Luces para la derecha e izquierda

De izquierda o de derecha en tantas cosas de la vida… En política es así; no se puede ser de arriba o de abajo. (Imagen tomada de las2orillas.co).

En tiempos recientes hemos sido testigos de la recurrencia con la que se acude para denostar en el ámbito público tanto a la derecha, como a la izquierda. Ante dicho contexto, vale la pena hacer un breve recuento de lo que estas posiciones que caracterizan a los regímenes y movimientos políticos postulan y revisar sus cualidades actuales, para poder en efecto valorar si una es mejor que la otra.

La distinción se remonta al lenguaje religioso que le da una connotación positiva a la derecha, pues el catolicismo pregonaba que “los buenos estarán sentados a la derecha del Padre”. Desde el punto de vista de la lengua, derecha tiene como sinónimo “diestra”, que significa, según la Real Academia de la Lengua Española, “favorable, benigno, venturoso”, mientras que izquierda tiene como sinónimo “siniestra”, que significa “avieso o malintencionado”. No se puede concluir, sin embargo, que haya una aceptación moral que alguna sea mejor que la otra; todo depende del momento histórico y de los medios que se ocupen para sostener cada posición.

Aristóteles distinguía dos tipos de justicia, la conmutativa, que implica una relación horizontal entre los particulares; es decir, trato sin distinciones a todos, independientemente de las diferencias que puedan existir entre los miembros de una sociedad; posición adoptada por la derecha. Por su parte, la justicia distributiva se basa en el principio de equidad, es decir, tratar de manera distinta a los desfavorecidos para que su situación se equilibre con el resto de los miembros de la sociedad; posición de izquierda. De tal manera, la derecha valora la libertad, mientras que la izquierda la igualdad.

En la antigua Grecia, Themis, la diosa de la justicia, una mujer con los ojos vendados como símbolo de imparcialidad, en la mano derecha tiene la espada, en la izquierda la balanza. La derecha resalta la imposición del orden natural que no se puede alterar, hacerlo es ir en contra de la libertad de elección intrínseca al ser humano; mientras que la balanza implica la búsqueda de la igualdad aún a costa de alterar el orden natural.

En su libro, Derecha e izquierda, el politólogo italiano Norberto Bobbio, realiza una puntual disección de estas posturas. Bobbio fue uno de los más encumbrados politólogos del siglo XX, perteneciente a la llamada Escuela de Turín, ciudad donde nació también en 1909. Murió en 2004; su longevidad le permitió atestiguar el nacimiento y ocaso de muchos regímenes de la centuria pasada. De tal manera su obra tiene una amplia evidencia empírica, que sumado al estudio profundo de filosofía política, resulta un buen balance. Tuve la fortuna de acercarme a la obra de Bobbio gracias a mi profesor, mentor y amigo José Fernández Santillán, quien no sólo ha traducido al español la mayor parte de la obra del turinés, sino que fue uno de sus más cercanos discípulos.

Para Bobbio izquierda y derecha representan una “díada” que el lenguaje político ha venido adoptando a partir del siglo XIX para representar al universo conflictivo de la política. La díada puede significar diferentes contenidos según los tiempos y las situaciones; de tal manera, lo que es de izquierda lo es con respecto a lo que es de derecha en un determinado terreno político, pero esto no implica nada respecto al contenido de cada una. Se trata de categorías relativas y como tales tienen matices; se pueden adoptar banderas de la derecha siendo de izquierda y viceversa.

Norberto Bobbio en una fotografía de Paola Agosti. (Imagen tomada de lastampa.it).

Mientras axiológicamente la izquierda significa la liberación del hombre del poder injusto y opresivo, la derecha expresa el arraigo a la base de la naturaleza y al orden jerárquico que esta representa. Emancipación por un lado, orden por el otro. La derecha, se preocupa por salvaguardar el orden natural; la izquierda por romper las cadenas que han sido impuestas a los desfavorecidos por los privilegios de raza, casta, clase. El igualitario parte de la convicción de que la mayor parte de las desigualdades son sociales y, como tales, eliminables; el libertario considera que son naturales y todo intento por igualarlo con otros limita su propia libertad.

Luego de representar la díada “derecha e izquierda” en un plano horizontal, Bobbio introduce la díada “totalitarismo y democracia”, en uno vertical. Los regímenes totalitarios se caracterizan por un sistema despótico, donde el máximo poder lo detenta uno solo: “estás conmigo o estás contra mí”; mientras que los democráticos implican la participación libre de todos para determinar el rumbo como sociedad.

 

De acuerdo con este, eje en la extrema izquierda se ubican los movimientos igualitarios y autoritarios, cuyo ejemplo es el comunismo. En el centro-izquierda las doctrinas y movimientos igualitarios y libertarios, como la socialdemocracia. En el centro derecha los libertarios y no igualitarios, la democracia cristiana, por ejemplo. Finalmente, en la extrema derecha, están los autoritarios y antiigualitarios como el nazismo y el fascismo.

Para Bobbio, los movimientos totalitarios pueden ser tanto de izquierda como de derecha; su característica, empero, es lograr la transformación radical de la sociedad, que sólo puede ejecutarse a través de la instauración de un régimen extremista y antidemocrático; además, centraliza todos los ámbitos del poder, no sólo el político, también el económico, el cultural, el de pensamiento e incluso el de la vida familiar. Buscan una ruptura que genere una reacción para imponer un nuevo orden, de ahí que se les conozca como “reaccionarios”. En toda forma de extremismo, señala, existe una fuerte vena de antiiluminismo e irracionalismo. Mientras la moderación es gradualista y evolucionista, el extremismo es catastrófico. Con el extremismo el proceder de la historia se interpreta mediante rupturas: a la “catástrofe” de la “Revolución de octubre” sólo se puede poner remedio con la “catástrofe” contrarrevolucionaria.

Hoy más que nunca, me asegura José Fernández Santillán, izquierda y derecha siguen vigentes, pero cargadas de una dosis de populismo. Cabe ver los casos de ultraderecha como Gerorgia Meloni en Italia, Vox en España, Donald Trump en Estados Unidos o Javier Milei en Argentina que se aproxima a asumir la presidencia. Por el lado de la extrema izquierda populista sobran los ejemplos en Latinoamérica, como Nicaragua, Cuba, Venezuela, Bolivia y México que va en tal vía. En cambio, hay un halo de esperanza en pos de modelos moderados, como las izquierdas democráticas en los países nórdicos, el caso de Portugal, con Marcelo Revelo y Antonio Costa o el pasado gobierno de José Mújica en Uruguay; por parte de la derecha moderada, el caso de la democracia cristiana alemana es elocuente.

La díada derecha e izquierda es sólo una de las posibles para calificar un régimen o movimiento político. Pueden haber otras, como totalitario y democrático; corrupto y transparente; populista y moderado; el reto está en evitar el irracionalismo representado en los regímenes autoritarios y populistas y que la propia sociedad defina de manera consciente lo conveniente para su devenir.

Dureza y fragilidad, usted dice… (Imagen tomada de bbc.com).

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