Logípolis; Esta contemporaneidad salvaje

(Tomada de eldiplo.org Andrik Langfield-Unsplash).

ENSENADA. Me refería, en mi nota anterior, a la desescolarización que acompaña a la sociedad contemporánea, agobiada hoy por una enfermedad sanitaria pandémica, que se encuentra virtualmente tendida por esa enfermedad como, asimismo, por las enfermedades climáticas que hoy le hacen clamar a la ONU por una tregua sin condiciones que le permita al mundo recuperarse mínimamente de los graves daños que sufre en la actualidad. Pasar del presente al futuro, pues, parece una tarea a la que no se le nota, en perspectiva, nada alentador.

Me pregunto, por ejemplo, que está pasando hoy con el arte que en mucho ha dejado de ser presencial para transformarse en el mejor de los casos, con objeto de sobrevivir, en icónico y digital, rompiendo así, de manera brutal, la relación que antes se establecía entre intérprete y público, que era uno de los ejes preponderantes del arte creativo. ¿Dejará eso o no impacto en los quehaceres artísticos que a futuro se emprendan? ¿El libro electrónico desplazará al impreso? ¿Dónde comenzarán nuestros niños a leer, Toño Meza, en los libros de texto gratuitos o en las tablet que de una u otra manera se encuentran, como muñecas feas y viejas, arrinconadas en la casa? Muchas actividades de la vida cotidiana, tanto dentro como fuera de casa se van a transformar como hoy se transforman, en la medida en que la vida diaria está cambiando: ¿cómo es, por ejemplo, que la reclusión forzada (a la que casi nadie está acostumbrado, a menos que, como yo, esté amputado de ambas piernas) ha modificado la morbilidad mental creando, de manera paralela, nuevas condiciones de convivencia entre quienes viven en la casa? ¿Cómo esos cambios han sido determinantes para aumentar de manera sensible el número de feminicidios? ¿Cuántos de los crímenes y delitos de hoy se ejecutan dentro de casa y ya no en la calle? Frente a esos panoramas caóticos, ¿cómo se vislumbra el futuro inmediato de las grandes ciudades, con su población recluida, sin visitar las calles por el peligro de contagio que los viajes y ellas, las calles, representan? ¿Hoy que somos presa de la enfermedad, cuál es el futuro que nos espera? ¿Podremos con la vacuna tener un futuro sin peligro de contagio o seguiremos aún, como afirman los especialistas, tener que seguir aguantando por un tiempo largo los estragos de la enfermedad?

Enseñarnos a vivir el mundo otro, según los presagios, no será en el corto plazo. Tendremos, primero, que enseñarnos a vencer la enfermedad y ya luego, entonces sí, una vez que nos enseñemos a repeler la enfermedad de hoy y las del futuro (que se piensa pueden ser más agudas que la actual) que podremos salir a la calle para ver allí si podemos de nuevo volver a convivir con la confianza que hasta hace poco teníamos para encontrarnos en la calle, con toda libertad, los alimentos y mercancías que consumíamos para las fiestas de fin de año.

Me retiro un rato. A todos les deseo felices fiestas. En enero nos volveremos a ver.

 

gomeboka@yahoo.com.mx

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