En esta doceava entrega sobre la situación actual de los museos en México frente a la pandemia de la COVID-19 (la undécima reflexión fue publicada en Paso libre alrededor de los seis museos gubernamentales en el estado de Morelos) reunimos ahora a los tres recintos de la Fundación Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama, que como Institución de Asistencia Privada (I.A.P.) maneja el Museo Casa de la Bola y los Museos Hacienda de Santa Mónica y de San Cristóbal Polaxtla, otrora hogares del empresario y coleccionista de origen alemán, transformados en recintos abiertos al público.
La tríada que contiene una de las colecciones de arte decorativo más importante de América Latina, recibió en 2019 a 28,516 visitantes de los cuales el 63 por ciento fue de público joven y el 93 por ciento de procedencia nacional.
El Museo Casa de la Bola inicia el trazo de su historia en el siglo XVII cuando era una finca productora de aceite de oliva y pulque. El edificio de arquitectura civil novohispana, situado en la avenida Parque Lira (antigua villa de San José de Tacubaya), fue adquirido en 1942 por Haghenbeck para adaptarlo como hogar con una decoración ecléctica y afín al gusto decimonónico de las familias aristócratas mexicanas. Sus espacios interiores y externos, como el hermoso jardín tipo inglés, se ofrecen en renta para eventos sociales, reuniones de trabajo y filmaciones que hacen auto sustentable la manutención de este recinto y de las otras dos sedes que maneja la fundación constituida en 1991.
Por su lado, el Museo Hacienda de Santa Mónica se ubica en el municipio de Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Es una joya de la arquitectura colonial con data en el siglo XVI. En 1573 la orden de los Agustinos la consolidó como hacienda con el nombre de Santa Mónica en honor a la mamá de su fundador. Llegó a ser una de las principales productoras de trigo de la región. Cuando Antonio Haghenbeck la compró en 1947 para que fuera su casa de descanso, el casco se encontraba muy deteriorado, lo mandó a restaurar y le devolvió integridad a la fachada que se extiende en 50 metros, así como a los tres jardines con perales, una fuente y estanque. La casa está decorada con tapices y mobiliario característicos de las mansiones del siglo XIX y puede apreciarse en el siguiente video.
En tercer término, entre las ciudades de México y Puebla, en el municipio de San Martín Texmelucan (Huejotzingo, Puebla) se encuentra el Museo Hacienda de San Cristóbal Polaxtla, cuyo origen es el siglo XVII. Está catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y dada su ubicación geográfica se vio envuelto en la Guerra de Independencia, la Intervención Francesa, y las luchas entre liberales y conservadores. En 1963 Haghenbeck la adquirió en mal estado y la reconstruyó con materiales de otras edificaciones. Concebida como su segunda casa de descanso, se integra por una terraza decorada con esculturas francesas de metal y macetones; gabinetes del siglo XVIII, relojes, sillones fraileros, pintura colonial, tapicerías europeas y grabados. El casco está rodeado por áreas verdes que suman 33 hectáreas en donde destaca un bosque de fresnos y una zona de cultivo.
Además de las acciones que realiza en el ámbito de la cultura y el resguardo de patrimonio histórico de orden decorativo, la fundación impulsa programas para apoyar a las personas de la tercera edad y a los animales. En éste último caso lo hace mediante campañas gratuitas de esterilización canina y felina; programas de certificación de áreas geográficas libres de rabia, la revisión de normas, leyes y reglamentos en pro del bienestar animal; la vigilancia y supervisión de clínicas veterinarias en la CDMX y busca hogares que adopten a los seres abandonados en las calles.
Lourdes Monges (María de Lourdes Monges Santos) es la directora de la Fundación Haghenbeck y de las tres Casa Museo desde 2007. Antropóloga social con especialización en restauración por el INAH, es museógrafa y gestora cultural. Ha sido directora del Museo Universitario del Chopo (1994-2000), presidenta del ICOM México (siglas en inglés del Consejo Internacional de Museos, 2012-2015) y desde hace un lustro forma parte de la mesa directiva del comité en México del ICOM. Es quien responde al cuestionario de Paso libre.
—¿Cómo ha impactado la pandemia actual la vida de los tres museos Haghenbeck?
—Esta emergencia mundial nos afectó considerablemente, como sucedió con otros museos e instituciones de cultura del país. El área que sufrió el mayor impacto ha sido el ingreso de los recursos económicos a partir de la renta de los espacios, que es lo que le permite ser sustentable a fundaciones como la nuestra. Lo anterior nos ha obligado a tomar medidas de urgencia para generar nuevos ingresos, y en algunos casos acceder a fondos que estaban destinados a otros rubros.
