Museos y patrimonios: binomio biocultural. Apuntes del (des)confinamiento

El patrimonio cultural vive amenazado por el cambio climático. Imponente, el complejo del Smithsonian Institution, con sede en Washington. Estados Unidos, una de las naciones que más contribuyen al deterioro ambiental. (Imagen tomada de commons.wikimedia.org).

 

“El patrimonio cultural en su más amplio sentido es a la vez un producto y un proceso que suministra a las sociedades un caudal de recursos que se heredan del pasado, se crean en el presente y se transmiten a las generaciones futuras para su beneficio. Es importante reconocer que abarca no sólo el patrimonio material, sino también el patrimonio natural e inmaterial. Como se señala en Nuestra diversidad creativa, esos recursos son una ‘riqueza frágil’, y como tal requieren políticas y modelos de desarrollo que preserven y respeten su diversidad y su singularidad, ya que una vez perdidos no son recuperables.

“Hoy en día el patrimonio cultural está intrínsecamente ligado a los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta toda la humanidad, que van desde el cambio climático y los desastres naturales (tales como la pérdida de biodiversidad o del acceso a agua y alimentos seguros), a los conflictos entre comunidades, la educación, la salud, la emigración, la urbanización, la marginación o las desigualdades económicas. Por ello se considera que el patrimonio cultural es ‘esencial para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible’.

“La noción de patrimonio es importante para la cultura y el desarrollo en cuanto constituye el ‘capital cultural’ de las sociedades contemporáneas. Contribuye a la revalorización continua de las culturas y de las identidades, y es un vehículo importante para la transmisión de experiencias, aptitudes y conocimientos entre las generaciones. Además es fuente de inspiración para la creatividad y la innovación, que generan los productos culturales contemporáneos y futuros. El patrimonio cultural encierra el potencial de promover el acceso a la diversidad cultural y su disfrute. Puede también enriquecer el capital social conformando un sentido de pertenencia, individual y colectivo, que ayuda a mantener la cohesión social y territorial. Por otra parte, el patrimonio cultural ha adquirido una gran importancia económica para el sector del turismo en muchos países, al mismo tiempo que se generaban nuevos retos para su conservación”. Contundentemente dicen los indicadores de la UNESCO para la sostenibilidad de los patrimonios, igual a la relevancia de la dimensión para la cultura-naturaleza y el desarrollo, siendo totalmente congruente para todo y todos sin excepción alguna.

Conforme a lo anterior, resulta evidente que los museos y los patrimonios o, el museo como patrimonio significa un binomio biocultural que, si bien un museo presencial en sí junto con las exposiciones, actividades paralelas y lo que ofrece es un producto-proceso biocultural, no siempre los museos ni los públicos ni las regiones-barrios donde se ubican; somos conscientes de que implican diversos patrimonios que dialogan e interactúan a través de un medio de comunicación que es el museo y, a su vez, también los otros patrimonios son medios que en un territorio bioculturalmente definido son integrales al estar en un mismo espacio físico y simbólico con múltiples patrimonios tangibles e intangibles que amplían la riqueza, sostenibilidad y desarrollo de la zona donde se encuentran. No es posible ni valioso pretender separar su cualidad indivisible y consustancial patrimonial; si hablamos de museos se traduce en hablar de patrimonios bioculturales y viceversa.

Los museos pese a su fundación, vocación, colecciones, financiamiento y el inmueble son parte de la identidad y significado patrimonial de un territorio más allá de los límites físicos del museo, por lo que los museos son casas del pueblo y lugares de mediación social-comunitaria en permanente interacción con la diversidad patrimonial. El museo actualmente es un lugar que supera y/o rebasa exponencialmente su origen conceptual para transformarse en agentes o mediadores bioculturales para el propio individuo, familias, comunidades y sociedades; tanto las endémicas como las de tránsito. Su valor e importancia es semejante a la de una plaza pública, aunque se cobre la entrada no pierde su cualidad social o biocultural. Así son las industrias bioculturales; agentes y mediadores, medios de comunicación y servicio que, por lo mismo, deben y tienen que ser de acceso y asequibles para todos en absoluto.

Sigamos con la UNESCO: “El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

“Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización. La comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida.

“La importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación. El valor social y económico de esta transmisión de conocimientos es pertinente para los grupos sociales tanto minoritarios como mayoritarios de un Estado, y reviste la misma importancia para los países en desarrollo que para los países desarrollados”.

 

La Isla de Mwali o Mohéli, que es parte de la nación de las Comoras, es considerada de alta prioridad para la preservación de la biodiversidad del planeta. (Imagen tomada de es.wikipedia.org).

 

Estos saberes deben y tienen que se integrados en la sociedad y las políticas sanitarias, educativas, turísticas, económicas y en la gestión de los recursos naturales y energéticos, para lograr y mantener una auténtica relación entre patrimonios, paz y desarrollo sostenible, enfatiza la UNESCO: “En un mundo que se encuentra bajo el efecto de la globalización, es fundamental salvaguardar las identidades de los pueblos, las diferencias, las lenguas, los conocimientos. Frente a las agresiones contra el medio ambiente hay que contribuir a un desarrollo sostenible que garantice la naturaleza en buen estado a nuestras generaciones; frente al odio y las guerras hay que propiciar la comprensión entre los pueblos a través del conocimiento mutuo.

Cada pueblo, cada grupo humano posee su propia cultura, igualmente valiosa que todas las demás”.

Si cada uno reflexionamos y tomamos conciencia de qué tanto nuestros quehaceres, hábitos, actitud, egos, riquezas, necesidades y desinterés impactan en los patrimonios que nos dan vida; sentido a la misma y libertades para un presente y futuro sano, digno, inteligente, sensible y humano, quizás así, consideraríamos más allá de la apatía, comodidad y desdén la impostergable valoración e importancia de los patrimonios y, por ende, de las industrias bioculturales como expresión creativa de éstos y del cuidado de los ecosistemas.

“Los pueblos indígenas dijeron ‘¡basta!’. Muchos de ellos se sienten marginados, maltratados y cada vez más desplazados de las decisiones que se adoptarán en la Cumbre del Cambio Climático en Glasgow (COP26): Esta COP es un gran negocio, es la continuación del colonialismo donde la gente no nos escucha, salvo para hacer negocios con nuestras tierras y nuestros recursos naturales, denunció la indígena mixteca Ita Mendoza, en un acto en el que recordaron a las más de mil personas asesinadas por defender la tierra, los bosques y la naturaleza desde que se firmó el Acuerdo de París, en el año 2015”.

En México existen muchísimos y diversos México bioculturales para reconocer y aceptar la diversidad con respeto y amabilidad, con equidad e igualdad. Humanismo y ética. Me permito ponerlo en la mesa, disfruta más de museos y patrimonios. Sigo insistiendo…


 

La alcancía de Pali

(Ilustración de Pali: Víctor Sulser).

 

 

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