ENSENADA. En la medida en que pasan los años se borra la presencia de aquello que años antes -no muchos- era uno de los acontecimientos históricos importantes del país. Por la Covid o por Cienfuegos, por ejemplo, la más reciente celebración de esa gesta histórica, aparte de austera y formal, se distinguió por su pequeñez y casi intrascendencia, como si conmemorarla fuera más obligación que real deseo de recordarla como acontecimiento patrio trascendente, porque de ella, ahora, parece ya no quedar nada, ni cenizas.
Aunque, me corrijo. No es cierto, los senadores sí la recordaron (“La cucaracha, la cucaracha ya no puede caminar, porque le falta, porque le falta mariguana que fumar”, dice una de las versiones populares de esa canción, heredada, se dice, precisamente de la época revolucionaria, en donde la cucaracha eran las bandas armadas que en esa época combatieron) y por eso promovieron la ley que permite el uso con fines lúdicos y medicinales de esa planta, la mariguana; fines que eran los mismos que permitían en la época de la lucha armada revolucionaria que el humo de los que la fumaban fuera casi igual al humo de las batallas de aquel entonces, y por eso fue que por estos días la famosa revolución estuviera presente entre nosotros (bueno, pues, entre los senadores y senadoras). Pero nada más.
A menos que revolucionarios fueran los reclamos de los empresarios del país exigiendo reglas claras al gobierno actual el día 19 de este mes (sí, un día antes de conmemorarse la fecha revolucionaria) para así invertir parte de los impresionantes recursos financieros que están en su poder y que se encuentran en la actualidad vagando por diferentes paraísos fiscales, hasta en tanto aquí existan las garantías que antes existían para que esos capitales explotaran inicuamente a la población trabajadora del campo y la ciudad, sin que nadie pusiera un freno a ese desenfreno ¿revolucionario? Porque sí, véase, sí algo queda de la revolución del 17 después de más de 100 años: el ansia, siempre, de pactar (anunciada hoy lunes por el Presidente del país) con los dueños de los recursos financieros con el objeto de que el país marche sin saltos bruscos ni mucho menos volcaduras. Hacer como que se hace, antes de romper bruscamente con los dueños del dinero, sería la lección revolucionaria del 10-17 del siglo pasado y que hoy, pareciera ser, se está de nuevo siguiendo con algunos asegunes que no violenten mucho el estado de cosas.
Metidos pues en el balance de la historia, se puede decir que vencida en el 10-17 la corriente anarco-sindicalista (la de los Flores Magón) de la Revolución, ésta se convirtió, con algunos asegunes nacionalistas, en una vía pavimentada para que por ella corriera el carro del capitalismo acordado en 1923 en el denominado Tratado de Bucareli, que fijaba el sometimiento del país a lo que acordara el gobierno de Estados Unidos en la vía de los hechos, sin dar oportunidad a que el país adoptase la forma de organización social que considerase más pertinente.
Y si no lo cree, habría que preguntarle a Alfonso Romo (asesor de la Presidencia) qué opina al respecto.
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