En el área cultural nos dimos a la tarea de mantenerla mediante una plataforma digital, e invitando a varios de nuestros colaboradores regulares de los domingos, quienes se han visto impactados sin lugares dónde presentarse. Los talleres que se tenían programados de manera presencial se atendieron de manera virtual con los mismos artistas y maestros de nuestra estructura. Además se realizaron alianzas con otras instituciones para poder brindar información de interés para nuestro público (conferencias). Todo lo anterior lo hemos desarrollado para mantener y solidificar nuestra presencia entre la comunidad cercana a nuestros espacios y para apoyar emocionalmente a la gente en un momento de incertidumbre mundial.
—¿Cuáles son a su juicio las estrategias (financieras, conceptuales u otras) que se requieren para apoyar la labor de los museos en México en tiempos de pandemia?
—Indudablemente habrá muchos museos que no podrán restablecer sus operaciones y ahí será necesario el apoyo de las instancias gubernamentales y privadas para rescatarlos y reforzar el área cultural.
—¿Qué requeriría una Ley de Museos?
—Actualmente el ICOM (Consejo Internacional de Museos) está redefiniendo desde la raíz el concepto de los museos, su misión y sus funciones con el fin de adaptarlos a la visión actual y transformando las maneras en que se abordan la educación, la atención al público, la exhibición de las colecciones y la relación con su comunidad. No requerimos una ley en estos momentos de transición pero serían importantes algunas medidas que sustenten como un derecho básico de las personas el recibir la cultura para reforzar la educación en el país; además, que con esas medidas se generen facilidades de operación a los mismos, al tiempo que se proteja el patrimonio cultural.
—¿Es o no es necesaria una Ley de Mecenazgo? ¿Qué lineamientos plantearía para una en México?
—Creemos firmemente que esa es una vocación derivada del amor por la cultura y las artes. Debe ser una labor altruista que se fomente desde la educación (y no como algo impuesto), tal y como sucede en otros países, Estados Unidos de Norteamérica por ejemplo, donde lo tienen arraigado desde la educación.
—¿Cómo alentar la participación social -de individuos y de empresas— en el entramado del sector cultural?
—Debe inculcarse integralmente desde la formación básica del individuo. Sembrar en las escuelas el deseo de llevar a los niños a visitas guiadas especiales a los museos; financieramente, a través de estímulos fiscales (recibos de donativo).
—¿Qué estrategias financieras y en materia fiscal sería ideal implementar en beneficio de los museos y de sus públicos?
—Programas de difusión sobre la importancia de los museos en el cuidado del patrimonio de la humanidad y de su función educativa, preservando la memoria colectiva. En materia fiscal estaría la condonación de impuestos; crear un subsidio o un presupuesto para los museos privados que custodian la historia de México; por último, la condonación de impuestos locales en los estados del interior de la República.
—¿Han establecido con la Secretaría de Cultura federal algún tipo de comunicación, enlace, intercambio de opiniones o crítica?
—Se han establecido convenios para gestionar el apoyo a nuestros programas, así como de intercambio en diversos proyectos culturales.
—Diferentes voces han planteado la exigencia de suprimir, posponer o redireccionar los recursos de proyectos como el Complejo Cultural Chapultepec hacia proyectos / comunidades / museos en crisis ante la pandemia. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Creo que en los momentos actuales derivados de la pandemia, se debería tener más cautela en la inversión del Proyecto de Chapultepec, sobre todo porque tenemos necesidades más apremiantes. Este podría ejecutarse por etapas a fin de tener liquidez para reforzar otros proyectos culturales que requieren de inversión económica en estos momentos. Muchos museos y espacios que apoyan al arte están en peligro.
—¿Cómo puede participar la iniciativa privada en la reactivación del sector de los museos en México?
—A través de donativos para proyectos específicos de empresas socialmente responsables, embajadas, institutos y universidades que quieran impactar positivamente y de manera transparente en la cultura. Para crear alianzas de beneficio mutuo.
—¿Cómo lo está haciendo la IP frente a los espacios que maneja la Fundación Haghenbeck?
—Con donativos dirigidos a proyectos especiales que benefician a nuestro público específico.
Angélica Abelleyra
Periodista cultural especializada en artes visuales y literatura tanto en medios impresos como digitales y en televisión. Es licenciada en Comunicación por la UAM Xochimilco y es autora entre otros libros de Se busca un alma. Retrato biográfico de Francisco Toledo (Plaza & Janés, 2001) y Mujeres Insumisas (UANL, 2007). Hizo la coordinación editorial y la curaduría de la retrospectiva en el Centro Cultural Tlatelolco/UNAM, Rogelio Naranjo, Vivir en la raya (Ed. Turner, UNAM, 2013). Es coautora de los libros Héctor Xavier, el trazo de la línea y los silencios (junto a Dabi Xavier, UV, IVEC, 2016) y De arte y memoria. Bela Gold, una propuesta visual desde los archivos desclasificados de Auschwitz (UAM). Integra el consejo consultivo del Museo de Mujeres Artistas, MUMA.