Lord Dino Rodríguez creció en un ambiente donde la música era algo muy importante. Recuerda que cuando niño, en las tertulias familiares todos tocaban un instrumento o cantaban, era casi una obligación. Incluso, su bisabuelo materno fue músico de orquesta.
Y a pesar de que quiso huir de su destino, porque inició estudios de contaduría “para ganar mucha plata”, fue invitado al coro de la escuela, lo que significó el empujón definitivo para dedicarse a la música: “Desde el momento que audicioné, casi obligado por la directora, sentí profundamente la vibración, el ambiente, la atmósfera coral y me dije yo soy de aquí”.
Fue entonces que se cambió de carrera y cursó la licenciatura en la Facultad de Arte y Música de la Universidad Católica Cecilio Acosta, en Maracaibo, Zulia, Venezuela, donde aprendió “de los mejores maestros”.
Ya desde los 15 años había comenzado a componer canciones, sobre todo “para ligar chavitas, y aunque esto no funcionó, me quedó el gusto por mezclar acordes con la guitarra”.
Luego, explica, el origen de las letras en sus canciones se lo debe al hábito de la lectura que le inculcó su papá, además de otras cosas que motivaron su creatividad.
‘En Navidad y Reyes -recuerda con una sonrisa- mis papás en lugar de darme juguetes, me regalaban crayones y cuentos, aunque una tía se enojaba y no dejaba de hacerme llegar un carrito para compensar”.
A mitad de sus estudios musicales, lo invitaron a impartir unas horas de juego musical en una compañía de teatro y desde entonces la docencia se convirtió en una de sus principales fuentes de ingreso. Aunque considera que, a veces, más que clases funcionan como terapia musical en sus alumnos.
“Para muchos, la música es una forma de sacarse el estrés, de renovarse energéticamente, porque el canto es manipular la vibración del cuerpo y el alma”.
Sobre su estilo y género musical dice enfáticamente: “Lord Dino Rodríguez hace pop para divertirse, nada más”.
Y eso es “tomando el sentido generalizado de pop, o sea música popular, sin que sea un género excluyente, porque igual me robo la batería de esta canción, agarro la línea melódica de otro país y la transformo, y así voy hilando esos destellos de genialidad que hay en todo el mundo para luego sintetizarlo en algo que puedo llamarlo propio, aunque en la música ya todo está hecho”, puntualiza.
Con respecto a la imagen que quiere proyectar con su ropa y maquillaje, él se define “como entertainer y story tender, o sea, un entretenedor, un cuentacuentos, porque en algún momento de mi vida adopté la misión y el objetivo de influir e impactar con mi música en millones de personas y, por lo tanto, he aprendido que la estética es muy importante para conseguirlo”.
Las canciones que grabó para el Gammadian Fest, donde lo entrevistamos, son parte de su nuevo disco, cuyo lanzamiento será el próximo 4 de abril, día de su cumpleaños, o sea, cuando “mi cuerpo físico tenga 29 años, porque mi alma es eterna”.
26 de marzo de 2021, colonia Álamos, Ciudad de México.
Juan Raúl Barreiro Isabel
Fotógrafo y periodista cultural egresado de la carrera de Comunicación en la UAM Xochimilco. También estudió cine en el CUEC y fotografía en el Centro de la Imagen, la Academia de San Carlos y en el Gimnasio de Arte y Cultura. Escribió varios años una columna sobre fotografía en el suplemento sábado del unomásuno y también publicó artículos en el El Búho de Excélsior, la sección cultural de Reforma y la revista Alquimia del INAH. Sus fotografías han sido publicadas en El Nacional, unomásuno, Excélsior, La Jornada, Tabasco Hoy, Cuartoscuro y en el libro Álbum de familia, de la División de Posgrado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (2010). Ha sido profesor en universidades públicas y privadas, de 1987 a la fecha.