Hay que repetirlo: siguen las increíbles novedades del cambio de año base de 2013 al 2018 y de la actualización de la Cuenta Satélite de la Cultura al año 2022. Ante sus ojazos un mapa jamás visto en la historia patria. Fue bautizado por los alquimistas del INEGI como “Mapa de área general predominante por entidad”.

Sópatelas, agárrenme que me caigo.

No le ponemos nombre a cada porción del suelo mexicano, solamente colores con su designación inegista. ¿Qué significado puede tener que la producción artesanal sea la que mande en la república impecable y diamantina? Dicho en mis entendederas, simplemente una desgracia. No por menospreciar la creatividad como el empuje y la originalidad de fama mundial que la fuerza de trabajo de los artesanos brinda a la economía. No.

Lo digo por la descomunal diferencia con las otras áreas aquí pintadas en suerte de arcoíris del sector cultural. Es por ello por lo que, en reiterada lectura, si los visitantes a este Paso libre usan el retrovisor para mirar las gráficas anteriores, hay entidades del pacto federal que deberían estar paralizadas al poder conocerse en las entrañas. Que solamente cinco estados brillen por los Medios audiovisuales, cuatro se destaquen en Diseño y servicios creativos, que tres lo sean en Contenidos digitales e internet y uno/uno/uno, en Libros, impresiones y prensa, es decir, menos de la mitad, nos lleva a tener un mutilado territorio que se viste de percal y de abalorio, como escribió el poeta zacatecano Ramón López Velarde.

Y es que el mapa es la punta del iceberg de las desigualdades del desarrollo cultural de la nación. No es que ande de locuaz pensando en el típico cuadro donde los números de la estadística cultural pinten escenarios parejos, equilibrados y briosos. No es que estime que la aspiración sea la armonía económica del sector cultural del cabo al rabo. No. Lo que me aterra es el escáner por estado que derrumba cierta mitología ligada a las geografías, así como lo muy lejos que se está del empuje en áreas que, por andar a estas alturas del siglo XXI, deberían ser más poderosas.

Dicho lo anterior, nos vemos en la próxima gráfica.

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