En todo proceso de producción concurren tres elementos básicos: el trabajo humano, el capital y los insumos. Estos últimos son la materia prima a transformar, pero en todos los casos esos insumos provienen de un proceso productivo anterior, es decir, son productos finales que se incorporan a otros procesos.
En la cultura y las artes van a darse cuenta que son fáciles de identificar, como el caso del maquillaje, el vestuario, la música que acompaña a una obra de teatro o una película, la escenografía, el papel y la tinta de un libro, los hilos, la tela, las cintas para grabación, lámparas, etcétera. Todo eso y mucho más son productos que contribuyen a la producción de bienes y servicios culturales.
En la gráfica de esta semana, obtenida gracias a la colaboración del INEGI y Paso Libre, tenemos una representación del peso relativo de los insumos en el Valor Bruto de la Producción de diferentes disciplinas artísticas y culturales, es decir, la participación porcentual que tienen esos productos intermedios en la producción de bienes y la prestación de servicios de diferentes actividades.
De acuerdo con la información recaudada por el Instituto para la elaboración de la Cuenta Satélite de la Cultura, la industria editorial es la que requiere de más insumos para la elaboración de sus productos, ya que estos representan 60.5%, mientras que las actividades relacionadas con el cuidado y difusión del patrimonio cultural, las artesanías, los medios audiovisuales, las artes plásticas y el diseño se sitúan entre 40.0 y 45.0%, ligeramente por arriba del promedio del sector cultural que es de 38.0%.
Por debajo del promedio se observan Música y Conciertos con 36.1%; formación y difusión en instituciones educativas, 22.5, y Artes Escénicas con 21.0%.
Esta relación se refiere a las cifras de producción, de la interrelación de la cultura y las artes con las demás actividades económicas, pero la aportación de dichas disciplinas a la sociedad es de mayor significancia, es parte de nuestra vida.
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