La letra grande y chiquita del
Programa Sectorial de Cultura

Difícil tránsito. Entre las presidencias de Emilio Portes Gil y Pascual Ortiz Rubio se configuró la Ley sobre Planeación General de la República, de la cual surgió la Comisión Nacional de Planeación. Para el gobierno de Lázaro Cárdenas se aprobó el primer Plan Sexenal 1934-1940. Hasta 1983 surge una nueva Ley de Planeación, siendo la última, de numerosas modificaciones, en febrero de 2018. (Imagen: Paso Libre).

Llegó el mes de julio y con él una gran sorpresa, la publicación del Programa Sectorial de Cultura 2020-2024 en el que se describen los objetivos y metas que persigue la actual administración en la materia, así como las estrategias y acciones que se aplicarán para su consecución.

Tras seis meses de retraso era de esperar que la Secretaría de Cultura presentara un documento actualizado que partiera de la nueva realidad que el país está enfrentando como resultado de la contingencia sanitaria de los últimos meses y la fuerte contracción de la actividad económica que casi paralizó al sector. Pero eso no es así, tenemos una lista de buenas voluntades y acciones a llevar a cabo que no están a la altura ni de la situación actual ni de la transformación anunciada día a día por el gobierno federal.

Es mejor no anticiparnos. Primero vamos a revisar el contenido del documento, comprender su visión y conocer sus previsiones, para después exponer mis puntos de vista.

El contenido general

El documento, con base en el índice, está integrado por los elementos necesarios para el diseño de un programa de mediano plazo: el fundamento legal y del proceso de planeación; el diagnóstico (donde estamos); una batería de objetivos (a donde vamos) acompañados de sus justificaciones y sus respectivas estrategias y acciones (cómo vamos a llegar), y las metas (hasta donde llegaremos). No dudo que algún otro colega se va a tomar el tiempo de contrastar el contenido con lo establecido por la Ley de Planeación, con lo cual será posible saber si, además de rebasar el tiempo límite, existe algún otro incumplimiento.

Si algo queda claro después de leer el programa es la prioridad que en la presente administración se ha dado a las actividades orientadas a facilitar el acceso a la cultura a los grupos de población menos favorecidos, bajo los principios de igualdad e inclusión. En todos los casos vamos a encontrar referencias al respecto, aunque ello implique hacer a un lado diversos problemas crónicos que durante años han afectado al sector.

El diagnóstico, entre el aquí estoy, pero me urge ir para allá

Este capítulo está dividido en los siguientes temas: la cultura un derecho humano; cultura para la paz y convivencia; cultura incluyente; redistribución de la riqueza cultural; de la cultura al poder, al poder de la cultura; la cultura mexicana en el contexto internacional; agenda digital de la cultura, vida creativa, estímulos a la creación, economía y cultura, infancia y juventudes, patrimonios culturales, y derechos de autor y derechos colectivos.

La información sobre la que se basa el diagnóstico es buena, no tiene otros datos y busca destacar el problema de la accesibilidad a los bienes y servicios culturales de la población. No obstante, en la descripción del presente, de hace seis meses, se incluyen adelantos de las estrategias y acciones que tienen previsto impulsar para corregir la problemática descrita, en vez de concretarse a esta última.

Llama la atención que después del apartado relacionado con la descentralización de las actividades culturales y la necesidad de potenciar la riqueza creativa de los habitantes de las diversas regiones del país mediante la promoción de las culturas locales, se aborde el Proyecto Cultural del Bosque de Chapultepec, que si bien está destinado a convertirse en uno de los espacios de esparcimiento cultural e integración social más grandes del mundo, también implica una centralización sin precedente de las actividades culturales en favor de la Ciudad de México. Por cierto, en esta parte del diagnóstico es el único espacio en el que se aborda el tema de Chapultepec que está clasificado como prioritario por parte del presidente de la República.

En el apartado sobre economía y cultura se hace hincapié en la industria cinematográfica y audiovisual, y se muestra interés en las acciones relacionadas con la formación y la actualización de las competencias y capacidades técnicas de los recursos humanos involucrados en la actividad; se menciona también la radio y después se pasa a la producción artesanal, pero el tema de las artes en general y de las artes escénicas y plásticas en lo particular, está ausente en este apartado y en todo el documento.

¿Qué y cómo? Objetivos y estrategias

En el capítulo de los Objetivos Prioritarios se señala que “El nuevo proyecto de nación apunta a una transformación profunda en la manera de gobernar y de asumir que la diversidad cultural jugará un papel fundamental por ser una herramienta estratégica para el cambio. La política cultural no puede ser ajena al momento que vive el país: ante la desigualdad, el deterioro del tejido social y la violencia, la cultura es una herramienta de transformación”.

