Dos visiones sectoriales tuvieron un maridaje esencial en la mente de Raúl Padilla López. La del sector educativo y la del sector cultural. El caldo de cultivo fue la etapa neoliberal que arrancó en medio de una tremenda crisis económica con el presidente Miguel de la Madrid. En esos años, el licenciado era un joven treintañero.
Su ascenso a la rectoría de la Universidad de Guadalajara (UdG) en 1989 fue acompañado por la apertura comercial y la llamada modernización salinista. A su vez por el surgimiento del Conaculta y el FONCA amén de la cumbre del ejercicio presidencialista al estilo PRI.
De igual forma renovó desde su lugar de intervención, las maneras de aglutinar el poder intelectual y creativo tanto del país como de numerosas naciones. Estuvo cerca de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, grandes engranes y lejos de Octavio Paz, con todas las implicaciones que se saben.
Son los años en que se incrementaron sustancialmente los recursos públicos al sistema educativo y al ámbito cultural. Una espiral que, después del “error de diciembre”, retomaría cauces hasta el final del sexenio de Felipe Calderón.
También contó la destreza para captar experiencias exitosas de otros rumbos, la popular fórmula de importar ADN.
El final del siglo XX fue también de aliento para que las universidades públicas buscaran hacerse de recursos propios. Para ir más allá de los subsidios, tanto federales como estatales, los rectorados bajo el influjo de Padilla optaron por crear y adquirir empresas.
Es cierto que en el radar de universidades autónomas como la de Hidalgo, habían señales de esos caminos. Padilla los recorrió a velocidad insospechada con una gran cantidad de socios.
Las llamadas “parauniversitarias” (en la línea de las paraestatales) tuvieron un crecimiento exponencial con una diversificación propia del que se dedica a los negocios. Al cierre del año 2022 son 22 unidades económicas, entre ellas, la famosa Feria del Libro.
El método padillista sembró un modelo de gestión educativa, cultural y empresarial único en el territorio nacional, aunado a la gobernanza equiparable tanto al presidencialismo mexicano como al de un corporativo.
Todo un sistema que cultivó desde una institución pública que, al cierre de 2022, sumó una comunidad de poco más de 353 mil personas y con un techo presupuestal para este 2023 de 15 mil 674 millones de pesos.
El dato resulta relevante si comparamos con las cifras de la Cuenta Pública de la UNAM de 2022. El ejercicio presupuestal alcanzó 52 mil 258 millones de pesos. Su población, sin contar trabajadores sindicalizados y de confianza, sumó 321 mil 550 personas.
En otro ejemplo contrastante, encontramos a la Universidad Autónoma Metropolitana, con un presupuesto ejercido en 2022 de poco más de 8 mil millones de pesos y con una población escolar de 61 mil alumnos. Destina casi el 78% a servicios personales.
Tenemos en la UdG un modelo que, a la luz de la información pública disponible, de la cual sólo presentamos atisbos, creó una ingeniería financiera cuyos activos son difíciles de cuantificar. Nos referimos al valor de los bienes inmuebles, muebles y patrimoniales de la institución fruto de la expansión que ha consolidado en lo que va del siglo XXI.
Son instalaciones educativas, culturales, científicas y deportivas, los bienes y servicios de las empresas, el patrimonio artístico, los dos fideicomisos que opera y las tres organizaciones donatarias con que cuenta para articular parte de su oferta cultural: la del Conjunto de Artes Escénicas, de la Fundación y del Festival de Cine.
La potencia que es la Universidad de Guadalajara tuvo en el licenciado Padilla un cerebro que deja, para llevar a cabo en los meses por venir, estudios detallados. Hablamos de un método con prototipos de integración, cual holding entre lo público, lo social y lo privado.
Instaló una suerte de sistema productivo a la medida de la casa de estudios y del estado de Jalisco. Un búnker que, hoy en día al ritmo de la llamada 4T, se torna inalcanzable para ninguna institución de educación superior ni pública ni privada.
Ante tal poderío, la participación de la Secretaría de Cultura del estado tiene un alcance modesto.
