Narsiso junto a su obra con escenas que le recuerdan los sembradíos en Washington, donde trabajó. (Foto: Andrés Webster).
Narsiso Martínez
A Nacho Toscano, querido, donde esté
LOS ÁNGELES. Me invita a visitar su estudio en Long Beach, espacio que funge también como su alcoba. De las paredes se sostienen cajas de cartón de productos perecederos intervenidos por el artista. Imágenes que ha recogido durante sus largas jornadas de pisca en el estado de Washington. Imágenes de mujeres y hombres ocultas por los cubrebocas y anteojos, cuyos nombres desconoce, pero a quienes muestra empatía y honra por haber sufrido conjuntamente el ritmo monótono y mecánico de las largas horas de sudor, con tal de llevar lo necesario a sus familias.
Me acerco a observar cada una de las piezas y tropiezo con una reproducción de La siesta de Vincent Van Gogh, de esas que artistas incipientes ofrecen a los turistas a las afueras del Museo de Orsay en París. Me anima la curiosidad; Narsiso se anticipa: “Van Gogh me inspiró a ser pintor”. Obvio, sus escenas del campo, de los campesinos, no solo le recordaban a su natal Santa Cruz Papalutla, en los Valles Centrales de Oaxaca, sino sus largos veranos en los sembradíos en Washington, donde acudía puntualmente cada año a sumar sus esfuerzos. El ambiente de su pequeño estudio entonaba perfectamente una melodía bucólica compuesta por sus obras y por la pequeña reproducción del impresionista: una pareja de campesinos acostados bajo un cielo luminoso, flanqueada en ambos lados por las cajas en las que Narsiso y otros campesinos han recolectado espárragos, cerezas, manzanas y chabacanos.
Detalle de las cajas intervenidas que conforman la pieza Magic Harvest, 2019. (Foto: Andrés Webster)
El pintor de origen oaxaqueño tuvo su formación en artes plásticas en la Universidad Estatal de Long Beach. En la imagen, la obra intitulada Always Fresh, de 2018. (Foto: Michael Underwood, cortesía de la Charlie James Gallery y del artista).
Narsiso emigró siendo ya adulto, con cerca de 20 años, siguiendo a sus hermanos con el propósito de abatir la pobreza en la que creció y para darle un halo de esperanza a sus padres. Trabajó cambiando llantas, lavando platos y como garrotero. Quería convertirse en profesor de matemáticas porque “era bueno, la neta”, me presume. A pesar de estar en contra de las que llama “tradiciones tóxicas” impuestas en las comunidades, como aquellas de casarse y tener hijos, él decidió estudiar y también recurrió al trabajo en el campo durante los veranos como una manera de no pagar renta y poder ahorrar para su formación.
No obstante, su eterna pasión por el dibujo pudo más que su habilidad con los números. De niño no tenía amigos pero socializaba haciendo reír a la gente con sus retratos. Logró entrar a la Universidad Estatal de Long Beach para incorporarse a la carrera de artes plásticas. Combinaba sus estudios trabajando en los restaurantes y cada verano regresaba puntualmente a su cita con los campesinos. Luego se decidió a estudiar la maestría y ello le implicó un reto mayor: resolver críticamente el tema fundamental de su obra.
Narsiso ya venía trabajando el dibujo figurativo desde la carrera pero en la maestría lo desanimaron. Acercarse a personajes tradicionales no era aceptable y tenía que buscar algo innovador. Recordó entonces la escena de un campesino que había fotografiado comiendo plátano y la plasmó sobre una caja de cartón, de aquellas donde se guardan las frutas que se entregan en los mercados. Fue así como encontró el camino. El cartón era barato, le gustaba el tono y los contrastes que se lograban con sus tintas, de tal manera que fue aceptada por sus profesores esa condición orgánica junto con la narrativa que implicaba.
