“La información se expande con el uso. Es transportable a la velocidad de la luz.
Por encima de todo, se filtra; posee una tendencia inherente a filtrarse.”
Harlan Cleveland
Dice el filósofo Byung-Chul Han en su último libro ya citado en la entrega anterior que: “Es el silencio lo que redime”.
Para la Internet y lo digital sería la muerte, porque si el medio es el mensaje, entonces el silencio mata a la gran Red y, seguro, no redime ni todo lo contrario; sólo, quizás, no pasa nada salvo obtener libertad que de por sí ya es mucho y muy sano. Abandonar el grillete.
Ante la actual Era del capitalismo-antropoceno-salvaje, de la cúspide del egocentrismo, narcisismo, trivalidad, frivolidad, ignorancia, miedo, apatía y una abrumadora negligencia mental, de carencia de amor propio y al otro; a la vida, a la naturaleza y la cultura, la diversidad que, el sumamente peligroso y brutal engaño del próximo “avance” tecnológico del metaverso o metavergüenza-cinismo-fascismo como una de las “creaciones” más anodina y absurda de la humanidad. No es de sorprenderse que nuestra perenne realidad pandémica con esta farsa virtual se entronice como resultado o consecuencia del ego-soberbia como origen y fin de la especie humana, la involución del “Phono sapiens” contra el razonamiento, la sensibilidad y la libertad de lo que es ser persona. En fin, la existencia sometida a una vil pantalla.
Considero vehementemente que ese tipo de “desarrollo” tecnológico no lo necesita la humanidad, en absoluto es algo positivo. Solo es útil para obtener grandes ganancias económicas, de poder y vigilancia; de satisfacción de egos y distorsiones mentales para sus creadores directos y los beneficiados por romper la cuota de ventas. Es el sueño del ARPANET hecho realidad: control- violencia.
¿”Museo híbrido”?…
Me llama poderosamente la atención que el propio sector de museos e industrias bioculturales de por hecho el “imprescindible” formato híbrido: el “museo híbrido” o el absurdo de las “tendencias” que en absoulto no me parece que tal afirmación o “necesidad” híbrida haya pasado por la sensatez de una profunda y exhausta reflexión, revisión y responsabilidad de lo que implica enunciar algo así desde y para los museos e industrias bioculturales. ¿Qué está pasando en el sector para claudicar la escencia transformadora de la conciencia que tienen los museos y las industrias bioculturales presenciales: fomentar la libertad del pensamiento crítico e incentivar la sensibilidad primigenia del ser humano, la diversidad?… Dejo aquí la pregunta con el ánimo de que no sea la respuesta una derrota a lo hiperinevitable y entregarse al olvido de la historia.
Me resisto a la inercia del pensamiento y, mayor aún, de dicho sector. Es triste y desalentador. Es muy cuestionable.
La fortaleza de la humanidad para transitar está prolongada pandemia es cuestionarse y evolucionar los advenimientos tecnológicos como lo que son: herramientas o instrumentos de comunicación, medios como cualquier otro y no las deidades que hemos entronizado. No son los fines ni un todo. Si el medio es el mensaje no obliga a que todo deba y tenga que ser hipermediático, porque eso es solo un negocio: poder y dinero sobre todo lo físico y análogo. La fortaleza de dudar y sí, salirse o reducir exponencialmente la farsa “vida” de la pantalla. DESVIRTUALÍZATE, así en mayúsculas: rompe el cristal y VIVE.
“Los titanes tecnológicos nos aseguran que sus nuevas invenciones respetarán nuestra privacidad, por supuesto. Lo que omiten es lo que llamo la ley de hierro de la digitalización: digitalizar es vigilar. No existe tal cosa como una digitalización sin vigilancia. El acto mismo de convertir en datos lo que no lo era es una forma de vigilancia. Digitalizar implica crear un registro, poner etiquetas a las cosas para que sea más fácil encontrarlas y seguirlas. Digitalizar equivale a hacer rastreable aquello que no lo era. ¿Y qué es rastrear, si no vigilar?” Irrefutable afirmación de la filósofa Carissa Véliz.
En verdad ¿queremos museos e industrias bioculturales para vigilar o, mejor dicho, ponerlas a disposición de la vigilancia de empresas y gobiernos? ¿Esa es la respuesta del pensamiento “vanguardista” del sector aludido? ¿Realmente ese es el vínculo y relación de los museos e industrias bioculturales para transformar las conciencias? Si la resignación al formato híbrido es el deber ser pospandémico y así, desquebrajar su naturaleza presencial, pues es una respuesta muy aterradora y vulnerable. Por favor, pensemos.
Epílogo: Evolucionemos y no claudiquemos. Me permito ponerlo en la mesa. Seguiré insistiendo…
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César Octavio Larrañaga
Comunicólogo, antropólogo, fotógrafo, museólogo y consultor de TIC. Su trayectoria incluye la gestión y difusión cultural, así como la producción audiovisual, el periodismo, el trabajo académico y editorial. Además del diseño y operación de estrategias en el manejo de crisis mediáticas y políticas. También se ha desempeñado en el sector privado y ONG’s en materia de medio ambiente. Con una amplia experiencia en museos y museología en México, así como fue becario-investigador en el MNCARS de España.