Parteaguas biocultural. Apuntes del (des)confinamiento

Del catálogo de lo que fuimos: El valle de México desde el Cerro de Santa Isabel (óleo sobre tela, 1875) de José María Velasco (1840-1912). (Imagen tomada de regeneracion.mx).

 

Ahora, en relación al escrito anterior, Algunas aproximaciones y axiomas, propongo un parteaguas biocultural.

Parteaguas desde el punto vista geográfico-hidrografía-hidrología como la línea imaginaria o visible que es divisoria de dos vertientes de las aguas pluviales de dos cuencas hidrográficas contiguas. Líneas que históricamente en su mayoría han indicado límites territoriales y quizás, bioculturales, pero que se benefician de la misma caída de las lluvias. Un servicio medio ambiental e indispensable para la existencia de cualquier biocultura, es decir; un ecosistema propio de la naturaleza multicultural-biodiversidad que da las condiciones para el desarrollo de toda civilización o comunidad. Es en este sentido figurado el parteaguas visto como punto de inflexión en el México moderno o posmoderno que aún prevalece en el actual proceso de deconstrucción o desmantelamiento o transfiguración o desterritorialización del régimen neoliberal. Proceso en construcción donde nosotros los individuos, familias, comunidades y sociedades somos parte y corresponsables para que no se repitan las formas y los fondos de imposición de regímenes como en gran medida lo han sido y así lo fue con el neoliberalismo.

Sea cual sea la vertiente -o régimen- se benefician de la misma lluvia que desagua a través de ríos, parten de un parteaguas, en todos estos declives seguro hay desarrollo, pero qué tan plural, incluyente y distribuido es para que no continúen las profundas, múltiples y distintivas brechas sociales que aún mantiene el neoliberalismo junto con su desgaste y deterioro de los ecosistemas bioculturales con sus recursos energéticos. No abandonemos la participación social-comunitaria para que los caudillos o agentes culturales del poder cultural e intelectual no prosigan monopolizando e imponiendo sus versiones o distorsiones a modo de las historiaS de México, así en mayúsculaS.

Hagamos un parteaguas; respiremos, pensemos y seamos diversos. Discutamos y aproximémonos socioculturalmente. Porque si la aprovechamos para todos, la lluvia que baja por laderas y vertientes alcanza equilibrada, equitativa e igualitaria sí y solo sí nos involucramos todos, tú y yo, nosotros los que hacemos la bioculturalidad, la democracia cultural y ciudadana consustancial a la biodiversidad junto con sus recursos energéticos. Las industrias bioculturales y no industrializables son una zona o territorio de un amplio margen para encuentros, consensos y autogestión de la línea divisoria que desemboca en cuencas o ríos socioculturales distintos abastecidos por las mismas aguas, siguiendo el sentido figurado propuesto y el binomio ser humano-naturaleza.

Pienso que estamos en un momento crítico decisivo, en una coyuntura crucial que permite abrir las posibilidades en encrucijadas y virajes u opciones. Como ha sido evidente no soy un convencido de la voluntad totalitaria del neoliberalismo y que no se puede modificar ni en un ápice, porque es un régimen económico-político de piel muy pero muy frágil, incluso en su misma lógica de desregulación financiera, competitividad y libre comercio se auto inflige como su propio método de subsistencia y justificación existencial, para desgarrase las vestiduras y enfocar al Estado en general y sus poderes como el máximo culpable de la disfunción neoliberal.

Obvio la sociedad civil, el pueblo, es el sutil culpable de que los mandamientos económicos no funcionen, se colapsen o puedan derribarse hasta con un ligero soplido, vendaval o torbellino como la actual pandemia: no vayas en contra y sólo obedece. Si somos bioculturalmente inteligentes como especie humana, resulta muy absurdo e incongruente seguir obcecados por el neoliberalismo. No infiero que el actual proceso de cambio o de régimen sea el único y hegemónico de igual sentido o fondo que el neoliberal, tampoco infiero que no lo sea. Solo es lo que está sucediendo como régimen, es su momento histórico. Fríamente todo esfuerzo auténtico y sensato por ser plural, incluyente y diverso solo es posible con la suma de esfuerzos de todos nosotros apropiándonos del proceso.

Al paso de este casi año y medio de (des)confinamiento me ha llamado la atención que varias personas en mí entorno han manifestado un desagrado al término “la nueva normalidad” y, en gran medida, porque su único referente es que lo dijo el presidente de México, cuando si se hace una somera revisión también se ha mencionado por diversas personas en otras latitudes y contextos.

En fin. Si re pensamos o consideramos que somos o la vida misma es tiempo y espacio, tanto por la actual pandemia como por el motivo que sea es imposible que tengamos, vivamos o recuperemos lo que he escuchado denominar como “regresar a la anterior normalidad” pregunto: Uno, pese a todo hoy día sigue siendo esa la “normalidad” a la que se aspira y, entonces ¿por qué no a otra? Dos, esa “normalidad” ¿beneficiaba a toda la diversidad biocultural para ser tan anhelada? Y tres ¿cómo es posible regresar el tiempo y espacio ya vivido antes del pasado año 2020?

No tengo la capacidad para pensar o ver y vivir de otra forma la actual “normalidad” porque sólo es como lo que es en el aquí y el ahora ni “normal” ni anterior ni cómo regresar si ya no somos los mismos ni lo seremos mañana. La historia tiene y siempre tendrá asignaturas o luchas pendientes gracias al resultado de la intención y acción incesante de la especie humana de imponerse. Dichos pendientes o procesos suspendidos o cancelados ahí están y continúan –per se– porque no se traducen en “retornar a la anterior realidad” sino es parte de la historiografía, del ímpetu y la conciencia humana por evolucionar y construir un mundo mejor más plural, libre, incluyente, amplio, equilibrado, pacífico, visionario, amable, digno, sensible con suma de voluntades y no la imposición de intereses particulares voluntariosos totalitarios de poderes económicos-políticos-culturales.

Citándome: “Todo esto que en sociedad y comunidad vamos construyendo y no sólo desde el poder cultural e intelectual -pese a su empeño de monopolizarlo- sino desde las familias y comunidades, nos invita urgentemente a re descubrir, conocer, respetar, consumir, vivenciar y aceptar nuestras industrias bioculturales y no industrializables. Viajar por tu barrio, localidad, ciudad y nuestro país México es un gran y perfecto inicio”. No te lo pierdas ni te limites ni te cierres porque no importa la edad ni nada. Me permito ponerlo en la mesa en lo que, quizás, logro tener la capacidad e inteligencia de entender o comprender el cómo hacerle para “regresar, retornar y/o recuperar la anterior normalidad” pero haré el intento “normal” por mientras la pandemia continúa. Sigo insistiendo en el (des)confinamiento y, apuntando.

 

Del catálogo biocultural que persiste: una vista en el Cabo de Hornos, Tierra de Fuego, Chile austral (Imagen tomada de es.foursquare.com).

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