“La vida que defendemos”, en San Mateo del Mar, Oaxaca, foto de Maya Goded. Las comunidades del istmo están dispuestas a dar la batalla contra el Corredor Transístmico. (Fotos: Cortesía DesInformémonos).
El Tren Maya, el Proyecto Integral Morelos y el Corredor Transístmico: los otros datos en voz de los pueblos indígenas
Gloria Muñoz Ramírez escuchó 180 conferencias de prensa matutinas, tres informes de gobierno, y discursos públicos casi todos los días. Y encontró un hueco, información incompleta, algo fundamental que nunca saldría de Palacio Nacional. Convocó a un gran equipo de periodistas, fotógrafos, documentalistas y decidieron darle vuelta a las cámaras y micrófonos para emprender un viaje profundo al México que le daría los otros datos en voz de los verdaderos protagonistas jamás consultados: los guardianes de las selvas, los bosques, los mares, los ríos y las montañas y los sitios arqueológicos. Porque para ellos hay un hilo sagrado irrompible con la naturaleza en la que descansa su vida, su cultura, su lengua y su visión del mundo. Y ese hilo está en riesgo con tres de los megaproyectos prioritarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
DesInformémonos es el nombre del medio periodístico digital que dirige Gloria Muñoz Ramírez y que cumple 10 años de vida con un gran reportaje multimedia titulado Derecho de réplica. Hablan los pueblos. El resultado de este trabajo, con financiamiento de la Fundación Rosa Luxemburgo, es la posibilidad de hacer un recorrido por los 1,500 kilómetros que atravesará el Tren Maya a lo largo de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco y Chiapas guiado por las comunidades y pueblos indígenas que habitan sus tierras; una inmersión en la vida de las 60 comunidades nahuas de Morelos, Puebla y Tlaxcala que serán impactadas por el Proyecto Integral Morelos (PIM), y un viaje a lo largo de 260 kilómetros del Istmo de Tehuantepec en la ruta del Corredor Transístmico —o Interoceánico— entre Veracruz y Oaxaca de la mano de los pueblos indígenas originarios que ya se organizan preocupados por su destino.
Igual que en trabajos anteriores —hay que destacar Flores en el desierto, sobre las mujeres del Concejo Indígena de Gobierno—, Gloria Muñoz, en la producción y dirección de este proyecto, reúne en su equipo a profesionales de primer nivel como Maya Goded, Antonio Turok, Miguel Tovar, Noé Pineda, Julieta Jalon, Ernesto Ramírez, Víctor Ruiz y Robin Canul, de manera que el micrositio hablanlospueblos.org, de acceso y descarga gratuitos, ofrece en sus textos, videos y fotorreportajes, una calidad impecable y un acercamiento profundo a la realidad. Conocemos tres grandes historias, visitamos nueve estados, 40 localidades y comunidades indígenas, y escuchamos 110 testimonios de 35 integrantes de organizaciones.
“La termoeléctrica de la discordia”, foto de Antonio Turok.
“No hubo una sola persona, incluyendo a quienes no estuvieron de acuerdo con él, que no asistiera al adolorido sepelio comunitario de Samir Flores”, en Amilcingo, Morelos, foto de Miguel Tovar.
“Un megaproyecto en tierras de Zapata”
Entramos al sitio. Damos clic en la primera historia y vemos a Samir Flores, el líder comunitario, activista medioambiental y comunicador asesinado el 20 de febrero de 2019. Lo escuchamos en varios momentos, siempre en defensa del medio ambiente y del territorio. Argumenta las razones por las que las comunidades se oponen al PIM, que consiste en un gasoducto, una termoeléctrica y un acueducto. Se suman otras voces, se transmite el dolor del sepelio, la rabia por la muerte de su compañero y por los detenidos… Y la decepción porque se sienten traicionados, dieron su voto a quien se pronunció en campaña contra los proyectos energéticos que ahora impulsa, por quien ofreció defender a las comunidades y ahora los regaña llamándolos “radicales de izquierda”. Los herederos del Caudillo del Sur, como su nieto Jorge, califican de “una burla” que desde la presidencia se declare a 2019 el Año de Emiliano Zapata cuando López Obrador alienta los proyectos que traerán devastación a sus tierras.
Campesinos de Morelos y de Puebla afirman que no han sido consultados como se debe, según lo establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Advierten el riesgo de construir un gasoducto en las faldas de un volcán activo, algunos aseguran que “Don Goyo está enojado” porque no se ha consultado a comunidades ya de por sí gravemente dañadas por el sismo de 2017 y denuncian que ya hay algunas afectadas por el tubo del gasoducto que obstaculiza el flujo natural del agua. Ahí donde había árboles frutales con mangos, naranjos, chico zapote, plátanos… las huertas se han ido secando por falta de agua, hay devastación de árboles y temen mayor contaminación en los ríos de los que viven.
