ENSENADA. Sin duda, el título de la nota hace recordar la larga marcha del camarada Mao y parte de lo que con eso se reivindicaba: la consolidación del poder. Los esfuerzos a desplegar por parte del pueblo para alcanzar un objetivo. Aquí, el título tiene que ver con la cuestión de cómo, una vez conquistado el poder, cuánto tiempo pasa para consolidar la posesión de ese poder y ese proceso en qué consiste.
Es decir, supongamos (aunque esto meta escalofríos a los seguidores de Frena), que el gobierno de la 4T, con AMLO, termina sus seis años de gobierno (lo cual es cada vez más probable), ¿qué seguirá de ahí? Se trata, aquí, de pensar no sólo en quién seguirá para gobernar el país, sino, más bien, en qué seguirá si es que por medio del voto se decide que se está de acuerdo con las medidas emprendidas hasta entonces por la 4T (en general, apoyo a los más pobres e impulso de megaproyectos para sostener el crecimiento económico del país, aunque la polarización del ingreso no disminuya ni se haga mucho por el cuidado del medio ambiente). Es decir, que a partir de 2024 siga la transición sin ver cuándo será el final del túnel de erradicación del capitalismo como sistema de organización del país (Arturo Romo por los siglos de los siglos) y seguir por ese interminable Camino de Santiago que realmente, hasta ahorita, nadie sabemos ni cuándo ni cómo terminará.
En efecto, en estos tiempos de pandemia, no es posible pensar con optimismo, toda vez que, escribe el compañero Rafael Cuevas Molina de Costa Rica (Con Nuestra América, 3-ix-20), “No pudimos soportar unos meses de enclaustramiento para evitar que la pandemia que nos asola remitiera. Ni la amenaza de la muerte es más fuerte que nuestra pueril necesidad de hacer lo de siempre. En cuanto hemos podido, nos hemos saltado, vociferando, las reglas, y ni siquiera la contundencia de la multiplicación de las muertes nos detiene. Con la risa bobalicona en los labios, y a ritmo de reguetón, salimos a contagiarnos, como si de una gracejada se tratara” y ello, hoy, nos impida pensar con seriedad en el futuro que nos espera (ése es el drama de toda transición), que puede ser tan caótico como es hoy la 4T, la que, como régimen de gobierno, nos tiene continuamente con el Jesús en la boca, pues hasta el momento carece de proyecto de nación y por eso, cada Mañanera (¿no será tiempo de que terminen?), da bandazos (fideicomisos, Santa Lucía, tren maya y un susto cada día) que ponen al país en trance del soponcio, pues uno no sabe cuál es el sentido de tanto desmadre, toda vez que el país lo que hoy requiere es paz y tranquilidad para seguir avanzando en aquello que pensó que era posible alcanzar una vez que, finalmente, AMLO tomara la Presidencia de la República. Pero no, se cruzó la pandemia y la economía del país comenzó a pasar agua, sin que hasta el momento, insisto, exista hoja de ruta: hacia dónde carajos vamos. Sí, vamos con AMLO, pero hacia dónde.
¿No será tiempo –para saber así qué tan largo y difícil será el trecho– cuál es la hoja de ruta para consolidar el poder que se alcanzó en 2018?
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