Para ello, y sobre la base de seis principios asociados con la libertad creativa, la igualdad de las culturas, la diversidad cultural, la identidad de las personas, la autonomìa de las comunidades y la igualdad de género, se presentan seis objetivos prioritarios, mismos que están contenidos en el cuadro siguiente, acompañados con una breve descripción de sus respectivas líneas de estrategia:

 

En la justificación del primer objetivo el programa indica que se va a operar simultáneamente en tres dimensiones: el acceso a las diferentes manifestaciones de la cultura, a la libre creación y elección y a la participación para revertir los rezagos en la distribución y acceso a los bienes y servicios culturales que ofrecen las instituciones públicas.

El segundo objetivo, sobre la educación en el sector de la cultura, señala que se diversificará las posibilidades de acceso a opciones de formación en la materia, así como en la formación de profesionales para la investigación, conservación y protección de la diversidad cultural, Al mismo tiempo que se promoverá el fortalecimiento de capacidades y la actualización permanente de las personas involucradas con la docencia y la práctica de la cultura a través de ofertas académicas diversas.

Con relación al tercer objetivo se propone generar una oferta diversa en todas las disciplinas para procurar alcanzar una mayor cobertura territorial dando prioridad a los grupos históricamente excluidos y a la población infantil y juvenil.

Para cumplir con el cuarto objetivo, relacionado con los patrimonios culturales, se afirma que se buscará siempre conciliar su protección con el desarrollo económico y social del país, mientras que en el caso de inmaterial, se prevé generar las condiciones para el uso público de las lenguas indígenas y el impulso a la producción cultural de las comunidades indígenas y afromexicanas, y del ámbito popular.

El quinto objetivo versa sobre estímulo y profesionalización de las industrias culturales y empresas creativas, así como los derechos de autor, aunque el universo se centra en la industria del cine, la radio y la televisón culturales. Podemos rescartar el hecho de que se manifiesta un interés por abrir más espacios para la exhibición del cine mexicano, aunque no tocan el punto de la regulación. Por lo que se refiere a los derechos de autor, se perseverará en el debate y construcción de esquemas de protección para que todas las producciones culturales cuenten con el debido reconocimiento ante la ley y gocen de protección.

El tema de actualidad relacionado con los reconocimiento y apoyos a la comunidad cultural se trata en el sexto objetivo, para lo cual se pretende mejorar las condiciones de acceso a convocatorias públicas mediante parámetros claros, requsitos específicos y procesos transparentes de selección y, en su caso, seguimiento. Sobre el origen de los recursos para estos fines, solo los provenientes del presupuesto, como se aclara al principio del documento.

Las metas para el bienestar; bueno, así se tienen que llamar

Con la finalidad de facilitar el seguimiento y evaluación del programa, el documento incluye tres metas sexenales por objetivo prioritario que en su mayoría, por fortuna, son cifras absolutas o cifras de cumplimiento porcentual contra una meta absoluta, lo que permite mostrar de manera precisa el número de acciones acumuladas que se tiene programado cumplir hasta 2024.

Destaca la inclusión de dos indicadores en los objetivos 1 y 3 que van a requerir de un seguimiento constante y del manejo de información geográfica y cartográfica, para mostrar que el aumento de la cobertura de las actividades culturales se reflejará en un menor desplazamiento de los asistentes desde su domicilio hasta el lugar de la actividad. Me pregunto si ese indicador mantendrá la trayectoria esperada (menor distancia) cuando se inicie la operación del Complejo Cultural Chapultepec, dado que generará una tendencia a centralizar las actividades en vez de descentralizarlas.

Merece destacarse el hecho de que se retome el uso de metas cuantitativas en vez de los indicadores formulados a partir de la metodología del Presupuesto Basado en Resultados. Considero que con ello se facilita la comprensión de los alcances de la política cultural, ya que los indicadores de resultados, que dice medir el impacto, sólo han servido para ocultar resultados mediocres.

Las experiencias pasadas nos permiten anticipar que los avances de estos indicadores indicadores serán reportados en el Informe de Gobierno del 1 de septiembre de cada año, y en su momento veremos si en realidad son de utilidad para evaluar el cumplimiento de los objetivos.

En el cuadro siguiente van a encontrar los nombres de las metas agrupadas por objetivo prioritario.

No cesa el paternalismo

La primera impresión que tuve del programa es que se publicó sólo para salir del compromiso y del requisito señalado en la Ley de Planeación. Parece que lo sacaron del archivero donde estaba guardado, le actualizaron la fecha y lo enviaron a quien corresponde.

