Paquete económico 2020 sin las ONG: ¿borrón para qué cuenta nueva?

Las ONG del sector cultural y educativo son de las más afectadas por la imposibilidad de ofrecer servicios al gobierno a cambio de donativos o prestación de servicios. (Ilustraciones: Paso Libre)

Paquete económico 2020 sin las ONG: ¿borrón para qué cuenta nueva?

Juntas generan más de 1.2 billones de pesos y más de 2 millones de empleos en la economía nacional. Las actividades productivas del sector cultural  y de las instituciones sin fines de lucro (ISFL) al año de 2017, aportan el 3.2 y el 2.9 por ciento del PIB, según las cuentas satélites respectivas que elabora el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). Contra este vital componente del desarrollo del país, de un 6.1 por ciento del PIB, el primer mandatario de la nación dirigió una ofensiva sin precedente en la historia de México.

En el caso del sector, las medidas del titular del poder ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, han sido cuatro. Primera, anular una política industrial hacia la cultura y sus emprendedores, aun cuando recientemente las secretarías de Economía y Cultura ofrendaran como paliativo un convenio de buenas voluntades carente de plan y de respaldo financiero. Segunda, prohibir la entrega de recursos de manera directa a las organizaciones no gubernamentales (a ONG que, en muchos casos, los obtenían a través de los “etiquetados” del Congreso). Tercera, sostener un presupuesto inercial sin nueva estructura programática y gravemente rezagado para la Secretaría de Cultura. Cuarta, continuar con lo que el gobierno de Enrique Peña Nieto decidió en 2017: prescindir del monto anual destinado a cada entidad federativa (el célebre “fondo piso” a instituciones estatales de cultura).

Conviene saber que en el universo de las ISFL, se combinan organizaciones privadas y públicas (en su mayoría instituciones de educación superior) que dividen su aporte al PIB en 1.3 y 1.6 por ciento, respectivamente. En su conjunto, la mayor participación es de lo que el INEGI define como actividades de enseñanza e investigación, con el 46 por ciento del total. Resulta relevante señalar que en ese ámbito existen componentes ligados a la cultura. Sin embargo, para efectos de la Cuenta Satélite de las ISFL, cultura y recreación contribuyen con el 3.3 por ciento, en tanto que –por ejemplo- las actividades religiosas el 15.5 por ciento y las asociaciones empresariales, profesionales y sindicatos, el 40 por ciento. Recordemos que al cierre de 2018, se estimaron en alrededor de 32 mil las ONG en México, de las cuales 8 mil 171 son donatarias autorizadas por el Sistema de Administración Tributaria (SAT).

El contraste es revelador si consideramos que según la Cuenta Satélite de Cultura del INEGI del 3.2 por ciento del PIB cultural, el 2.4 por ciento lo aporta el mercado. En tanto que el 0.8 por ciento de “no mercado”, recae en el gasto público y la producción cultural en los hogares, es decir, el trabajo no remunerado (voluntario) y el consumo cultural que las familias hacen para actividades comunitarias.

Estos son otros datos que no fueron tomados en cuenta por el habitante de Palacio Nacional, para hacer de su decisión una medida razonada.

En 2014 apareció por primera vez la Cuenta Satélite de Cultura. El mercado tiene una enorme fortaleza a pesar de la falta de políticas de apoyo al empresariado cultural.

Paquete 2020: sin remedio

Tras en memorándum del 14 de febrero de 2019 que instruye a su gabinete a no canalizar fondos, junto con la andanada pública en contra de las ONG por parte del mandatario mexicano, líderes de distintas organizaciones salieron tanto en defensa como en búsqueda de alternativas. El paquete económico para 2020, en particular la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación (LIF), es la confirmación del cierre total de puertas. Por lo mismo, el Presupuesto de Egresos de la Federación no considerará derrama alguna a través de la sociedad civil organizada.

Se esperaban, en efecto, algunos paliativos. De manera central lo relativo al Impuesto sobre la Renta (ISR), como el ampliar el porcentaje de deducibilidad y el número de medios deducibles para algunas actividades. O bien eliminar tasas cero así como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en ciertas cadenas productivas y sus bienes. El prospecto de LIF solo considera algunos giros asistenciales para exentar el IVA por la enajenación de bienes, entre los cuales no están del sector cultural.

