¡Culeeeeero, culeeeeero…! coreaban miles de asistentes a la 43 Marcha del Orgullo LGBT+ en el zócalo capitalino, como muestra de desprecio y rechazo a los partidos políticos, la marcas comerciales y al propio gobierno, que esta vez quedaron fuera de la organización del evento presencial.

Con las mujeres trans al frente, como en sus inicios, los colectivos, familias, parejas y amigos marcharon desde el Ángel de la Independencia, proclamando consignas contra la criminalización del VIH, el desabasto de antirretrovirales, las terapias de conversión y los crímenes de odio por la orientación sexual o de género.

Además de cantar el Himno Nacional y guardar un minuto de silencio por los que murieron a causa del SIDA o la homofobia, quienes conducían el evento dieron paso a múltiples oradores (la mayoría, improvisados) en el pequeño templete instalado a la altura de la avenida 20 de Noviembre.

 

 

Así desfilaron por el micrófono activistas, seropositivos, deportistas, juaristas, desempleados, ultras radicales enmascarados, una payasita (que hizo reír a muchos con su sketch), un anciano en situación de calle, una pareja de lesbianas (que besándose demostraron su amor) y un niño que, con gran dote de orador, promovió los derechos de las infancias trans y enardeció a la multitud cuando mandó a la chingada al “Estado opresor”.

Aunque a cada rato, se pidió a la multitud que se desplegará hacia atrás, para guardar la sana distancia, esto fue casi imposible y, sobre todo, cuando al final cantaron la emblemática Todos me miran, de Gloria Trevi.

Después, al terminar oficialmente el evento y los discursos contestatarios también, la fiesta siguió más tiempo en la plancha del zócalo, bailando a ritmo de salsa o reguetón, tomando cervezas o simplemente descansndo en el piso, después de una larga jornada rebelde y festiva.

 

26 de junio de 2021, Centro Histórico, Ciudad de México.

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