En Huexca, la termoeléctrica provoca que huyan los animales, estresados por los 110 decibeles de ruido que emiten las turbinas todo el día y les preocupan los niños cuyas escuelas están a 150 metros de la planta que, además, no funciona con aguas residuales sino procedentes de los mantos acuíferos. Hay todo un capítulo sobre el “Acueducto contra los campos de Ayala”, otro sobre las mujeres “y el movimiento que las sacó de sus casas”, y uno más acerca de la lucha jurídica. Porque entre mayo y julio las comunidades opositoras al PIM ya obtuvieron dos resolutivos a su favor: uno contra el desechamiento de los amparos que promovieron reclamando que la consulta popular del 23 y 24 de febrero promovida por AMLO violó su derecho a una consulta indígena y su libre determinación. Y otro que consiste en la suspensión de la operación del Gasoducto Morelos, con lo cual se protege a las 60 comunidades afectadas.
“Las abejas y el Tren Maya no se llevan”, en Hopelchén, Campeche, foto de Maya Goded.
“Todo el mundo está viendo la manera de aprovecharse de la laguna”, en Bacalar, Quintana Roo, foto de Maya Goded.
“El tren que no tiene permiso”
Esta historia se introduce así: “El Tren Maya es presentado por el nuevo gobierno de México como un proyecto de ‘bienestar social’ que conectará las principales ciudades y circuitos turísticos de Quintana Roo, Campeche, Yucatán, Tabasco y Chiapas, a lo largo de 1,500 kilómetros de vías, con el fin de integrar territorios de gran riqueza natural y cultural al desarrollo turístico, ambiental y social de la región”. Las comunidades mayas piensan distinto.
En resumen, los testimonios de organizaciones, comunidades y sus representantes, coinciden en que ni han sido consultadas debidamente conforme lo exigen sus asambleas, ni las autoridades les han brindado información acerca del Tren Maya. Advierten que la zona no está preparada para recibir el gran turismo masivo que se proyecta con sus hoteles, las 15 estaciones para pasajeros y carga —en Palenque, Tenosique, Escárcega, Campeche, Mérida, Izamal, Chichén Itzá, Valladolid, Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar y Calakmul—, no hay drenaje para eso y no quieren convertirse en los nuevos Cancún y Playa del Carmen con todo y la violencia y el tráfico de drogas que estos sitios padecen hoy sin que las comunidades indígenas, que durante siglos han cuidado de su medio natural, resulten beneficiadas. Temen un cambio en su forma de vida, que su destino laboral sea el restaurante o el hotel.
“No pensamos en museos para exhibir al maya muerto. Queremos que nos miren, que nos reconozcan y respeten (…) es justamente lo que los pueblos mayas exigimos el día de hoy”, dice uno de los entrevistados.
Las cámaras y micrófonos de DesInformémonos recogen realidades muy puntuales y problemáticas concretas. Porque no es solo la vía del tren, sino lo que implica en la vida y la cultura de las comunidades. La llegada de nuevos programas gubernamentales como Sembrando Vida las está dividiendo. Desconocen la consulta a mano alzada, la frase “me canso ganso” la consideran una imposición y cuestionan el falso ritual con el que supuestamente la “Madre Tierra” dio permiso a López Obrador en Palenque para emprender el proyecto. A quienes les dicen que los bosques y la selva son tierras en desuso les responden que “no; producen alimento, vida, oxígeno”.
En voz de un poeta: “Para nosotros la selva es equivalente a un dios. Que toma cuerpo, que cobra forma, que viene con nosotros (…) Por eso cuando vienen y devastan los árboles es mucho más que la devastación. Es la matanza de nuestro dios”.
El Tren Maya “acabará con lo poco que nos queda: nuestro modo de vivir, nuestra lengua, nuestra cultura”, dice Pedro Uc Be. Y es que ya, según registran las cámaras y los testimonios, las empresas eólicas “que invaden nuestras tierras sin avisar”, las agroindustrias que arrasan con los árboles, los campos solares fotovoltaicos… han alterado al medio ambiente. Como las granjas porcícolas que contaminan los cenotes.