En otros escenarios de la hacienda pública relacionados con el sector cultural y las ISFL, destaca lo que refiere al ISR. Se conserva el Estímulo Fiscal al Cine (Eficine). No se cifra la cantidad (este año de 650 millones de pesos), pero se somete a los diputados a adicionar la siguiente linea al artículo 189 de la Ley del ISR: “Dicho estímulo no podrá aplicarse con otros tratamientos fiscales que otorguen beneficios o estímulos fiscales”. A ver cómo es discutida esta limitante que puede encarecer el catálogo de empresas con intereses en la industria cinematográfica.

Sin acceso a fondos públicos, numerosas ONG dejarán de cumplir una importante función mediadora y colaborativa en la sociedad.

Por lo que respecta al Estímulo Fiscal a las Artes (Efiartes), se concede una ampliación del monto de aplicación de 150 a 200 millones de pesos, dando facultades al Comité Interinstitucional para fijar las aportaciones de 2 a 6 y hasta 10 millones de pesos por proyecto. Y como una suerte de premio de consolación a la industria editorial, se propone crear para el 2020 el Estimulo Fiscal al Libro (Efilibro) para “impulsar la edición y publicación de obras literarias originales que aun no estén consagradas”, con lo que esto signifique. Se estima la cantidad de 500 mil pesos por libro, con un máximo de 2 millones por contribuyente. No se fija el monto tope de aplicación.

En la iniciativa de la LIF, se solicita incluir al SAT en los Comités Interinstitucionales que emiten las convocatorias y dictaminan los proyectos de estos estímulos. Así se garantiza la fiscalización de cabo a rabo.

Pese a la contundencia de los hechos, todavía hay quienes piensan en una reforma fiscal para la cultura, cuando lo urgente es una reforma fiscal integral. Quizá algo ocurra después de las elecciones del 2021.

Reconvertirse o desaparecer

Si bien el nuevo régimen con su llamada Cuarta Transformación (4T) invita a las ONG a una depuración indispensable, las orilla a reconvertirse o a desaparecer. Este proceso llevará tiempo, librando numerosas batallas en uno u otro sentido. Las cuentas satélites en su actualización a 2018, al igual que otros datos del INEGI, no serán útiles por el momento para conocer la situación desatada por López Obrador. Tendremos que esperar a finales de 2020 en el caso de las cuentas satélite y con los cortes del primer semestre del mismo año del Sistema de Cuentas Nacionales para llegar a otras cifras que permitan ver el impacto en el tercer sector.

Grandes empresas obtienen beneficios fiscales para establecer fundaciones, es decir, parte de su operación es gracias al erario público.

A pesar de esta falta de información estadística podemos vislumbrar algunos escenarios para quienes se movilizan en el sector cultural en particular, y en las ISFL en general. 1) Muchas de las organizaciones, sobre todo las que no son donatarias, desaparecerán por ser inútiles (si no es que ya lo son). 2) De las donatarias, un alto porcentaje serán dadas de baja al carecer de aportaciones regulares. 3) Las asociaciones, fundaciones y fideicomisos que puedan salir adelante será posible por su estrecha vinculación con empresas donantes o subsidiarias o bien por un nuevo modelo en el cual los integrantes de esas organizaciones les sostengan gracias a sus actividades en otros campos productivos. 4) Otro grupo intentará subsistir con lo que son sus fines asistenciales en un esquema de economía social (comercio justo). 5) Unas más se plegarán a las instituciones públicas que pueden ser intermediarias, en al menos dos sentidos: a) conservando su figura jurídica para “bajar” fondos en las escasas convocatorias; b) creando sociedades civiles, sociedades anónimas, cooperativas y otras modalidades comerciales para vender sus servicios al gobierno y buscando diferentes canales para ser socialmente responsables. 6) A pesar de la advertencia del mandatario de que se acabarían las deducibilidades a grandes corporativos para no darles el gusto de hacer “caravana con sombrero ajeno”, la LIF no les toca un pelo. Así que seguirán las caravanas a costa del erario público.

¿Qué tipo de tercer sector quedará tras el sexenio de la 4T? Que la metamorfosis nos agarre confesados.

   asesoresencultura@yahoo.com.mx

13 de septiembre de 2019.

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