El lado o-culto de Tepito

El Cine Victoria, en el Tepito que vio nacer a Alfonso Hernández. (Fotografía de Bety Villalón García, tomada de local.mx).

 

Alfonso Hernández Hernández*

Hojalatero Social y Cronista

 

Odisea urbana del Homo-Tepitecus al Ñero-en-la-Cultura

Tepito ha sido mi espacio barrial primordial, en el que vivo desde hace 73 años. Y mi quehacer cultural consiste en privilegiar el carisma vecinal contra el estigma delincuencial. Por lo que mi noviciado lo cursé en una de tantas matrilocalidades prodigiosas, convertidas en la columna vertebral del barrio con vecindades rizomáticas, en cuyas azoteas aprendes a mamarme la miel a las estrellas o a jalarle duro al cáñamo de tu papalote.

La estrategia de este quehacer cultural, consiste en combatir el piojo de la ignorancia de lo que es y representa el barrio de Tepito, en el que sus gestos y gestas consisten en seguir mojándole la pólvora a quienes están en contra de su permanencia en el segundo perímetro del Centro Histórico.

Tepito es un barrio que todavía existe porque resiste. Donde si a Dios se le debe la vida, a Tepito la comida. Por eso se trabaja duro hasta que se hace oscuro. Pasando del trompo al trompón y creciendo como los bisteces: a chingadazos.

Acá, la Musa callejera y la Señora pobreza, nos enseñaron que el arte no es un objeto de consumo, ni la cultura un espectáculo. Por eso es que los tepiteños hemos aprendido a mamar dando topes contra todo lo que nos disgusta.

En éste contexto histórico y cultural, nos la rifamos ejercitando el lenguaje corporal, visual y verbal. Donde la práctica del albur fino es un ajedrez mental, con el que calibramos los pocos reflejos de quienes tienen muchos complejos, en un duelo de ingenuos contra ingeniosos. Porque si a México ya lo convirtieron en el Tepito del mundo, Tepito se significa como la síntesis de lo mexicano.

Por ser Tepito uno de los epicentros de ésta ciudad caótica, en la que un barrio sin sombra no infunde respeto. Para nosotros, ser barrio se traduce en una forma de vida, en un estado de ánimo, en una forma de ser y en un estado mental, para estar siempre al tiro de todo lo que atente contra el barrio.

Desde nuestro Centro de Estudios Tepiteños, hemos estructurado y consolidado varias actividades e intervenciones que andan en los campos de la gestión cultural.

Un Diplomado de albures finos, que consta de cuatro sesiones en la galería del INBA en Tepito y que se imparte cuatro veces al año, de manera gratuita, reivindicando la esencia de la picardía mexicana, fomentando la lectura y el desarrollo de la inteligencia emocional.

El Tepitour, con una caminata como recurso cultural, para experimentar una alternativa diferente para apreciar la neta del barrio, conociendo los aspectos y visitando los lugares más representativos de Tepito y su asombrosa socialización barroca.

La intervención y el mural de Las 7 Cabronas e Invisibles de Tepito, con lo que se reivindicó el rol femenino en éste barrio macabrón.

Los Marco Polo de Tepito, con un registro de la experiencia viajera y comercial de los tepiteños, en los principales nichos del tianguis global. Pues el mercado popular de Tepito es un rescate antropológico del Tianguis de Tlatelolco, ejerciendo un capitalismo a la brava como forma de ciudadanía y de soberanía, frente a tanta fayuca cultural.

Difundir a Las Gardenias de Tepito, un equipo de futbol de transexuales que viven y trabajan en estéticas y comideros del barrio. Que con el deporte consiguieron reivindicar su estatus y ser consideradas como ídolos del barrio.

Otras actividades y ocurrencias para incentivar la vitalidad de las calles y los espacios públicos con más referentes históricos y convivenciales, en el que los vecinos son actores y tejedores de lo social, jugando a entrelazar lo real con lo simbólico, como espejo de identidad.

*Este texto forma parte del libro colectivo Antología de la gestión cultural. Episodios de vida, compilado por Eduardo Cruz Vázquez y publicado por la UANL, en 2019. Disponible en la Tienda del Grecu.

 


 

Nota a los lectores
Al revisar el historial de Messenger con Alfonso Hernández, Eduardo Cruz Vázquez se topó con esta singular grabación alburera que le envió sin anotación alguna, es decir, puro albur fino, un recorrido gastronómico por Tepito al ritmo de la bella mujer que orienta en la aplicación Waze. No pongan cara de camote y disfruten del cabo al rabo, a ver si le entienden, le captan o se doblan.

 

 

 

 

 

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