El amor de Selma por México se lo infundió su padre hace más de medio siglo, en Chicago, su lugar de origen; le dijo que no perdiera de vista al país y al idioma español ya que a la postre se convertirían en elementos muy poderosos de la cultura estadounidense. “Era un visionario”, presume.
Oaxaca en particular es un estado que a ambos les apasiona. Selma es autora de Oaxaca: at the crossroads, un profundo estudio antropológico del potencial de la cultura y el arte oaxaqueño, mientras que Dan McCleary es un creador plástico que expuso recientemente en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), realiza estancias en el Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) y elabora placas con el grabador Fernando Sandoval. Oaxaca, comenta Selma, es uno de los centros más importantes de la gráfica en el mundo.
María Galicia ha sido fundamental para los proyectos de Art Division y del Fisher Museum of Art. Es una auténtica gestora cultural y fotógrafa, cuyas placas, que ella misma sitúa dentro del lenguaje abstracto, han desfilado por varias exposiciones colectivas. Como gestora ha provocado que en ambas instituciones estén presentes elementos sobre lo mexicano en cada uno de sus proyectos y ha tenido la capacidad y la visión de encontrar las coincidencias narrativas para que estos puedan desarrollarse.
Nos sentamos a tomar un café Selma, María y yo; y aunque Dan está ausente hablamos de él como si nos acompañara pues lo conocemos a la perfección. En particular, desde el Consulado en Los Ángeles tuve la oportunidad de organizar varias actividades con el Fisher Museum y con Art Division, cuyas instalaciones se ubican cruzando la calle de la sede consular. En ambos casos María fungía como la líder de los proyectos.
María emigró a Estados Unidos junto con sus padres cuando tenía un año; nació en Xochitlán, Morelos, “el lugar de las flores”, le comento, y ella responde que sí, “aunque no hay ninguna sino elotes, a cuyo cultivo se dedica mi papá”.
Me relata que hace cinco años, cuando su abuelo se encontraba en plena agonía, su padre se vio ante la necesidad del retorno. María obtuvo un permiso amparada en el Dream Act para acompañarlo y conocer el pueblo y a su familia. Estando allá tuvo la sensación de nunca haber salido e incluso sus primos le decían: “Tú no hablas como gabacha”. Luego regresó a Los Ángeles para continuar su vida junto a su madre y hermana, en tanto que su padre se quedó varado en Morelos, viviendo ese fenómeno doloroso de las familias divididas por la frontera.
María tiene un fuerte sentido de pertenencia a su origen, algo que ha contagiado su trabajo pues la mueve el prurito de trabajar en favor del arte y la comunidad. “Creo que muchos padres latinos no entienden cómo hacer que sus hijos hagan una carrera en el arte”, me confía. Mientras trabajaba como recepcionista en el Heart of Los Angeles (HoLA), espacio que alberga entre otras iniciativas uno de los núcleos de educación musical para niños de la Youth Orchestra Los Angeles (YOLA) auspiciada por el director de la sinfónica de esta ciudad, el venezolano Gustavo Dudamel, María conoció a Dan, quien fungía como maestro de arte. Ambos decidieron independizarse para formar un centro de vocación artística para jóvenes hispanos de bajos recursos de entre 18 y 26 años, que justo les permitiera prepararse para acceder a las carreras profesionales en el arte: así nació Art Division.
Posteriormente, María fue contratada por la USC pero siguió atada a su vocación, ya que la agenda del Fisher Museum —en palabras de Selma— incluye siempre en la conversación algún tema vinculado con lo mexicano. Un ejemplo ha sido la colaboración entre Art Division y La Curtiduría, centro de artes visuales de mi querido paisano Demián Flores; ambas son iniciativas espejo en su quehacer de apoyar a la comunidad a través del arte.
La posición de María como coordinadora de Educación y Programas del Fisher es sin duda sobresaliente. Selma la define como una mujer multifacética que rompe con las barreras que las burocracias imponen en las instituciones. No solo ejerce su rol de coordinadora sino que también lo hace como curadora, ejecutiva e inclusive realizando cualquier otro menester para el funcionamiento del museo. María “inspira, alienta y abre puertas; es capaz de trabajar en un modelo muy complejo definido por los nuevos tiempos, pues lo que hasta ahora se percibe como una institución artística se ha ido transformando por la tecnología y las redes sociales, la pluriculturalidad, las nuevas narrativas y las temáticas sociales, pero ante todo es una instancia que evoluciona por los consumidores más sofisticados y educados, a los que hay que acceder con propuestas no solo estéticas sino éticas y novedosas. María es capaz de desenvolverse en esas circunstancias y traer a la mesa respuestas impuestas por dichos retos”, añade Selma.
Cuesta cambiar las cosas, diría la escritora española Rosa Montero, pues sucumbimos al prejuicio de la falta de visibilidad y al machismo habitual. El caso de María, empero, es un ejemplo del empoderamiento de una joven hispana que ha roto los estigmas del estereotipo caduco y nocivo de no solo ser migrante sino mujer.
Andrés Webster Henestrosa
Andrés Webster Henestrosa es Licenciado en Derecho por la UNAM con maestrías en Políticas Públicas y en Administración de Instituciones Culturales por Carnegie Mellon University. Es candidato a doctor en Estudios Humanísticos por el ITESM–CCM, donde también ha sido docente de las materias Sociedad y Desarrollo en México y El Patrimonio cultural y sus instituciones. Fue analista en la División de Estudios Económicos y Sociales de Banamex. Trabajó en Fundación Azteca y fue Secretario de Cultura de Oaxaca. Como Agregado Cultural del Consulado General de México en Los Ángeles creó y dirigió el Centro Cultural y Cinematográfico México.