En seguimiento a la entrega anterior ¿Democracia? ¿cultural? ahora intento presentar algunas aproximaciones y axiomas que no son en absoluto el descubrimiento del hilo negro, sino el acto escrito de dar continuidad reflexiva: compartir ideas.
Desde un punto de vista histórico y antropológico, de sociología, es entendible que cada régimen, independientemente de los contenidos-ideología, las formas y medios como se establezca, dentro de sus filas o con grupos afines se deconstruye el régimen anterior para construir otro, ya sean únicamente unos matices del régimen pasado o un cambio a profundidad, es parte de la lógica social tanto política como económica y cultural, donde la democracia y sus binomios se potencian como el método más idóneo para dirimir y consensar las diferencias bioculturales; lo social y lo comunitario, así como lo global. Partiendo de esto, en lo que también compete al neoliberalismo y, por ende, en su afán de lograr el México moderno y desmantelar los acuerdos del México posrevolucionario, la amplitud y diversidad biocultural de México se re significó como un producto que diera sostenimiento democrático y legítimo al régimen neoliberal, quizás ideológico o axiomático de principios económicos-políticos estructurados en una lógica de especulación financiera, mercados y de libre comercio que, a su vez, sumara en el menú mercantil la multiculturalidad y la biodiversidad en una visión moderna o posmodernista gestada en la década de los ochenta.
Asimismo, lo hizo el México posrevolucionario y el actual régimen lo lleva a cabo. Los regímenes con la idea o invocación del uso de la “democracia” ésta se vuelve idónea para que sea aceptado el régimen a seguir, siendo evidente que esto genere diferencias y posturas hasta irreconciliables de la manera de entender y ejercer el poder tangible y simbólico de las riendas económicas-políticas-civiles de un país de sociedades y comunidades tan diversas como México.
En este sentido, el neoliberalismo en su propia lógica hace uso de los patrimonios simbólicos y tangibles e intangibles un bien comercial, en una desregulación de mercados y libre comercio con dos grandes componentes que determinan todo flujo comercial global o local e intrínsecamente biocultural que son:
- Las diferencias, no acatamientos o interpretaciones de las legislaciones locales, regionales y globales en materia de protección, conservación y difusión de los patrimonios dejándolos vulnerables en materia de derechos de autor e intelectual, patentes y la tradición oral o de usos y costumbres no considerados científicos.
- Y el ecosistema propio de la Internet donde fluye permisiblemente la piratería “legal” y la que permanece fuera de la observancia jurídica, ambas vulneran la creación como producto y como acto creativo, en su caso hasta de soberanía. Además de la extracción y explotación de los datos con o sin consentimiento y conocimiento del usuario o navegante, para usos mercantiles a través de algoritmos de comercio y su componente social que favorezcan prioritariamente la tasa de ganancias y el poder simbólico.
La “democracia cultural y ciudadana” neoliberal se apropia del término en un esquema de una estructura o reformas económico-políticas y civiles que facilitaron el acto comercial de flexibilizar o imponer un mecanismo de mercados para el flujo de los bienes y patrimonios de un país de amplia gama y profunda diversidad biocultural como lo es México. El resultado hoy día obliga que toda pretensión de cualquier tipo de régimen para modificar implica generar acuerdos incluyentes y de respeto a la diversidad, a través de consensos y aproximaciones de principios de convivencia equilibrada, equitativa e igualitaria según sea tan amplia la cantidad y cualidad biocultural a tratar. En México es insoslayable e impostergable considerar y organizarse en función de atender la otredad en sinergias con todos los sectores públicos, privados y civiles en una planeación y proyecto transversal que desarrolle un entendido común de democracia cultural y ciudadana por donde transitar la diversidad biocultural mexicana, la cual es parte de una realidad global y mediática o tecnológica.
Es ahí donde se desarrollan las industrias bioculturales y las que no son industrializables, pero si con un flujo local y comunitario. Es decir; la diversidad biocultural en el entendido neoliberal es y se utiliza como un producto de mercado de libre comercio y de especulación financiera, como muestra los capítulos al respecto o lo que se menciona u omite en los tratados económicos con América del Norte. Pero la diversidad biocultural en México es más que eso y se traduce en métodos no sólo monetarios para expandir su potencial creativo y natural, empezando por entenderlo en sus propias lógicas e intereses: nuestros recursos bioculturales correctamente administrados y respetados por todos los actores económicos, políticos y civiles en México y fuera de nuestras fronteras.
No es tarea fácil, pero si alcanzable desde las acciones comunitarias y las familias como principio y fin último el individuo junto con su comunidad, porque citando nuevamente a Rafael Lemus sobre nuestro neoliberalismo: “Acaso ésa sea su mayor conquista: haberse confundido con la forma misma del país”. Y, eso es una sola la voluntad neoliberal de su totalidad, pero no son las realidades o los diversos México.
Incluso es necesario que, en el proceso actual de cambio de régimen, ejerzamos una mayor participación como sociedades-comunidades y más pensamiento social-comunitario desde nosotros mismos, para que, quizás así, estemos realmente hablando del desarrollo de una democracia cultural y ciudadana plural e incluyente. Donde es fundamental que las políticas públicas en general, el Estado y sus diferentes niveles de gobierno y poderes, sean facilitadores incluyentes que incentiven la bioculturalidad para hacer viables y transversales en el país las manifestaciones y expresiones creativas, artísticas, culturales, educativas, científicas, sociales, comunitarias, tradicionales y su relación inherente o consustancial con la biodiversidad y sus recursos energéticos.
Todo esto que en sociedad y comunidad vamos construyendo y no sólo desde el poder cultural e intelectual -pese a su empeño de monopolizarlo- sino desde las familias y comunidades, nos invita urgentemente a re descubrir, conocer, respetar, consumir, vivenciar y aceptar nuestras industrias bioculturales y no industrializables. Viajar por tu barrio, localidad, ciudad y nuestro país México es un gran y perfecto inicio. Me permito ponerlo en la mesa, si la actual pandemia deconstruyó tu realidad pues ahora constrúyela con el poder de transformación y elementos de apoyo de la multiculturalidad y biodiversidad mexicana para ampliar tu conciencia y libertades, en verdad decídete porque se necesita de todos. Sigo insistiendo.
César Octavio Larrañaga
Comunicólogo, antropólogo, fotógrafo, museólogo y consultor de TIC. Su trayectoria incluye la gestión y difusión cultural, así como la producción audiovisual, el periodismo, el trabajo académico y editorial. Además del diseño y operación de estrategias en el manejo de crisis mediáticas y políticas. También se ha desempeñado en el sector privado y ONG’s en materia de medio ambiente. Con una amplia experiencia en museos y museología en México, así como fue becario-investigador en el MNCARS de España.