Niegan atención a artistas
y gestores culturales de Nuevo León

Tres protagonistas del movimiento cultural de Nuevo León. De izquiera a derecha, el promotor cultural (radicado en el municipio de Allende), Víctor Alanís, el escritor Eligio Coronado y el integrante de la AICI, el promotor cultural Joel Morales Hernández. (Fotografías, cortesía de Fernando Galaviz Yeverino).

 

MONTERREY. Existen, están ahí, pasan inadvertidos en el mapa de esta acelerada maquinaria urbana de la ciudad. Los artistas y los promotores culturales son héroes a los que no se les han dado su justo mérito, y muchas veces ellos mismos no quieren que se les reconozca. En Nuevo León, a nivel institucional, se suele reconocer más como promotor cultural a los burócratas o funcionarios de dicha área, así como aquellos que son parte de la alta sociedad, que han realizado alguna actividad cultural, pero que tienen el sesgo clasista o elitista en esta sociedad de altas diferencias sociales.

La labor de los promotores culturales de a pie, la realizan casi siempre desde la marginalidad, sacrificando incluso su vida personal, algunos se alejan en la formación de una familia, sortean el rechazo institucional, y luchan varias veces a costa de tener una salud fracturada y sin seguridad social ni prestaciones. A pesar de todo esto, siguen caminando en este hostil a la vez que empedrado camino y, con su barro, forjan la bella cerámica de la cultura en la entidad.

Esta situación de precariedad laboral se ha emproblemado todavía más con las políticas de restricciones económicas, de cierres de centros de trabajo que dictó el Ejecutivo estatal, mismo que decretó el confinamiento seis días después del primer caso de Covid-19 acaecido el 11 de marzo, y al considerar la cultura como una actividad “no esencial”.

Además, según consta en el Acta Ejecutiva del 23 de septiembre de 2020 del pleno de Consejo de Conarte (que es de dominio público) se nos informó que se realizaron ajustes presupuestales por parte del Gobierno del Estado, mismos que representan el 7.66 por ciento del presupuesto total del organismo, es decir, 13 millones 319,521 pesos de recorte presupuestal derivado de la contingencia de la Covid-19.

Es increíble, por mencionar sólo unos ejemplos, que la Covid-19 no ha detenido el activismo de Eligio Coronado, un veterano escritor regiomontano. En plena efervescencia de la pandemia impartió talleres y, todavía hoy, no ha dejado de escribir reseñas de libros, como ha publicado de manera ininterrumpida entrevistas que hace a los escritores, tanto consolidados como emergentes, y actualmente publica videos de presentaciones de libros. Caray, ninguna institución en la ciudad le da semejante espacio a la voz de los tejedores de las letras de esta ciudad.

En Allende, Nuevo León, Víctor Alanís, es todo un quijote de la promoción cultural proponiendo ideas y proyectos culturales para su municipio, especialmente para el teatro municipal, mismo que visualizó en 1984, lo gestionó en el 2000, y que, después de quedar inconcluso desde 2015, por fin será terminado en el presente año.

“Los únicos que viven de la cultura, son los burócratas de la cultura”, me dijo un ex vocal de Conarte, y comparó la actividad del artista, con la de los agricultores: con su trabajo producen el fruto cultural, sin embargo, son mal pagados. Son los intermediarios y dueños de los grandes supermercados, los que sacan las mejores ganancias.

A pesar de que en junio de 2020 la Secretaría de Cultura federal publicó la “Guía básica para la reapertura de los espacios culturales”, tras ocho meses cerrados, Conarte vuelve a cerrar sus espacios el 19 de diciembre, hasta nuevo aviso. Burocracia que es pagada con nuestros impuestos. Artistas y promotores culturales independientes seguirán resistiendo. Mientras, en el transporte urbano, en la ecovía y el metro, los ciudadanos van hacinados, con aglomeraciones, sin que el gobierno estatal pueda poner en raya a los transportistas, situación que pone en peligro la vida de muchas personas al exponerlas al contagio del coronavirus. Pero eso sí, se prohíbe enérgicamente la presentación de un poemario en un recinto cultural.

 

¿Hay o no hay fondos? A pasos acelerados, con una inversión estimada en 100 millones de pesos, se perfila en Antiguo Palacio Federal (1928), como sede del Laboratorio Cultural Ciudadano, de Conarte. (Imagen tomada de nomada.news).

 

“La cultura y el arte son una herramienta muy poderosa para el confinamiento” señala Paulina Aguado Romero, Doctora Honoris Causa y secretaria de Cultura de Querétaro, pero esto no es una filosofía, ni una visión idealista, esto está respaldado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), que recomienda que la cultura debe ser considerada como bien de primera necesidad en estos tiempos de coronavirus.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud, revisando 900 revistas científicas, concluye que por los beneficios en la salud física y mental se debe incluir el arte y la cultura en el sistema sanitario.

