“Todo depende de lo que entiendas por socialismo. La propiedad de los medios de producción, excepto en áreas donde se requiere claramente, como los servicios públicos, no creo que eso vaya a funcionar. Si te refieres a programas redistributivos que intentan corregir este gran desequilibrio tanto en los ingresos como en la riqueza que ha surgido entonces, sí, creo que no solo puede regresar, sino que debería regresar. Este período extendido, que comenzó con Reagan y Thatcher, en el que se estableció un cierto conjunto de ideas sobre los beneficios de los mercados no regulados, en muchos sentidos tuvo un efecto desastroso. En igualdad social, ha llevado a un debilitamiento de los sindicatos, del poder de negociación de los trabajadores comunes, al surgimiento de una clase oligárquica en casi todas partes que luego ejerce un poder político indebido (el subrayado es mío). En cuanto al papel de las finanzas, si hay algo que aprendimos de la crisis financiera es que hay que regular el sector como un infierno porque harán que todos los demás paguen. Toda esa ideología se incrustó profundamente en la zona euro, la austeridad que Alemania impuso al sur de Europa ha sido desastrosa”. Yoshihiro Francis Fukuyama, 2018, en entrevista se desmarcó del neoconservadurismo, unilateralismo o neoliberalismo que fervientemente gestó e impulsó como uno de sus más prominentes ideólogos y defensores, cuando se le preguntó del resurgimiento de la izquierda socialista en el Reino Unido y Estados Unidos, países progenitores del neoliberalismo.
Francis Fukuyama (Chicago, Illinois, 27 de octubre de 1952) es un filósofo y politólogo estadounidense, que en 1992 publicó su libro El fin de la Historia y el último hombre, donde expone una polémica tesis: la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una “democracia” liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría, así se constituye el llamado pensamiento único: las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía, donde el Estado debe desempeñar un papel mínimo, permitiendo que el capital privado se mueva con la mayor libertad “jurídica” posible… Las consecuencias las seguimos viviendo.
En el caso de México, el sello de casa ha sido un neoliberalismo brutalmente corrupto que acumula excesos de injusticia e impunidad, pero si lo analizamos a fondo, la corrupción es consustancial al neoliberalismo en sí; porque es ahí y solo así es como puede operar y enriquecer; porque democráticamente resultaría imposible su funcionamiento sin el abuso de los poderes locales, regionales y globales económicos, políticos y culturales que se imponen autoritaria y totalitariamente con una afinada maquinaria de corrupción y manipulación social, así como financiera y de mercados.
Ahora sí o, quizás, el fin de la historia y la humanidad lo defina la actual pandemia como resultado y consecuencia innegable del neoliberalismo con su afán de sobre explotación y deterioro biocultural junto con los recursos energéticos. La pandemia es biología pura y no por generación espontánea, es un regalo más del régimen neoliberal y, también, por su cuenta de la socialdemocracia y el socialismo. Correspondencia de lo que todos nosotros hemos permitido consumiendo y colaborado obedeciendo hasta sobre estresar al planeta Tierra donde habitamos.
En los datos de la entrega anterior, afirmo que hay un muy bajo consumo de nuestras industrias bioculturales y no industrializables antes de y ahora en la pandemia, aunque faltan más mediciones y a detalle, como la población menor a 18 años y fuera de las ciudades; resulta fatal la pérdida del bono demográfico. Este pequeño universo que arrojan dichos datos no es un resultado aislado porque son parte de un diseño de reformas estructurales de hace 40 años por el neoliberalismo; es aún su propia estructura socioeconómica donde se inscriben la diversidad biocultural y sus recursos energéticos. Si esa es la estructura que predomina básicamente porque todas las economías están interconectadas en un sistema financiero y de mercados globales, nada ni nadie bioculturalmente hablando somos un efecto aislado de estos resultados estructurales. Es así que incide directamente con el consumo de cualquier índole y diversas formas sociales-biológicas de vida, de bioculturas.
Considero también que esta misma lógica estructural del neoliberalismo, por un lado; los múltiples mercaderes de la ignominia aprovechan la apatía y el individualismo para abrevar más en los miedos y las ignorancias que provocan la propia apatía; aislados y divididos, con el fin de guiar una aspiración conductual y de aceptación social lograda a través del consumo tangible, intangible, simbólico e ideológico que de permanencia y fortaleza a la estructura neoliberal. Consume experiencias y ponte la camiseta; no quedes fuera y existe sólo aquí, incluso; lo “disruptivo e innovador” es sólo aquí. La máxima exposición de enaltecer al ego y el hedonismo, pero sólo aquí: ¿Quién no quiere ser “feliz” siendo aprobado y aceptado para poder existir?…
Y, por otro lado; como ejemplo cito lo que escribí en El museo es el mensaje: “Quizás, resulte imposible que las personas les otorguen algún valor a los museos, sea cual sea este valor, si el museo mismo no determina su valor, si la gran red de museos en México no lo hace ni las industrias culturales ni quiénes las administran y financian. Es decir; sin abundar por ahora en temas de transculturación, globalización y libre comercio, uno de los tantos motivos porque ha penetrado y modificado perfectamente a la sociedad mexicana los patrones o paradigmas de vida estadounidense, lejos de que si valen la pena o no, es por el valor que se le han dado a sus industrias culturales y que, a partir de la idea de la aldea global ha quedado muy claro que ya no es necesario que le otorguen más valor a lo que difunden y exportan, sino porque México y el mundo ya aprendió a darle un valor trascendental e indispensable para su propio desarrollo. Un ejemplo muy evidente, es la gran cantidad de anglicismos en nuestro lenguaje que, además de comunicarnos, resultan un signo de identidad porque así se ha reforzado a través de sus industrias culturales que permean de forma amplia y profunda a la diversidad cultural. You know ?.”
Si bien es cierto y debido en gran medida a la Internet junto con sus advenimientos tecnológicos, que hoy día somos hiperculturas o hiperbioculturas, esto no implica dejar de consumir y vivenciar lo que se entienda como lo propio. Más que una estructura nacionalista, que no tiene absolutamente nada de malo, sino es una estructura arquetípica-dinámica que da identidad y fortalezas sociocomunitarias que son indispensables para los individuos y las familias. Es la oportunidad de conocerte a ti mismo y conocernos desde nosotros mismos y no por y de por medio como nos conocen o definen en la idea o prejuicio estructural del neoliberalismo y la imposición unilateral de establecer una totalidad del cómo ser, pensar, sentir y vivir en el sistema global que hoy día, alguien como Francis Fukuyama, se ha venido desmarcando. Me permito ponerlo en la mesa con otros alimentos y con otras camisetas, pero no de marcas ni de eslóganes. Sigo insistiendo en el siguiente apunte…
César Octavio Larrañaga
Comunicólogo, antropólogo, fotógrafo, museólogo y consultor de TIC. Su trayectoria incluye la gestión y difusión cultural, así como la producción audiovisual, el periodismo, el trabajo académico y editorial. Además del diseño y operación de estrategias en el manejo de crisis mediáticas y políticas. También se ha desempeñado en el sector privado y ONG’s en materia de medio ambiente. Con una amplia experiencia en museos y museología en México, así como fue becario-investigador en el MNCARS de España.