor, 2017), un volumen de alta densidad poética. Nos vimos por el rumbo de la antigua librería Gandhi pues yo empezaba entonces a trabajar una novela sobre el también poeta Darío Galicia, amigo de Uriel desde los lejanos años setenta, que durante más un par de décadas estuvo desaparecido.

El dato sobre su amistad me lo pasó Braulio Peralta y me conminó a buscarlo, pero me advirtió que no le mencionara su nombre al poeta zacatecano. Uriel podía ser un arcángel de generosidad pero también acumulaba resentimientos. Menciono esto porque aunque es costumbre hablar sólo bien de los muertos, verlo como un ser humano con contrastes puede ayudarnos a dimensionar su complejidad y su poesía. Antes había publicado los poemarios Primera comunión, Vengan copas, La noche de Hugo (y otros poemas), Bulevar infinito, y libros de cuentos como Zepelín compartido y Los cuervos. También una obra de teatro, Tres de José Alfredo, melodrama en dos actos que utiliza como contrapunto canciones del compositor guanajuatense para resaltar el abandono, la soledad y la tristeza en la que sus personajes se precipitan en el abismo.

Poemas suyos aparecieron en revistas impresas y digitales de Puerto Rico, Colombia, Argentina, España y Uzbekistán. También fue incluido en la antología Donde está el humo, compilada en Nueva York, en Asamblea de poetas jóvenes de México de Gabriel Zaid y en Sol de mi antojo. Antología poética de erotismo gay reunida por Víctor Manuel Mendiola. En tiempos recientes, atendía un par de blogs en redes sociales: “Los Lavaderos” y “La Azotea”, irónicos lugares privilegiados para la observación y el entretenimiento, donde compartía actualidades del mundito literario y lecturas y poemas de autores consagrados y otros muy jóvenes.

Conmigo fue generoso aquella vez que nos vimos en Gandhi: me compartió recuerdos y testimonios de la época y del mundo de Darío. Después, cuando regresó a Zacatecas, mantuvimos contacto por Messenger y nuestro diálogo se aderezó de picantes anécdotas, críticas y chismes del medio. Poco después me envió el PDF de su libro Primera comunión, editado por Premia en 1983, pues ya no se conseguía. Ahí apareció el poema “Lady Orlando”, dedicado a un joven Darío Galicia, donde daba cuenta de cómo la desgracia le había caído encima con el peso de una Enciclopedia Británica —no sin un dejo de ironía pues el poeta Galicia era amante de la literatura en lengua inglesa y después de ese encontronazo tuvieron que intervenirlo y ya nunca se recuperó del todo.

Yo me daba cuenta que sobre todas las cosas Uriel era un solitario recalcitrante que amaba los libros y el arte. Conforme lo fui leyendo, descubrí a un poeta profundo, a quien no se le prestaba suficiente atención. Tal vez porque la suya era una poesía de crudeza emocional, con un erotismo homosexual muchas veces descarnado. Yo creo que saberse tan buen poeta y tan poco reconocido le hacía mella, sobre todo al ver los malos poemas que revistas prestigiosas y premios consagran con demasiada venalidad. Eso lo había hecho afilar la mirada crítica hacia los otros y la exigencia hacia su propio trabajo.

Quien lea su poesía reconcentrada se dará cuenta que ahí se dan cita la carnalidad de las pasiones, el golpe de conciencia a partir del deterioro y la soledad, o las bajezas personales que todos guardamos en el clóset, transfiguradas en oscuro espejo verbal. Sus poemas son muchas veces entrañables encuentros con la inocencia primera y sus edenes que, irremediablemente, ya no nos abandonarán jamás. Pero también borbotones de sangre, semen y desasosiego de noches y días furibundos. Lúbricos hasta el tuétano del desamor, relampaguean un horizonte donde el cuerpo y sus humores, el corazón y sus graznidos, galopan el fulgor de una herida vital. Como cuando dice: Escúchala, es la noche abierta/ como rosa a punto de sangrarse, y nos invita a inundarnos de belleza despiadada y espesa claridad.

En la novela que escribo y que lamentablemente ya no leerá, yo lo nombraba Arcángel Uriel porque había venido a iluminarme en el laberinto de versiones sobre la vida de su amigo Galicia. Por esa novela en proceso y por su propia poesía hermosa y brutal, nos hicimos cómplices. Por eso ahora lo despido con tristeza —otra vez la Ciencia de la Tristeza de la que hablaba su amigo Darío—, pero sabiendo que volveremos a encontrarnos para que me lea poemas de honda y sabrosa soledad, y nos ríamos de la aleve vida desde esa otra azotea que algunos llaman eternidad.

 

Remembranza por Ana Clavel

septiembre de 2020

 


Poesía de Uriel Martínez Venegas


 


 

 


 


 

 


 

In Memoriam

 

Uriel Martínez Venegas

(1950-2020, Zacatecas).

Estudió Letras Españolas en la UNAM, tomó cursos de traducción de francés y ha ejercido el periodismo literario en medios capitalinos, de Xalapa, Monterrey, Torreón y Tamaulipas. Ha publicado poemas en revistas impresas y electrónicas de Nueva York, Puerto Rico, Colombia, Argentina y España. Los últimos libros aparecidos son Lubricantes, Los cuervos y otras historias de horror y Bulevar infinito, en México y Zacatecas. Tiene credenciales del Insabi e Inapam. Sus textos han aparecido en Cuadernos de Humo, Cuadrivium, Arquitrave, Alforja, Punto de Partida, Cosmos, Punto y Aparte, Brecha, Barca de Palabras, Cordillera, Cielo de Palabras, entre otras.

 

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