El uso de plaguicidas en la agroindustria ya causó enormes daños a los productores de miel y sus apiarios, y está matando a las abejas. La reserva de la biósfera de Calakmul que, asegura Anastacio Oliveros, es de los pocos lugares donde la abeja tiene un potencial enorme de crecimiento, está en riesgo con sus especies por el paso del Tren Maya. Expertos conocedores de su medio alertan sobre la importancia de las abejas en la vida del ser humano y están organizados para defender “el derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre sus territorios”.
El reportaje incluye decenas de entrevistas. Un joven revela: “Mi sueño era trabajar en la Riviera Maya y ganar dinero. La realidad es otra, a nosotros la Riviera Maya no nos deja nada. Nos están despojando. Y nosotros somos los nuevos esclavos. Por cuenta propia. Así será con el Tren Maya”. Por eso se resisten a que eso suceda.
“Contaminación y destrucción trajo la industria petroquímica, hoy inactiva”, en Coatzacoalcos, Veracruz, foto de Maya Goded.
“Mujeres de mar”, en San Mateo del Mar, foto de Maya Goded.
“El Corredor Transístmico en la cintura de México”
Ante la magnitud del proyecto, Bettina Lucila Cruz, concejala binnizá en Juchitán, se pregunta: “Nuestros ancestros sobrevivieron… a la Conquista… a muchas cosas… ¿vamos a soportar esto?”. Para ella lo que se requiere son desarrollos sustentables. Y agrega Maritza Ochoa: “Vale más nuestra naturaleza que el dinero. El dinero no va a comprar lo que respiramos”.
Informa Gloria Muñoz que sobre los 260 kilómetros del Istmo de Tehuantepec se asientan 12 pueblos originarios cuyo sentir es que el viejo proyecto del Corredor Transístmico que hoy se presenta de nuevo sobre sus territorios puede representar “la última batalla” después de siglos de resistencia.
Según los testimonios, este es un viejo proyecto que se remonta a Ernesto Zedillo y más atrás. Y se menciona un ejemplo a modo de advertencia. Si se pretende, como plantea AMLO, ampliar los dos puertos, el de Coatzacoalcos y el de Salina Cruz, y modernizar las dos refinerías (la de Salina Cruz y la de Minatitlán), así como desarrollar parques industriales “para que haya trabajo en el istmo”, hay que recordar ese paraíso de palmeras y de manglares que fue alguna vez Coatzacoalcos, y cómo se transformó en un lugar que hoy padece contaminación de agua, altos niveles de violencia y desempleo, precisamente gracias a la industria petroquímica, hoy inactiva.
Para muchas comunidades del istmo, las minas, los parques eólicos, las hidroeléctricas y la extracción petrolera son proyectos “depredadores” y representan, sobre todo, una amenaza de destrucción de los mantos acuíferos por el modelo extractivista de las empresas mineras. Y un impacto en la selva de Los Chimalapas, “cuyas montañas producen el 40 por ciento del agua en el país”. Otro impacto afectará al tejido social: “los pueblos empiezan a depender de los programas sociales que ha implantado el gobierno, pero los divide”.
Según los testimonios recogidos, las comunidades ya se organizan contra el megaproyecto. Y luego de una gran reunión de mujeres mixes, chinantecas, mixteco zapotecas, huaves, popolucas, zoques… concluyeron: “Más que un tren o un corredor, necesitamos vivir con igualdad de derechos, seguridad, que nos garanticen la salud y nos apoyen en el impulso de nuestro propio desarrollo económico comunitario. Quieren construir otras formas de vida distintas a las que tenemos desde nuestros abuelos, llevamos 800 años defendiendo estas tierras y no podemos dejarles el problema a nuestros hijos”.
Este es solo un resumen de un proyecto periodístico multimedia con el que un medio como DesInformémonos aborda el tema como nadie lo ha hecho hasta hoy.
adriana.neneka@gmail.com
20 de octubre de 2019.
Adriana Malvido
Periodista y escritora. Estudió Comunicación en la UIA. Inició en el diario unomásuno en 1979 y en 1984 fue cofundadora de La Jornada donde se especializó en reportajes de investigación en cultura. Ha colaborado en Proceso, Cuartoscuro, la Revista de la Universidad de México y Milenio. Actualmente publica su columna semanal “Cambio y Fuera” en El Universal y colabora en el suplemento Confabulario. Es autora de nueve libros, entre ellos, Nahui Olin, la mujer del sol; Por la vereda digital; Zapata sin bigote; La Reina Roja; Los náufragos de San Blas; El joven Orozco, cartas de amor a una niña y el más reciente: Intimidades, en coautoría con Christa Cowrie. En 2011 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo, en 2018, el Premio Pen México a la excelencia periodística y en 2019 fue galardonada con el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez en la FIL Guadalajara.