“Los cuervos de ‘Dumbo’ y su líder Jim, una referencia a las denominadas leyes Jim Crow que permitieron la segregación racial hasta 1965”, ejemplifica el analista español José Antonio Luna, para referirse al supremacismo de Donald Trump. (Fotograma de la película Dumbo 1941., Walt Disney Pictures).

 

ENSENADA. A partir de un presente que espanta, el futuro no sólo se desdibuja, sino que se torna aterrador y uno, para entonces, no quisiera estar allí, pues si bien los excesos del capitalismo aterran -epidemias, ecocidios, villanías de todo tipo en contra del planeta-, espanta también lo del pasado día 6 en Washington, Estados Unidos, en donde hordas comandadas por individuos como Jacob Anthony Chansley (Q-Shaman) de Arizona, Adam Johnson de Florida y Derrick Evans de Virginia Occidental querían tomar el Capitolio para impedir que el Congreso de Estados Unidos declarara como ganador del más reciente proceso electoral de ese país al demócrata Joe Biden, como parte de las tácticas agónicas de Trump para anular el proceso y poder conservarse así en la Presidencia del país vecino. Sé, que estupefactos varios de los seguidores republicanos del güero naranja no concebían el por qué de esos actos vandálicos, aunque otros muchos, que no acudieron a Washington en la fecha de los acontecimientos, lamentaron, adoloridos, el que las hordas convocadas no hayan alcanzado la finalidad buscada: evitar que el Congreso validara la elección de Biden como Presidente el pasado noviembre.

Van a ir a la cárcel, sí, los tres mencionados, a la vez que está en proceso el desconocimiento del loco Trump como Presidente, pero también están allí, y es lo que espanta, los 70 millones de estadounidenses que votaron por él y que representan casi a la mitad de votantes, lo que se corresponde, virtualmente, con la mitad de la población; una mitad de la población que se identifica con el supremacismo de los estadounidenses y que alienta a políticos que, como Trump, impulsan aquellas políticas identificadas en contra de la migración a nivel mundial (pero particularmente en la frontera México-Estados Unidos), el armamentismo y la imposición de un capitalismo cada vez más depredador y rapaz. ¿Populismo eso?, por favor, no es posible cerrar tanto los ojos ante una realidad que escoce.

¿Cómo entonces creer que ante esa realidad la 4T se identifica con el trumpismo? Al respecto hay que partir del hecho de que, sin duda, en términos de política exterior, las relaciones entre México y Estados Unidos son de lo más complejo que existe (y si no que lo diga Antonio López de Santa Anna) y por eso, lo saben bien los legos en la materia, entre menos conflictivas sean ellas son, así, más favorables para el país. Partiendo de ese principio, creo, se han manejado por parte de la 4T las relaciones hoy con nuestro vecino del norte, es decir, así, siempre mejor que mejor, lo que ha sido hoy bastante favorable para el país en cuestión de aranceles, salud, migración y comercio en general, lo que hace entendible el por qué, hasta hoy, esas relaciones se llevan en base al librito y nada más, y es posible que con Biden, también predomine la misma estrategia, lo cual no anula posibilidad de que, algún día, turbas comandadas por algún Q-Shaman de la alianza satánica PRI-PAN-PRD-Va por México, disfrazado de muerte sonriente o Tezcatlipoca se aposte a las puertas de Palacio Nacional para, desde allí, incitar a que termine ya el régimen, legalmente elegido, de AMLO.

No lo dude usted. ¡Puede pasar! ¿Hay pues, o no, futuro?

 

*Sólo estructurador de historias cotidianas

Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

 

gomeboka@yahoo.com.mx

 

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