Extra Fancy, 2019 (izq.) y un detalle de Always Fresh (der.) son ejemplos en los que Narsiso combina tintas y carbón sobre cajas de cartón y otros soportes que le sirven para narrar los sentires de mujeres y hombres en la pisca en campos de Estados Unidos. (Fotos: Michael Underwood, cortesía de la Charlie James Gallery y del artista).
De 2009 al 2018 cumplió con la faena de asistir al campo a trabajar e inspirarse para trasladar su sentir hacia su obra, con un mensaje crítico muy valioso y efectivo sobre las condiciones de la gente en el campo. Cada una de sus piezas está impresa con tinta y carbón sobre lienzos compuestos por cajas de cartón y por huacales con trazos sutiles que narran los sentimientos de mujeres y hombres.
Narsiso es ya un artista plástico que empieza a tener reconocimiento. A partir del año pasado lo representa la Charlie James Gallery, uno de los espacios galerísticos más importantes para artistas emergentes en Estados Unidos. Su obra ha sido expuesta en varias partes del país, incluido el Museo de Arte de Long Beach y el Centro Cultural y Cinematográfico México (CCCM) del Consulado General de México en Los Ángeles, cuando tuve el gusto de conocerlo, y también en Grecia y Serbia; además, prepara su primera gran exposición individual en el Museo de Arte de Phoenix, Arizona.
Entrada al Museo de Arte de Long Beach, uno de los recintos en donde Narsiso Martínez ha mostrado su obra pictórica. (Foto: Cortesía del artista).
“Me parece que tenemos un gran pendiente en México con artistas como tú, que debieran ser conocidos en su propia patria”, le comento. Cierto, me responde, “tengo el sueño de exponer en Oaxaca. Hace poco el cineasta Anthony Puente realizó el documental Farm Fresh, inspirado en mí, que se presentó en el Festival de Cine de Oaxaca y al cual mis padres y hermanos tuvieron la oportunidad de asistir”, se jacta orgulloso.
Dice Umberto Eco que “la vida no es más que una lenta rememoración de la infancia”. Y efectivamente, en Narsiso hay dos constantes en su obra que lo marcaron de niño: por un lado su pasión por dibujar y, por el otro, hacer visible la pobreza de la gente del campo con la que vivió en Oaxaca y que reencontró como jornalero en los campos de Washington. Con su obra pretende llevar a diferentes audiencias las historias de los campesinos que viven con el triple sino marcado en la frente: trabajadores, migrantes y latinos.
Inspirado en el quehacer creativo de Narsiso, el cineasta Anthony Puente presentó en diciembre pasado el documental Farm Fresh dentro del Festival de Cine de Oaxaca. Queda pendiente para México una exposición que devele su obra. En las imágenes, presentamos No Stranger, 2019 (izq.) y Always Fresh (der.). (Fotos: Michael Underwood, cortesía de la Charlie James Gallery y del artista).
El dinero para Narsiso es secundario. En realidad nunca lo ha tenido, pero sí quiere vivir dignamente. “Aunque me inspire en él, no pretendo vivir como Van Gogh”, concluye. Por favor, le suplico, no vayas a terminar mutilándote. Lanza una carcajada, nos damos un abrazo y dejo atrás el aroma del campo y del sudor impregnado en sus paredes.
16 de enero de 2020.
Andrés Webster Henestrosa
Andrés Webster Henestrosa es Licenciado en Derecho por la UNAM con maestrías en Políticas Públicas y en Administración de Instituciones Culturales por Carnegie Mellon University. Es candidato a doctor en Estudios Humanísticos por el ITESM–CCM, donde también ha sido docente de las materias Sociedad y Desarrollo en México y El Patrimonio cultural y sus instituciones. Fue analista en la División de Estudios Económicos y Sociales de Banamex. Trabajó en Fundación Azteca y fue Secretario de Cultura de Oaxaca. Como Agregado Cultural del Consulado General de México en Los Ángeles creó y dirigió el Centro Cultural y Cinematográfico México.