Problemas de autoridad: el Estado disminuido

Intelectuales, artistas y presidentes: ¿con quién la mejor relación? (Imagen tomada de elsoldemexico.com.mx).

 

ENSENADA. Hasta hoy, por lo está aquí investigado, poco se ha estudiado sobre el por qué, desde mediados del XIX al Estado (en su faceta de administración pública) le ha tocado la tarea, en México, de cobijar en su seno a muchos intelectuales y creadores artísticos. Ellos, desde aquellas épocas, ocuparon diversos cargos públicos (Guillermo Prieto, Payno, Altamirano, Riva Palacio, varios otros) que no sabemos qué tanto ello les permitió apoyar o no su obra de creación. Como sea, pero desde entonces existe, en México, la tendencia a que es el Estado quien debe dar protección y sustento a quienes dedican una buena parte de su tiempo disponible a obras de creación. Tendencia que se fortaleció, directa e indirectamente, después de la Revolución, pues desde entonces el Estado favoreció con becas y estímulos diversos a quienes se dedicaban a la creación artística o tareas propias de la intelectualidad.

En mucho opuestos a los simbolistas -quienes, con su espíritu anárquico, poco o nada, tenían que ver con el Estado-, muchos de los intelectuales del país desde mediados del XIX, como se mencionaba, han sido proclives a estar vinculados con el Estado, porque saben que él, virtualmente, es quien mayores recursos económicos aporta y destina a la promoción de las artes y la investigación científica (hoy con becas y estímulos y de, manera ocasional, todavía con puestos como en el servicio exterior) y de ahí esa vinculación tan estrecha -enfermiza, quizá, como cuando Echeverría- entre intelectuales diversos y Estado en el país. Por eso hoy, cuando el Estado se ha vuelto austero de diferentes maneras y tiende a ser así un Estado disminuido (ya no el capo de épocas pasadas) uno, sin querer, se pregunta: ¿qué tanto esa austeridad va a modificar las relaciones entre Estado e intelectuales y creadores?, ¿qué harán estos segundos ante cambio tan brusco de las reglas del juego?

Tal triunfo de la administración sobre la política, que ha generado al Estado disminuido de hoy, se inscribe en los cambios, más amplios (rompimiento con ciertos sectores de la burguesía), que desde tiempo atrás el régimen de la denominada 4T considera como válidos, coyunturalmente, para la actual etapa histórica por la que atraviesa el país, al margen de que ello implique reducir así el universo poblacional con el cual llegó al poder y que en términos numéricos, esos sectores, hasta hoy, poco representan. Esa pérdida cuantitativa cómo se va a traducir en lo cualitativo, es una pregunta cuya respuesta hasta ahora no es clara, pues los sectores afectados no tienen acceso a medios de comunicación amplios y su presencia en las redes si bien es más sensible, hasta hoy ha tenido repercusiones escasas y dispersas. ¿Serán pues, así, sectores (el de los artistas y creadores intelectuales) que no tienen mayor importancia política? Si eso no es tal, ¿ese menosprecio de esos sectores tendrá su reflejo a la hora de futuras votaciones nacionales?

¿Por qué las preguntas anteriores? Porque un Estado disminuido representa también una disminución de la autoridad entendida como la experiencia y sabiduría que le dan presencia social al Estado, y ése sí es un problema que hay que discutir a fondo: ¿austeridad o preservación de la autoridad?

Como sea, la existencia del Estado disminuido hasta aquí apenas esbozada es significativa por ser ella, como sea, un cambio estratégico en el papel que el Estado había venido jugando desde tiempo atrás en nuestro país y que aún no se sabe qué repercusiones -políticas y administrativas- vendrán con ello.

Pronto, debe considerarse, se tendrá conocimiento de lo anterior con los sucesos por venir.

*Sólo estructurador de historias cotidianas

Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

gomeboka@yahoo.com.mx

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