Al interior del documento destacan las constantes referencias a la organización y la participación de las comunidades, en particular las menos atendidas. Las líneas de descentralización de la oferta, la educación, la economía cultural, protección de patrimonio y derechos de autor, invariablemente incluyen acciones de atención comunitaria. No obstante, para mi gusto el programa no aterriza en acciones o modelos de estructuras concretas que materialicen sus propósitos, porque es horizontal en el discurso, pero vertical en sus propuestas. Era de esperar que con año y medio en funciones y un año en el tintero el programa presentara algo más que acciones de planeación y diseño.

Las estrategias se centran en acciones directas de la SC de manera vertical, donde se organizan grupos para llevar la cultura a la población objetivo y ésta va a tomar lo que le ofrezcan. No hay metas, es decir materialización de logros, sobre estructuras organizacionales en las comunidades, elaboración de diagnósticos o formación de redes que permitan evaluar los resultados.

Además, considero que los objetivos planteados podrían tener un impacto más efectivo si la SC planteara como estrategia trabajar en conjunto con la comunidad cultural, esa que en últimas fechas ha recibido reclamos porque sus artes no son socialmente significativas o no llegan a muchos. La formación de brigadas comunitarias con el apoyo de trabajadores de las distintas disciplinas artísticas podría abrir una nueva forma de abrir fuentes de trabajo, espacios culturales y canales de intercambio de conocimientos y oportunidades de todo tipo.

Esta falta de visión en materia de encuentros y colaboración con los trabajadores culturales es inquietante, dado que en los últimos meses se ha observado una importante irrupción de grupos organizados de trabajadores del arte y la cultura que han superado la coyuntura inicial que los unió y están enfocando sus esfuerzos a la consolidación de sus agrupaciones con objeto de incidir en la vida cultural del país. Pero al mantenerse la visión vertical, se mantiene la estructura y política paternalista que ha caracterizado al sector en las últimas administraciones.

Los temas ausentes

A pesar de la variedad de los temas tratados, la palabra artes se menciona un par de veces, aunque nunca se hace referencia a las artes escénicas o a las plásticas en particular; la palabra comunidad cultural sólo aparece una vez y el trato que reciben sus miembros en el documento es el de beneficiario, de personas sujetas a capacitación, certificación, estímulo, pero no como parte fundamental para el logro de los objetivos y metas que se tienen previsto.

El retraso en los pagos a la comunidad artística a finales de 2019 y principios del año en curso, así como la desaparición, por decreto, de algunos instrumentos financieros que apoyan la estrategia de becas, premios y reconocimientos, no se mencionan en el apartado correspondiente. Me parece de vital importancia destacar que los recursos que se van a distribuir a través de esta estrategia no van a contar con el respaldo de un fondo que en el pasado ha desempeñado un factor importante para restar presiones a las finanzas públicas, sobre todo en tiempos de crisis.

En ninguna parte del documento se hace referencia al problema de la escasa cobertura de los servicios de seguridad social entre los trabajadores culturales, o al de los esquemas de subcontratación vía capítulo 3000 bajo el cual laboran un gran número de colaboradores al servicio del INBAL y del INAH. Mucho menos se comentan los efectos negativos de la estrategia de confinamiento aplicada para enfrentar la pandemia del coronavirus, sobre el ingreso de los trabajadores culturales y sobre la derrama económica con la que se benefician infinidad de localidades en el país a través de festivales, ferias y diversos eventos culturales, ya sean locales o respaldados por el gobierno federal.

Un problema grave que también está ausente es el de la rapiña al patrimonio material del país, que ha llegado al extremo de comercializar en el extranjero, por medio de subastas exclusivas, diversas piezas prehispánicas extraídas ilegalmente del territorio nacional. El análisis sobre las deficiencias en los sistemas de vigilancia, que han permitido que estas ventas se lleven a cabo, junto con una necesaria revisión y actualización del esquema de sanciones, no forman parte de la estrategia de mediano plazo de esta administración.

Todos los casos mencionados son asuntos pendientes que afectan el desarrollo del sector y que no han recibido, y al parecer no van a recibir, un mínimo de atención. En realidad, lo que molesta es que con bombo y platillo se ha anunciado que nuestro país está transitando por un proceso de cambio equivalente a los que se llevaron a cabo durante la Independencia y la Revolución, en el cual la cultura desempeña un papel muy importante, pero eso no está plasmado en ninguna parte de documento. La llamada cuarta transformación está siendo construida sobre la base del menosprecio del pasado, en lugar de una visión de cambio y colaboración para impulsar acciones con verdadero impacto social.

Eran los tiempos de campaña, de las promesas que se han ido cumpliendo o esbozando. Entre ellas, acabar con la herencia neoliberal, cuya operación ha correspondido a cada secretario de despacho, a los que en su mayoría siguen en sus puestos. Sin duda, los programas sectoriales son prueba fehaciente de las órdenes cumplidas. (Foto: metapolítica.mx)

 

amierhughes@yahoo.com.mx

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