Múltiples aristas
A lo largo de su historia, México ha tenido muy diversos liderazgos en el sector educativo y cultural. Personajes cuya obra directiva, artística y/o su activismo social como político les ubica como protagonistas de variedad de modelos que respondieron a momentos históricos.
Al morir, Raúl Padilla se inscribe en esa lista, si bien no fue autor de una obra intelectual propia. Hablamos de una estirpe, con sus proporciones guardadas entre cada uno de ellos, de dirigentes, de gestores culturales y de promotores de la fortaleza institucional pública en el siglo XX y lo que va del XXI.
Citemos a personajes como José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Daniel Cosío Villegas, Miguel Álvarez Acosta, Víctor Sandoval, Manuel de la Cera, Guillermo Soberón, Enrique Flores Cano y Rafael Tovar.
Ellos y otros más han sido edificadores del quehacer de las instituciones culturales tanto en el Poder Ejecutivo como en los organismos estatales y municipales como en las instituciones de educación superior. Raúl Padilla se caracterizó, además, por tender su marco de acción a numerosos frentes de la vida política de Jalisco.
La labor encomiable como polémica de este líder combinó el gasto público con las alianzas políticas como empresariales. Su fallecimiento puso en claro la patente en la que más se esmeró: el arropamiento de diversas corrientes de la comunidad cultural.
El riguroso sistema de trabajo que dio origen, su visión transversal del desarrollo y el método en el que fincó su personalísimo estilo de ejercer el poder, ameritan una investigación, poner en valor su pensamiento y hacerlo accesible a quienes se dedican sobre todo a la gestión cultural.
Como ocurre a la muerte de liderazgos férreos, unipersonales y controvertidos, veremos en las próximas semanas la suerte que correrán sus deudos, aquellos que integran el núcleo de mandato del padillismo.
Lo cierto es que más allá de los ajustes que se avecinan, el amplio abanico de bienes y servicios culturales de la Universidad de Guadalajara habrán de trascender como una rica herencia que hacemos votos para que perdure y sea enriquecida. Un enorme paquete para quienes seguirán adelante.
Algunas cifras de los recursos operados por la Universidad de Guadalajara (Red Universitaria).
Se citan cantidades en miles de millones “mdp” y millones de pesos para mayor comprensión del lector, quien puede recurrir a las fuentes aquí indicadas
Total de Entidades productivas 22
Fuentes:
Presupuesto de ingresos y egresos de la Universidad de Guadalajara 2023, autorizado por el Consejo General Universitario el 12 de diciembre de 2022. https://transparencia.udg.mx/sites/default/files/v-c-presupuesto/2023/PIE%202023%20v29%20marzo.pdf
Anexo Estadístico 2021 Rector General Ricardo Villanueva Lomelí. https://cgpe.udg.mx/sites/default/files/adjuntos/Anexo_2020-2021%2008nov.pdf
Reporte de Donatarias Autorizadas 2022. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/765200/RDA2022.pdf
(Interesados pueden leer también el siguiente análisis de junio del 2020 https://pasolibre.grecu.mx/si-raul-padilla-hubiera-sido-presidente-o-secretario-2/).
Eduardo Cruz Vázquez
Eduardo Cruz Vázquez periodista, gestor cultural, ex diplomático cultural, formador de emprendedores culturales y ante todo arqueólogo del sector cultural. Estudió Comunicación en la UAM Xochimilco, cuenta con una diversidad de obras publicadas entre las que destacan, bajo su coordinación, Diplomacia y cooperación cultural de México. Una aproximación (UANL/Unicach, 2007), Los silencios de la democracia (Planeta, 2008), Sector cultural. Claves de acceso (Editarte/UANL, 2016), ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024 (Editarte, 2017), Antología de la gestión cultural. Episodios de vida (UANL, 2019) y Diplomacia cultural, la vida (UANL, 2020). En 2017 elaboró el estudio Retablo de empresas culturales. Un acercamiento a la realidad empresarial del sector cultural de México.