Cabe agregar que el Senado de Catalunya solicitó al Gobierno que la cultura sea considerada un “bien esencial” al ser una actividad “tan necesaria para el fortalecimiento de la sociedad como otras actividades que sí han estado protegidas” durante la crisis de la Covid-19.

Movilización colectiva

Ante este escenario descrito, los artistas de Nuevo León no se han quedado con los brazos cruzados. La Asamblea de Iniciativas Culturales Independientes en Nuevo León (AICI), envió un oficio fechado en el 9 de diciembre de 2020, firmado por artistas, colectivos y promotores culturales que fue entregado al Congreso del Estado de Nuevo León.

El posicionamiento expone que el cierre de los espacios culturales no sólo a hecho imposible el derecho a la cultura, sino que también artistas y gestores culturales reciban por su trabajo un ingreso económico para sus familias.

Y proponen que en el Presupuesto de Egresos para el año 2021 del Estado se establezca un Fondo de Emergencia Cultural de 50 millones de pesos, etiquetado para artistas, iniciativas, espacios y proyectos culturales independientes de base comunitaria que permita garantizar los derechos económicos, sociales y culturales de los trabajadores de este sector cultural.

El mismo documento define las iniciativas culturales independientes de base comunitaria: son proyectos en lo individual o colectivo que son organizados y mantenidos por personas, organizaciones de la sociedad civil, cooperativas, colectivas o colectivos, organizaciones culturales comunitarias, cuyo fin no sea principalmente el económico y que mantienen una autonomía ante el Estado y los gobiernos locales para la realización de actividades artísticas y culturales.

Se hace mención que el Comité del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) ha exhortado a los Estados parte a tomar las medidas especiales de protección para el ejercicio pleno de los derechos económicos, sociales y culturales de las personas y comunidades. El sociólogo y promotor cultural Joel Morales Hernández, integrante de la AICI apunta: “No tendríamos que estar demandando algo que está planteado como un derecho, que debería cumplirse”.

Además, señalan que el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos manifiesta que toda persona tiene derecho a participar en la vida cultural, accediendo mediante las actividades que se elijan, teniendo una identidad propia, así como ejercer las prácticas culturales de su elección y aportando expresiones culturales, tanto como en la definición, implementación y evaluación de las políticas públicas en materia cultural.

Ante esto, creo que la petición de la AICI es legítima y primordialmente justa, el gran problema que veo es que Conarte, si bien cuenta con un padrón de 1,304 artistas de las diferentes disciplinas artísticas (teatro, literatura, música, fotografía, cine, danza y artes plásticas), en más de una ocasión la presidencia de esa institución los ha desdeñado. Por ejemplo, en 2019 promovió la eliminación del presupuesto participativo que tenían desde hace más de 15 años y dejó de apoyar una red estatal de promotores culturales.

Cabe señalar que buena cantidad de los artistas no están integrados en el mencionado padrón. Además, Conarte no cuenta con un padrón de “promotores culturales”, mucho menos tiene en consideración el concepto de “iniciativas culturales independientes de base comunitaria”. Se requiere más control para que haya un registro formal para que realmente estén todos los que son, y sean todos los que están.

 

Nada. La AICI solicitó al Congreso del Estado etiquetar 50 millones de pesos para atender las urgencias del sector cultural de Nuevo León. El Presupuesto de Egresos del 2021 no los consideró. (Imagen tomada del sitio abcnoticias.mx).

 

Así las cosas, el 18 de diciembre la AICI informó que el Congreso del Estado de Nuevo León rechazó la propuesta.

Pocos días después, el lunes 21 de diciembre, la Unesco publicó el documento “La cultura en crisis: guía política para un sector creativo resiliente”. Se trata de una guía de políticas con sugerencias a los gobiernos a efecto de apoyar al sector cultural por la crisis de la pandemia, que será “aún más severo” de lo que el organismo esperaba, y recomiendan: el apoyo directo a los artistas y profesionales de la cultura (prestaciones sociales, encargos y compras de obra, compensaciones de pérdidas de ingresos y creación de competencias).

A su vez mencionan las buenas prácticas que ya han realizado países como la República de Corea, Luxemburgo, Zimbabwe, Alemania, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Filipinas, Lituania, África, Bulgaria, Australia, Indonesia, Singapur y Chile.

Y aunque en abril de 2020 Conarte abrió la convocatoria Financiarte 2020 edición especial para el otorgamiento de subsidios para integrantes de grupos de riesgo ante Covid-19, en el que se apoyó 25 artistas en situación vulnerable con 15 mil pesos cada uno, es obvio que el apoyo es minúsculo para todo el sector cultural independiente que vive en una severa y aguda crisis económica.

Así, mientras los colectivos, artistas y promotores culturales en Nuevo León (y del resto del país) están en franco desamparo, existen motivos de más para reflexionar y pensar que esto no debería de ser así, y vemos cómo en otras latitudes, sí existe el respeto y apoyo al Derecho a la Cultura.

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